díez

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-¿Como dormiste?-me pregunto con esa sonrisa tatuada en su rostro.

-Bien-le respondí un poco avergonzada por recordar,de golpe,todo lo que pasó la noche anterior.

Me hizo una caricia en la mejilla y cerré los ojos para disfrutarla.

-¿Cual es tu flor favorita?-me pregunto.

-Son muchas las que me gustan.

-Pense en las rosas porque son un clásico,pero creo que a ti te quedan mejor las orquídeas o los claveles-me dijo.

-No hace falta que me des nada,Dai-le dije con verdad.

-No,pero de eso se trata-me dijo y tomó mi mano para llevarse mi mano a sus labios.

Tenía razón. De eso se trataba. De vivir un sueño efímero,donde todo era ideal. Donde no había problemas de ningún tipo,donde no había pasado o futuro. Un paréntesis fantástico que nos devolvería a la cruda realidad, en cualquier momento. Cualquier idea ajena a disfrutar de la forma en que preferimos,estaba fuera de lugar. Los sentimientos estaban de fuera de lugar.

Ese día compartimos las actividades que nos brindaba el viñedo y al anochecer volvimos a la habitación. Cuando ví lo que había allí imaginé que era obra de Dai,pero él estaba tan sorprendió como yo.

-Creo que es cortesía de la casa-dijo al acercarse a la mesa,donde había una botella de vino y una tabla de quesos.

No hice comentarios. Mire la cama con un corazón de pétalos de rosa roja y blanca. Me senté en el borde y puse mi mano sobre ellos,mientras reflexionaba en varias cosas. La primera es que Dai,debía tener una posición bastante acomodaba. Dudaba que un periódico o revista le pagará los costos de una estadía en un lugar como ese. Quizá si, pero en una habitación más sencilla. Además había pagado bastantes otras cosas nada baratas.No pensaba en su estatus económico con interés material, sino intentando entender su actitud o bien buscando desencantarme,para no sentir más.

Sabía lo que iba a pasar esa noche. Cuando se sentó a mi lado y aparto ese mechón de cabello de mi rostro,el suave tacto de sus dedos,me dió escalofríos. Una parte de mí quiso poner fin a eso, pero la otra lo dejo continuar. A la mañana siguiente desperté junto a él. Todavía con pétalos de rosa,pegados en la piel.

Dai tenía el cabello rizado. Por ese peinado que usaba se veía tan abultado. Esa mañana no pude evitar jugar con uno de sus rizos. Eso lo despertó. Me miró y pregunto por la hora,mientras me hacía una caricia. Faltaba poco para las seis. Teníamos que levantarnos para tomar el tren.

Desde el andén podíamos ver la enorme casa,sobre la colina y la viña dejando caer sus hojas en el viento. Hacia un poco de frío y cuando subimos al tren, comenzó a llover.

Ese ferrocarril tenía cubículos. El nuestro estaba al final del vagón. Tenía una sola cómoda butaca. El espacio era más pequeño que los otros,pero así era mejor. El que gestionó el cambio de tren fue Dai y era obvio que no escogió esos asientos a propósito.

Él se sentó junto a la ventana,yo quede hacia el pasillo. El paisaje era algo deprimente esa mañana.

-Luces cansada-comento-Ven y duerme un poco-me dijo mientras tomaba una posición que me permitía usar su pecho de almohada-En la próxima ciudad hay una fuente que cumple deseos.

-¿En serio?-le pregunté mientras descansaba en él.

-Si,pero sólo el de volver a esa ciudad ¿querrías volver?-me pregunto en un tono muy particular.

-Depende de que tan buena sea nuestra experiencia-le respondí al entender.

-Sera la mejor de todas -me dijo al poner su mano sobre mi cabello.

Una vida de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora