Quiero contarte la historia completa de como murió mi madre porque nunca se lo he contado a nadie.
Ella fue diagnosticada con diabetes desde los dieciséis años. La diabetes le quitó muchas cosas desde esa edad, por ejemplo: nunca pudo comer galletitas dulces ni helado porque en su tiempo los productos para diabéticos no existían en nuestra ciudad. A los veinte años conoció a mi padre, él tenía diez años más que ella y vivía con su madre aunque tenía un prometedor trabajo como oficial de policía. Se hicieron novios pero nunca se casaron porque creían que el amor era más fuerte que algunos simples papeles firmados por un juez. Luego de dos años de estar juntos, cuando ya se habían mudado juntos y todo, mi madre quedó embarazada. Fue trágico porque aunque ella soñaba con tener una hija, odiaba el hecho de que había una gran probabilidad de que naciera con diabetes igual que ella. Al cabo de nueve meses nací y fui criada con amor y con todos los lujos que se pudieron permitir pero, como se predijo, tuve el azúcar alta desde bebé y me daban comida especial.
Pasaron tres años en los que mi madre consiguió un trabajo en las afueras de la ciudad, en una estación de servicio en la mitad de la ruta. Pagaban bien aunque no eran los mejores horarios, pero necesitaban el dinero asi que se mantuvo allí.
Para ese tiempo ella tenía que darse al menos tres inyecciones de insulina al día, estas inyecciones se dan en el estómago y no son dolorosas pero se necesita una buena mano, mi madre tenía práctica en eso.
Un tres de setiembre, ella volvía del trabajo en su moto a las nueve de la noche como todos los días. En el camino que casi nunca había tránsito, encontró un camión manejado por un hombre medio dormido y como suele suceder en la ruta, el tipo no la vio y se la llevó por delante. Por desgracia, no iba a muy alta velocidad porque estaba doblando, así que mamá no falleció al instante. Digo por desgracia porque eso hubiera sido mucho mejor.
En cambio, estuvo internada muy grave en estado de coma durante tres semanas y media mientras los medicos intentaban detener la infección que inundaba cada uno de sus miembros y organos internos, ayudada por la diabetes, que le quitaba todo tipo de defensa contra esa infección.
Al final, mi madre quedó en estado vegetativo y como no había manera de salvarla, mi padre concedió con todo el dolor en el alma, que le quitaran el respirador. Yo tenía tres años cuando mi madre murió y solo tengo flashes de recuerdos que llegan sin permiso y me dejan anonadada.
Me di cuenta de que estoy llorando porque una lágrima se deslizó hacia la hoja y corrió la tinta azul en la palabra anonadada. Ahora se lee "anonada". No me gusta llorar.
Con amor, Lis Rowinski.
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Countdown
Teen Fiction"...the sharped knife of a short life, well I've had just enough time..."