Capítulo 8°

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- Por eso las oraciones se dividen en párrafos, y cada uno -el sonido de la campaña interrumpe la horrible voz chillona de la maestra Gin. recojo mis cosas y salgo de prisa del aula. Mientras camino escucho que llama, pero no es a mi si soy nueva.

- Oye espera… -giro chocando con unos oscuros ojos que me miran con interés.

- No tengo tiempo -lo ignoro y sigo caminando.

- Yo mucho menos, pero solo serán dos minutos -sujeta mi muñeca.

- Que sea rápido

- Si es para pedirme disculpas por lo de esta mañana, no me interesan tus disculpas -cruzo los brazos.

- En primer lugar -da un paso en mi dirección – yo no pido disculpas -otro – segundo, tampoco me interesa tu perdón -ya invadió demasiado mi espacio personal -  y por último no menos importante…

- Existe algo llamado espacio personal por si no sabías -interrumpo su discurso barato colocando mi mano en modo de silencio.

- Eres una insolente, que sea la última vez que me mandas a callar… -se detiene al escuchar unas voces a nuestras espaldas.

- ¡Ana! -otra vez el destino a mi favor

- Wey - Lían me salva el trasero

- Te estamos esperando… ¿y el quien es?

- Ah…vamos -lo arrastro asía la salida

Una semana. Una semana ha pasado desde que llegue a este lugar y para ser sincera no hay nada interesante que contar. Las clases no son tan tediosas como las imagine, pero es lo único que me mantienen ocupada, esta casa es super aburrida para mi gusto.

Me encuentro en la sala viendo una de mis series favoritas “el secreto de Anabell”. Es una de las películas de terror que más me llaman la atención puede parecer extraña, pero eso del romance y el vivieron felices por siempre me es algo muy cursi y son cosas sin sentido para una chica que ha convivido la mayoría de su vida rodeada de chicos con hormonas exageradamente rebeldes. Hablando de mis buitres no los he visto en todo el día, pero no me preocupan, lo que me preocupa es con quien andan…

- Así que te gusta ver películas de terror -pego un brinco acompañado de un exagerado grito del susto.

- ¡¡Maldición me asustaste idiota!! -llevo mi mano al pecho y siento mi pobre corazón latiendo a mil por hora.

- Bueno quizás ese era el objetivo -engancha su patética sonrisa que debo admitir es un experto en sonrisa ya sea arrogante o seductoras, pero esta es de idiota burlón.

- Eres un completo imbécil o espera la palabra imbécil te queda muy pequeña al igual que idiota… ya no sé cuál de todas usar contigo -brinca de la parte de atrás del sofá para quedar sentado a mi lado, ruedo los ojos.

- También me caes bien hermosa pero no eres mi tipo, lamento desilusionarte -ignoro ese tonto comentario.

- ¿Qué diablos haces aquí y como entraste sin tocar? -lo interrogo

- Entre por la puerta del jardín estaba abierta -sube los pies a la mesa y coge el tazón de palomitas que yo estaba comiendo antes de ser interrumpida – además tus títeres no están ni el resto de los idiotas de esta casa, así que decidí sacar un segundo de mi maravilloso tiempo para hacerle una pequeña visita a mi nueva amiga -arqueo una ceja por su tan amabilidad -siéntete privilegiada no hago esto con nadie todos los días

- así que te importo? -bromeo y el me mira -no será que quieres algo o viniste solo a fastidiar, además ¿Cómo sabias que estaba sola? -su semblante despreocupado me provoca intriga yo misma no sé dónde andan mis chicos y los cavernícolas de esta casa a estas horas de la noche.

- Se fueron de fiestas y no te invitaron cariño -se burla – quizás no seas tan indispensable después de todo -ese simple comentario provoca una punzada en mi pecho. Son mis amigos ellos prometieron a mis padres que me cuidarían y ¿qué es lo primero que hacen apenas llegan aquí? Irse de fiestas y abandonarme, seguir las normas del maldito rey nórdico, pertenecer a la manada opuesta, solo para encajar entre los populares.

Auch me frustra que todos siempre me decepcionen.

- Yo nunca te desepsionaria– mierda olvide por un segundo que él seguía aquí.

- ¿Por qué debería creerte? -lo miro a los ojos y se encoje de hombros sin contestarme. Por un momento me dejo perder en su profunda mirada. Esos ojos tan oscuros y misteriosos como su dueño.

Yordan Miller: es todo un personaje ojos negro intenso, piel tostada, un cuerpo que de solo verlo sin camisa te pones, un rostro y expresión de chico malo con esa ropa de negro, siempre que lo he visto lleva camisa negra fina con los tres primeros botones desabrochados que deja a la vista un poco de piel, pantalones negros ajustados. Todo eso ligado a su maquiavélica personalidad, diría que es mi tipo de chico. Pero él no tiene que saber de los efectos que podría provocar en mí.

- ¿Qué tanto me ves?  -despierto de mi ensañamiento.

- Solo trato de descifrar tu repentino interés en mí.

- Eres hermosa en mucho sentido, quizás solo este aquí porque te quiera follar -mi rostro se enrojece tanto que apostaría compararme con un tomate. – pero quizás haya otra razón más fuerte que esa -toca mi mejilla izquierda con suavidad, desciende por todo mi rostro hasta llegar a mis labios, donde se detiene a mirar y su mirada intensa me provoca escalofríos por toda el cuerpo – desde que te conocí me llamaste mucho la atención, claro cualquier hombre caería a tus pies -susurra yo cierro los ojos cuando lo tengo a  centímetros sus labios rosan los míos – lástima que yo no soy cualquier hombre -se despega de golpe logrando que habrá los ojos.

Y así mismo como entró sé fue dejándome anonadada.

LA ADOPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora