Hubo momentos así. Situaciones donde sólo estábamos el uno en brazos del otro. Descansando. Hubo jornadas pasionales y hubo algunas en un delicioso punto medio. Pero esa idílica relación tenía que terminar. El último viaje en tren fue el más silencioso de todos.Era de noche. En la mañana llegaríamos a la estación y desde ahí yo partiría al aeropuerto. Dai se quedaría en ese país un par de días más antes de volver a su vida,a su mujer. Recuerdo que casi me estaba por dormir cuando comenzó a peinar mi cabello con sus dedos.
-¿Puedes quedarte un poco más?-me pregunto y abrí mis ojos.
Alce lentamente la cabeza para mirarle. Lo hice arrastrando las visiones de la vigilia. Aletargada.
-No.
-Puedo pagar tu boleto de avión de regreso. Realmente me gustaría que te quedarás-me dijo.
-Un par de días. Puede ser...
Y me quedé con él una semana más. Está vez en un hotel. En una ciudad llena de canales,por los que navegaban embarcaciones a remos muy célebres. Paseamos en una dos veces mientras, Dai me hablaba de la arquitectura y el festival pronto a realizarse. Un gran carnaval de excéntricos trajes y hermosas máscaras de porcelana. Aquella fue nuestra última jornada juntos y acabo con dos extravagantes atuendos en el piso,de una habitación de hotel.
Hasta el último momento no hubo preguntas respecto a nuestras vidas,fuera de esa burbuja de cristal. Sólo éramos él y yo,en ese momento.
Mi avión salia primero y Dai fue a despedirme. Me obsequio un hermoso cristal,del que colgaba una esfera cristalina de muchos colores.Aparte mi cabello para que me pusiera aquella joya. Después me quede viendo esos ojos violeta,ingenua o neciamente,aguardando una palabra o un gesto desprovisto de esa actitud tan distante,que tenía casi todo el tiempo.
Debajo del abrigo,mi corazón se apretaba y mis manos temblaban producto de mi disputa interna. Quería decirle cosas fuera de lugar. Acabe por darle un beso nada más. Pero un beso que cayó en el aspaviento casi patético. Es que sentía que no lo volvería a ver nunca más. Que estaba perdiendo algo que no iba a volver a encontrar ni siquiera en similitud. Arrebatos de niña torpe e ingenua, habrá pensado para sus adentros. En esas regiones escondidas,bajo la pesada cubierta de hielo que cargaba. Mas es que yo,habia visto esa tierra fértil que cubría la escarcha. Había vivido en el calor de sus nieves. Mi mente me decía no,pero mi corazón y mi alma no obedecieron a la implícita regla de: nada de sentimientos. Me llene de ilusiones que morían en ese beso y abrazo gentil. En ese viaje alegre me sentí y por un momento contemplé ser su verdadero querer. Fue todo tan efímero como la vida de una pompa de jabón.
Cuando me aparte de él y mire sus ojos no ví algo ajeno a lo que había visto hasta entonces. Lo entendí y sonriendo me alejé repitiéndome no mirar atrás,
pero cedí a la curiosidad.Lo ví alejarse e inesperadamente voltear a verme. Lucio desconcertado,sonrio y retomó su camino.Al volver me hundí en una soledad que consumió mis ánimos por varias semanas. Hasta que decidí dejar todo como un lindo recuerdo. Curiosamente fue cuando recibí un correo electrónico de su parte,con las fotografías y vídeos prometidos. Al volver dude de que cumpliera con aquello,pero me equivoqué. Sin embargo,ignore el contenido audiovisual para buscar una frase de consuelo,mas no había nada. Esa noche me quede viendo las fotografías hasta la madrugada. Sin duda eran un buen recuerdo. Eso solamente.
El tiempo avanza sin clemencia por nada ni por nadie. Un año entero pasó y el coyar se quedo guardado en un cajón hasta una mañana de Diciembre, que recibí un correo con una invitación. Dos semana después estaba en el puerto esperando abordar un crucero.
Lo ví en la cubierta. Llevaba un atuendo menos formal,pero en su estilo. Mi corazón dió un brinco y corrí a él para colgarme de sus brazos,que me recibieron con la consistencia de la madera del olivo. Con una mezcla entre la dureza y la plasticidad.
Los:te extrañe tanto,quedaron mudos. Habló en plural porque en su abrazo sentí eso que experimentas al reunirte con algo que pensaste perdido. Mas no hice alusión a nada de eso. No había espacio para esas cosas. Por lo que durará ese viaje yo sería su esposa y él mi marido. Sólo existía ese espacio,ese momento.
Compartíamos un cómodo camarote con vista al mar, que desde allí se veía como una planicie azulina. Era lo de menos. Volvía a estar con Dai otra vez.
Esa noche nos quedamos en la cama,en lugar de ir a la fiesta de bienvenida a los nuevos pasajeros. Estábamos recostados allí,abrazados. Familiarizandonos el uno con el otro.-Extrañe esto-me dijo al besar mi frente.
Mi respuesta fue acurrucarme un poco más. No quise indagar en el significado de sus palabras. No quise imaginar absolutamente nada porque tal vez,Dai y yo, sólo funcionabamos así. Además la vida es el mejor guionista que pueda existir. La mayoría de las veces. Mientras abanzabamos al desenlace éramos todo. Un refugio del hastío,un consuelo, la alegría,el amor,el deseo. Todo en una vida de cristal.
-Hay una hermosa luna allá afuera-me dijo-¿Quieres salir a verla?
-Si-le respondí de forma algo infantil.
Me dió su mano y la sujete,para juntos caminar por la cubierta.
Fin.
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Una vida de Cristal
FanfictionUn viaje en tren y un hombre con un café frío. Es una historia romántica sin nada en particular.