XXII

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Aún no había amanecido, aproximadamente eran las 2 de la mañana de un sábado. El omega de cabellos rubios se encontraba descansando junto a su alfa en posición de cucharita, ambos estaban cansados: Enji había regresado de un viaje de negocios con su madre y Keigo había tenido su primera semana de universidad virtual mientras cuidaba del pequeño Hato.

No habían hecho mucho desde que volvieron a verse en la noche del viernes más que consentirse, sin embargo ese sueño pacífico fue roto cuando se escucharon los llantos del bebé de cabellos rojizos por el visor que utilizaban para vigilar que estuviera bien. El menor fue el primero en despertase, llamó la atención del contrario dejando besos en su cara y enredando sus dedos en su pelo. —Cariño.. sé que estás cansado pero..¿podrías ir?— Murmuró en voz baja llevándose un gruñido bajo por parte de Enji.

Este se levantó como pudo y se colocó la bata de seda roja que el rubio le había regalado por motivo de su cumpleaños y fue a ver qué pasaba, caminó hasta la habitación del bebé encontrándose con que lloraba; se acercó a la cuna y le cargó recostando su cabecita en su hombro.

Dió palmaditas suaves y uno que otro beso en su cabecita, ya le estaba comenzando a crecer más el pelo. Al poco rato Hato había dejado de llorar y estaba apretando la mejilla del pelirrojo medio embobado. —Uhm.. gracias por dejar de llorar, papi no ha dormido bien ni mami tampoco..— Murmuró en voz baja, aún le sonaba raro el llamarse de esa manera nuevamente.

Se llevó al pequeño en brazos hasta la habitación, al llegar se encontró al rubio quitándose los botones de la parte de arriba de su pijama. —¿Vas a darle de comer así? Te dolerán los pezones después..— Argumentó luego de sentarse en la cama. —No tengo otra opción, no le gustan los biberones.. los tira al piso.— Hizo un puchero tomando al bebé en brazos quien al instante se pegó a su pecho.

—Salió exigente, igual que a tú.— Se rió el rubio. —No lo soy.. bueno, no tanto..— El alfa desvió la mirada, tenía algo de razón después de todo.

Luego de alimentarlo Keigo se encargó de irlo a acostar, al volver a la habitación apagó la luz y se dirigió a la cama dónde le esperaba Enji quién no tardó en abrazarlo. —Uhm.. Flamitas.— Soltó una ligera cantidad de feromonas haciendo que el mayor frotara su cara contra su pecho. —Vamos a dormir un rato más ¿sí? Sé que tienes sueño aún— Enredó sus dedos en su pelo mientras que pasó una de sus piernas por encima de las caderas del pelirrojo.

•••

Aún pasadas las diez seguían en la cama, Hato seguía durmiendo por lo que tendrían tiempo a solas por un rato. —¿Qué quieres para desayunar, bebé?— Preguntó encima suyo jugando con sus mejillas. —Uh.. ¿podrías hacer pancakes?— Sugirió, sus manos se posaron las caderas de este.

—Mh.. también pienso hacer tocino y huevos junto con eso ¿sí?— Dejó besos en su rostro. —¿Algo más? Tengo ganas de consentirte grandote.— La cara de Enji estaba roja, demasiado amor tan temprano. —¿Quieres pastel de banana? Lo hice ayer por la mañana— Asintió ganándose más besos por parte del rubio.

Ya en el comedor los tres se encontraban desayunando. —¿Por qué se deja dar el biberón de ti y no de mí?— Lloriqueó el rubio. —Me siento traicionado y utilizado.— Le dió una mordida a su panqueque. —Preguntale a él, no a mí.— Murmuró señalando al pequeño, tomó una de las tiras de tocino y la metió a su boca.

Luego del desayuno, el mayor se encontraba sentado en el sofá con Hato recostado en su pecho mientras que el miraba el periódico en su celular. Keigo se encontraba doblando algunas sábanas y varias ropa de los tres. —Flamitas ¿podrías llevar esto al armario después?— Señaló la cesta que estaba medio llena.

—Termina de todo, yo lo acomodo todo— Miró de reojo lo que estaba haciendo Hato encima de él: mordiendo su mejilla con sus encías. —¿Por qué me babeas? ¿Quieres que haga lo mismo contigo?— El bebé se rió y balbuceó de manera incomprensible.

Keigo al voltearse no pudo contenerse en estallar de risa, Enji tenía mitad del cachetito de Hato en su boca mientras que el pequeño intentaba apartarle entre balbuceos. —JAJAJAJA ¿PERO POR QUÉ TE COMES AL NIÑO? Amor, el bebé no es comida!— Les sacó una foto a ambos.

—Él me babeó.— Gruñó indignado. —Yo lo babeé a él.— Keigo se puso a reír nuevamente.

—No encuentro fallas en tu lógica, cariño.— Horas después el bebé estaba tomando una siesta dejando a los mayores en la sala. —Voy a tomarme la semana libre ¿te parece bien?— Jaló al rubio para que se sentase en su regazo. —Toma dos, mi celo está casi cerca..— Tomó su cara entre sus manos.

—Mh.. ¿tres?— Le dió un piquito. —Depende como quieres que sea..— Está vez fue Enji que le besó. —¿Suave, rudo o salvaje?— El menor sonrió pícaro. —¿Qué pasa si quiero las tres?— Deslizó sus manos por el pecho del ojiturquesa.

—No veo que haya problema.— Respondió con una sonrisa el alfa.

La vida como pareja era mucho más alegre que como Enji había figurado antes, antes pensaba que era los constantes gritos o situaciones tensas pero no, era:

Paz.

Keigo y Hato le daban paz.

Fuego Fatuo • DabiShiga ♡ (🔞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora