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La belleza puede llegar a ser monótona. El paisaje que pasaba por la ventana,era siempre igual. Acurrucada en los brazos de Dai, veía praderas y colinas fértiles,
una tras otra. La voz de mi acompañante me sumergía en historias de sus viajes a travez de ese y otros continentes. A momentos cerraba los ojos para imaginar aquellos relatos tan ricos en experiencia,como en vocabulario. Realmente,a su lado,me sentía muy a gusto.

Dormí unas horas después del almuerzo y desperté justo antes de llegar a la estación. Con entusiasmo Dai,me tomó del brazo para ir a dar una vuelta a la ciudad. La noche la pasaríamos allí,pues el tren partiría por la mañana. Eran casi las cinco de la tarde y aquel lugar rebosaba de vida. A donde quiera que mirara,habia gente llendo y viniendo de un lugar a otro.

-La ciudad del arte la llaman-me dijo Dai-Su arquitectura la hace un museo en sí misma,pero claro que también hay muchos de estos aquí ¿Quieres visitar alguno? 

-Si,me gustaría-le contesté medio soñando.

Dai me dijo que los más célebres, siempre están llenos de turistas,  por eso iríamos a otros que no gozaban de tanta publicidad. Así terminamos en unas calles estrechas y adoquinadas,entre edificios que transportaban a otra época. Habían muchas heladerías en esa zona y Dai me compro un helado típico. Estaba delicioso.Él no quiso comer. Nos sentamos más tarde,después de la visita al museo,en la terraza de un café a comentar lo que vimos en aquel lugar.

Habían pinturas maravillosas de artistas reconocidos. Algunas me gustaron,otras no. Charlabamos animadamente cuando el mesero se acercó con un postre,que no pedí. Me habló en su idioma. Obviamente no entendí,pero Dai si y le indicó algo al muchacho,
que asintió con la cabeza antes de volver hacia la mesa de un hombre jóven,que me miró de una forma extraña.

-No te preocupes. El... joven pensó que estabas sola aquí-me explico Dai-Yo lo he sacado de su error.

Sólo me sonreí,mientras asimilaba que ocurrió.

-¿Sucede algo?-me pregunto cuando noto que yo miraba hacia  donde estaba ese hombre.

-Nada. Por cierto ¿Donde nos hospedaremos?

-Hay un hotel discreto,pero de muy buena calidad,no lejos de la estación.

-Suena bien-le dije y la sonrisa se me quedó pegada en la cara.

Hay muchos tipos de celos. Dai me mostró unos que me causaron varias sensaciones. Después del café,partimos al hotel. Pedimos una habitación y subimos a ella. Allí pude refrescarme con un buen baño. Al salir me quedé sentada en la cama,con mi camisa de dormir, mirando las fotografías que tomo Dai,ese día. Cuando salió del baño,envuelto en una bata blanca,me quedo viendo y me pregunto qué me parecían las fotografías.

-Son buenas. Muy buenas...-le dije y deje la cámara en la mesa de noche-El viaje está pronto a terminar-comente.

-Es una lástima.Empezaba a ponerse interesante-me dijo y se sentó al borde de la cama,muy cerca de mis pies.

Su mano estaba fría y me causó un escalofrío aquella caricia en mi empeine.

-¿Puedo pedirte algo?-le pregunté.

-Desde luego.

-Quítate el anillo y duerme conmigo. Sólo dormí...

Me miró un poco extrañado, luego sonrió y aceptó. Se acostó a mi lado,dejando el anillo en la mesa de noche. Me abrazo con ternura y beso mi frente.

-No quiero sonar como un insensible,pero...

-Lo entiendo-lo interrumpí-Sólo será un momento ¿Si?

Un beso en mi frente,fue su respuesta. Nos quedamos así por más de una hora. Recibiendo esas caricias sutiles,arrastradas por la cercanía. Era algo muy pacífico, que me inducia al sueño. Pero no iba a dormir. Quería disfrutar.

-Hace mucho no estaba así con alguien-me dijo Dai después de un rato y sonreí.

Una vida de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora