Capítulo 38

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Unas manos recorrían su cuerpo como si fuera suyo para jugar y disfrutar. Él era suyo. Él conocía sus puntos dulces, conocía sus debilidades. Jugaba con ellos como un profesional bien entrenado. A Jimin no le quedaba más que responder a ello, incapaz de contemplar siquiera la idea de suprimirse.

Los labios de otro estaban sobre los suyos, absorbiéndole la vida y resucitándolo al mismo tiempo. Se aferraba, temeroso de que si no lo hacía, se desharía brutalmente.

— Por favor. — Rogó como siempre el menor.

Contra su labio, sentía sus dientes mordisquear. Lo suficientemente fuerte como para jalarlo, lo suficientemente gentil para que esa pizca de dolor le hiciera temblar. Extendió sus manos para tocarlo, solo para encontrar resistencia, se había olvidado que estaba restringido.

— Por favor. — Rogó de nuevo.

Siempre fueron así. Ellos no escuchaban lo que quería en la cama. Siempre hicieron lo que quisieron. Siempre protestaba, pero sus acciones siempre lo complacieron al final. Olvidaba por qué protestaba, por qué incluso se molestaba. Pero siempre su cerebro quedaba en blanco porque esa entrega le daba una sensación de poder.
— Por favor. — Las palabras "por favor", nunca fue sinónimo de poder hasta conocerlos a ellos, podría parecer sumisión, mas era dominancia sobre dos hombres que se rendían ante él cada vez que las pronunciaba, entregándole todo lo que deseaba y más.

Se rindió una y otra vez; la gente podía pensar que era débil, pero es solo porque no lo sabían. Desconocían el gran poder que Jimin almacenaba en sus ruegos, en sus lágrimas. Porque esas debilidades eran para ellos y solo para ellos. Nadie más lo vería así, jamás. Desnudo en cuerpo y alma, entregando cada parte de su ser.

Una repentina oleada de placer se estrelló contra su núcleo en algún lugar de su interior, alcanzando su pecho, arrancándole un gemido. Manchas de luces borrosas cubrían su visión oscura hasta que golpeó la cabeza contra el colchón mientras se sacudía. Todo su ser se sacudió cuando el placer comenzó a desarrollarse, cada segundo más intenso que el anterior. Eran gritos susurrados, pero no hicieron caso, solo los alentó, a ambos.

Las embestidas de Namjoon se estrellaron más fuerte, más firme, más rápido. Sus gruñidos iluminaban el calor dentro de él, haciéndolo arquear la espalda para aliviar el calor que se acumulaba entre su piel y las sábanas. Un gran error.

Gritó, sacudiéndose con fuerza contra sus restricciones mientras un empuje perfectamente sincronizado y ejecutado impecablemente apuntaba a su punto óptimo debido a sus movimientos. Jimin desconocía qué bicho le había picado a Namjoon en los últimos días, primero no lo tocaba después de aquel viaje, luego cada vez que sus manos se posaban sobre él, no tenía misericordia, era como si cada vez lo intentara reclamar y hacerle saber que él también estaba ahí, que le pertenecía tanto como a Yoongi.

Las lágrimas humedecieron sus ojos, las sentía, pero no le importaban. La ligera frialdad contra el borde de sus pómulos, justo debajo de sus ojos, era algo sobre lo que no podía pensar. Los labios de Yoongi se extendieron contra los del castaño mientras se alejaba de él, ignorando los gruñidos que le exigían que volviera. Miró al peligris esperando que este lo buscara ahora para un beso, pero fue ignorado por él, supuso que simplemente estaba demasiado concentrado en Jimin.

— Veamos si podemos hacer que te corras solo con tu trasero. Que explotes en orgasmos producidos por tu próstata y cada centímetro de tu interior. — Las palabras de Yoongi lo hicieron temblar más fuerte y el agarre de Namjoon en sus caderas se apretó firmemente. Elevó su trasero hacia su cuerpo como si quisiera pegar su zona íntima a su pecho, golpeándolo con fuerza como si fuera un hombre con una misión.

— Yoon... — Susurró.

Un susurro fue todo lo que pudo reunir estando tan agotado. Había olvidado cuántas veces había llegado al orgasmo durante la noche. Estaba vacío desde la segunda o tercera vez. Vacío y sensible estrellándose en orgasmos secos, pero eso no los detuvo.

Indigo - YoonMinJoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora