Trece

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Muchas veces me miro en el espejo y me siento realmente bien conmigo misma, bien de una manera irreal. No soy delgada, ni tengo ojos claros, ni una cabellera sedosa y brillante, pero no soy una pelota: tengo mis pequeñas curvas, mi pelo castaño ondulado y mis ojos color marrón. El tipo de chica que se encuentra cada dos pasos en mi pequeña ciudad.

No entiendo a esas que se dejan llevar tanto por su físico hasta el punto de volverse anoréxicas o bulímicas, pero claro que nunca lo voy a entender y estoy bien con eso. Una vez en un legendario baile de navidad que se hace aqui cada 24 de diciembre, una chica muy conocida y envidiada por todos, se emborrachó y terminó a las tres de la mañana en la estación de policía llorando y cubriendo su cuerpo desnudo por una manta. Yo estaba ahí porque mi padre estaba de turno a esa hora y decidí acompañarlo así que escuché a esta chica contarle a otro policía que siempre quiso lograr el peso que tenía en ese momento, entonces se lo quiso mostrar a su hermoso y popular novio, estando muy borracha. Al igual que él. La cosa es que su hermoso y popular novio borracho la hizo pararse sobre una mesa desde donde todos pudieron ver su vello púbico.

Esta chica lloraba a mares y estaba siendo atacada por un temible hipo, por lo que no se le entendió ni una palabra después de eso. Luego dijo que no se sentía bien y unos segundos después vomitó sobre su madre. Y pensé sobre ello durante días. Aún sigo pensando en esa arruinada adolescente que perdió toda su integridad física sólo para mostrarle su cuerpo huesudo y débil a un inútil borracho a quién solía amar.

La cosa es que unas horas después mientras hacian todo el papeleo para la denuncia al chico y al dueño del local que ofreció el baile, ella se sentó junto a mi y me fijé en ella mas detenidamente. Estaba horrible. Se le marcaba cada milimetro de hueso debajo de su piel e incluso tenía los ojos hundidos y los hombros saltones. Era la personificacion de la anorexia y me dio mucha lástima porque parecía una buena chica.

Ese día me prometí que nunca volvería a juzgar a nadie sin conocerlo, porque allí estaba la más popular de la ciudad con el maquillaje corrido por todo el rostro y la mirada llena de arrepentimiento y vergüenza, intentando ser aceptada al igual que todas nosotras, y llorando por un chico que no valía un centavo.

Creí importante decirte esto porque hice una pijamada con algunas amigas y hablaron de chicos durante toda la noche. Nunca tuve novio, nunca di mi primer beso, ni siquiera suelo hablar con personas del sexo opuesto. No solo porque me ponen incómoda, sino tambien porque no siento atracción por ninguno de ellos.

Entonces, encuentro estúpido tratar de parecer linda para alguien que no me importa una mierda, y menos, dejarme manipular o insultar, como he visto a mis amigas hacer muchas veces. Ridículo.

En fin, ahora estoy leyendo un libro llamado Hush Hush, y pienso que me encantaría tener un angel caído detras de mí todo el tiempo. Definitivamente intentaría impresionar a Patch. Pero la cosa es que todos ellos son personajes ficticios, y yo vivo en el mundo real. Apesta.

Si hubiera un chico así en esta pequeña ciudad, yo sería feliz. Pero, seamos sinceros, si hubiera alguien así sería incluso peor porque tendría esperanzas y a veces tener esperanzas es lo peor del mundo.

Con amor, Lis Rowinski.

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