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xii. Aléjate de Derek Hale
La vampira jugaba con su comida, ambos hermanos habían llegado a una casa en el bosque, casa que le pertenecía a la familia Mikaelson; y al momento de llegar, los esperaba una gran mesa llena de alimentos.
—Es de mala educación jugar con la comida, Astrid—hablo por primera vez Elijah, masticando un trozo de su carne.
—Lo lamento, pero no tengo mucho apetito—dijo tomando su copa, que tenía sangre fresca—¿Me dirás la razón de tu enfado?
—Has faltado a clases, hermana—el original dejo a un lado sus cubiertos para mirar a la Mikaelson—, y no es solo eso. Te han visto yéndote con alguien mayor, se besaron y se fueron. Sin decir que te has metido en un problema con un alfa.
—Si lo que te preocupa es que mi historia con Damon Salvatore se repita, no sucederá—miro a su hermano, estaban separados por la larga mesa, cada uno en un extremo.
—Sé que estas saliendo con Derek Hale—vio como la vampiresa tosió algo sorprendida—. Estas siendo una hipócrita saliendo con ese chico—Astrid miro con enfado a su hermano—. No te hagas la inocente, Astrid, ambos sabemos de qué Kate Argent no pudo incendiar sola la mansión de la familia Hale.
—Esa en una acusación muy fuerte, bruter—sonrió de manera falsa—. Era una niña cuando paso eso, yo no podría hacerlo.
—Oh, no vengas con esa falsa excusa—hubo una guerra de miradas en la mesa—. Los dos sabemos de qué eras capaz de hacer a esa edad.
—Lamento arruinarte la fantasía que tienes de culparme, pero yo no lo hice—negó viendo sus uñas—. Fue Kol, tampoco fui cómplice.
—Cuando ellos se enteren...
—Nunca se enterarán—sonrió con superioridad—, nuestro hermano hizo que Kate se olvidara que nosotros estuvimos ahí, y a cada uno de los cómplices.
—Aléjate de Derek Hale, Astrid—le advirtió Elijah.
—Lo pensare—movió su copa.
Elijah negó, sabía que su hermanita no le obedecería.
—Pasemos a otro tema—As se acomodó en su silla, interesada por lo que iba a decir su hermano mayor—¿Quién es el alfa, Astrid?
—No lose.
—No me lo creo—miro fijamente a su hermana—. Astrid Mikaelson siempre ha estado un paso sobre los demás.
—Me halagas, pero no sé quién es el alfa.
—Tienes la misma manía de Niklaus.
Astrid de inmediato supo a qué se refería, y sus pensamientos se dirigieron al hibrido original, en específico aquel recuerdo que ella tenía.
