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La Propuesta

Rayos de sol entraban por la ventana de Emilio. La alarma no había dejado de sonar los últimos díez minutos, pero eso no fue impedimento para el sueño de Emilio. Abrió sus ojos ligeramente, por alguna extraña razón sentia que habia dormido más de lo necesario. Cuándo su cerebro captó que su alarma estaba sonando, se levantó desesperadamente de la cama, observando el reloj de mesa.

La hora le confirmaba que ya iba tarde, en díez minutos necesitaba estar ya en su trabajo; con el café de su jefe en la mano. Tomo su traje formal, y con demasiada prisa se bañó. Fue un baño vaquero de aproximadamente tres minutos; seco su cuerpo con demasiada prisa, se puso desodorante, crema en el rostro, limpio con desespero sus oídos, lavo sus dientes y se vistió apropiadamente para su trabajo.

Tomo su mochila de lado, metió rápidamente su teléfono, llaves y papel importantes que su jefe podría llegar a necesitar.

Salía a toda prisa de su departamento, el ascensor tardo un poco en acudir al piso donde se encontraba él esperando. Apenas las puertas se abrieron se metió al ascensor con desesperó, y presionó repetidas veces el botón del piso uno. Las puertas se cerraron, durante esos segundos que el ascensor tardo bajando, Emilio no dejaba de revisar su reloj de mano.

El ascensor se abrió en el primer piso del edificio, Emilio salió corriendo de aquel lugar empujando a gente que esperaba para subir al ascensor. Salió por las enormes puertas del edificio, y corrió contra el tiempo en la espera de llegar a tiempo por el café de su jefe. En cualquier otra ciudad hubiera sido extraño ver a un joven adulto corriendo por la ciudad, pero en esta no, era New York, la gente corría en esta ciudad para sobrevivir.

Para suerte de Emilio la cafetería estaba a medio camino de su lugar de trabajo. Al entrar al establecimiento de café, se halló con la grata sorpresa de una fila interminable, que sin duda alguna lo haría llegar tarde.

––¡Emilio!––

La voz de cajera del lugar llamo la atención de Emilio. La joven le mostró dos cafés ya preparados, así que abandono la fila y se acercó al mostrador.

––¡Gracias María! Me salvaste la vida–– Exclamo Emilio aliviado.

––No hay de que, ahora ve a tu trabajo no queremos que el diablo se enoje contigo––

Emilio sonrió al entender a quien se refería María.

––Gracias Mari...Adiós–– Le dio una última sonrisa a la chica con la que llevaba coqueteando hace más de dos semanas.

Salió corriendo de la cafetería, sus dos brazos iban algo levantados intentando no derramar el café, cruzaba calles entre los carros, en esos momentos prefería que lo atropellaran para poder poner la excusa de porque llego tarde al trabajo. Pero para su desgracia ningún automóvil lo atropello.

Entro al edificio de la editorial donde trabajaba, corrió por todo el pasillo empujando a compañeros de trabajo logrando llegar al elevador segundos antes de que este se cerrara. Al estar dentro del ascensor volvió a ver la hora que marcaba el reloj de su muñeca. Soltó todo el aire de sus pulmones al darse cuenta que su jefe llegaría aproximadamente en siete minutos. Presiono el botón del séptimo piso de la editorial, todo el transcurso de segundos que tardo el elevador logro tranquilizarse a sí mismo.

Las puertas del ascensor se abrieron, Emilio salió tranquilamente caminando por el pasillo, saludaba a compañeros del trabajo. Al toparse con la recepcionista la saludo sin dejar de caminar, ella le regreso el saludo. Emilio iba a regresar su mirada hacia enfrente cuando sintió un golpe contra su pecho y como un líquido comenzó a correr por su cuerpo.

––¡Perdón Emilio!–– Se disculpó el chico de ojos pequeños.

––¡No me jodas!–– Lloriqueó.

––Perdóname amigo—Emilio dio un largo suspiro y sonrió.

––Tranquilo está bien, ahora ve a trabajar, el diablo está a punto de llegar––

––Nuevamente perdón–– Se disculpó el chico de ojos pequeños antes de irse apenado.

Emilio rodo sus ojos, y siguió su camino hasta la oficina de su jefe. Entro ala oficina y dejo su saco sobre su escritorio que se encontraba al otro lado de la habitación, que quedaba frente a la de su jefe. Salió de la oficina, y camino a donde estaba Nikolas.

––¿Y a ti que te paso?–– Pregunto Nikolas riendo al ver la que era la camiseta blanca de Emilio, que ahora tenía una mancha de café gigante.

––El estúpido de Valdés me choco y el café del jefe callo encima de mi––

––Valla la suerte que tienes–– Emilio se le quedo viendo a Nikolas.––¿Qué?––

––Me debes una por presentarte a Eduardo Barquín–– Dijo Emilio.

––¡Uy! De haber sabido que después de dos años me pedirías un favor porpresentarme a tu sexi amigo, jamás te lo hubiera pedido––

––Gracias a que yo los presente, llevan dos años de relacion–– Nikolas vio feo a Emilio.

––¿Qué es lo que quieres?–– Emilio sonrió ampliamente al ver que su plan si funcionaria.

<CONTINUARÁ>

LA PROPUESTA [EMILIACO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora