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vii. No fue un conejo
Las mejores amigas se apoyaron en el Camaro negro de Derek, esperándolo afuera de la estación de policía. Mientras esperaban, se contaban viejas anécdotas que vivieron juntar, la Mikaelson le contaba que sus hermanos la querían enviar a Francia, por un pequeño problema que tenían.
—¿Y aceptaste? —pregunto interesada Josephine.
—Lo hice, pero les dije que iría después de resolver el asunto del alfa—empujo levemente a su amiga—No puedo dejarlos solos, no ahora.
—Mi primo es un imán de problemas—comento con diversión.
—Después puede llegar a ser un fugitivo—bromeo Astrid.
Dejaron de reír al percatarse de una tercera presencia, cuando miraron al frente estaba Derek, con una cara seria, nada nuevo. Josephine se acercó para darle un corto abrazo a su primo, quien lo consideraba como un hermano mayor.
—Dinos, Derek, ¿Cómo es prisión? —le pregunto divertida la vampira al ver como su mejor amiga se separaba del hombre lobo.
—Solo estuve en una celda, Astrid—negó con algo de diversión Derek.
—No vuelvas a meternos en problemas, Der—Astrid abrazo al lobo—, pero hay que admitir que fue divertido verte con esposas.
Astrid sintió como el cuerpo del lobo vibraba, por haber reído, se separaron para sonreírse mutuamente. Josephine solo miraba con ilusión al vampiro y al lobo, sin duda los comenzaba a shippear.
—Vamos—interrumpió el momento la Hale—Con suerte lograremos llegar al final del partido.
—Entonces, Scott jugo el partido—dio por afirmado Hale.
—Claro que lo hizo, pero no debes preocuparte—dijo As viendo como Jo se sentaba en el asiento trasero, para que ella se sentara de copiloto.
—Si dices eso es porque le diste algún permiso especial a Logan—asumió Jo.
—Daño colateral—canturreo Astrid, mientras que Derek ponía el auto en marcha.
—Pensé que te había empezado a agradar Scott—confeso la loba con el celo levemente fruncido.
—Son cosas diferentes, el hecho de que me agrade no significa que ya no lo considere como un daño colateral—explico.
—Para poder encontrar al alfa, necesitamos a Scott—hablo por primera vez Derek.
—Está bien—suspiro rendida—Tendré que decirle a Logan que aborte a la misión de matar a Scott.
—¡Astrid! —chillo Josephine.
—Felicidades, Scootty Doo, no morirás—hablo con sarcasmo Astrid.
