Capítulo Siete (2/2)

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No podía creer la felicidad que sentía estando con ellos, el vacío cuando se marchaba, la ansiedad de que aquello no fuese real y no

durase para siempre.

Todo aquello era tan nuevo para él que temía meter la pata. No podía arriesgarse a dejar que el mundo los separase antes de que tuvieran algo sólido.

Y la reacción de Harry aumentaba sus miedos. Lo había interpretado mal, pero su reacción no había sido la de pelear por ellos, al contrario, había aceptado sin problemas que todo terminase.

¿Significaba eso que no estaba a su lado, que no sentía lo mismo que él? ¿O no tenía fe y creía que iba a fallarle? ¿Era por eso por lo que le resultaba tan fácil creer que iba a marcharse?

Pero era lógico, pensó entonces. Dos días perfectos y alguna hora robada durante la últimas semanas no cambiaban nada.

Por eso era imperativo que le demostrarse, a él y a Louis mismo, que podía quedarse, que podía ser lo que quería que fuese, lo que Harry y Aiden necesitaban que fuese.

Y sólo tendría esa oportunidad si se alejaban de Nueva York y de

su familia durante algún tiempo.

–Ven a Creta conmigo, Harry. Pasaremos unas semanas tomando el sol, olvidando las exigencias del mundo y concentrándonos sólo en nosotros y en Aiden –intentó animarlo–. No he tenido vacaciones en veinticinco años y estoy seguro de que tampoco tú lo has hecho últimamente. Nos lo debemos a nosotros mismos, ¿y dónde mejor que en las playas de mi país?

Harry lo miró, en sus ojos una mezcla de tempestuosas emociones.

–No sé…

–Por favor, precioso mio, di que sí.

–Sí.

Ésa parecía ser la única respuesta. Había dicho que sí a la irresistible invitación menos de veinticuatro horas antes y, después de explicarle a sus hermanos que iba a tomarse unas vacaciones porque se encontraba cansado, allí estaba, al otro lado del mundo. En Creta, donde habían llegado en el avión privado de Louis … él y su séquito.

Aunque él le había asegurado que su tíos vivían allí y tenían experiencia con niños, Harry había insistido en llevar a Eleni, al marido de Eleni, su hija, su yerno y sus nietos, todos encantados de volver a su patria en aquellas inesperadas vacaciones.

Después de aterrizar en el aeropuerto de Heraklion, la capital de Creta, el propio Louis los había llevado hasta la finca pilotando su

helicóptero. En la pista, a un kilómetro de la mansión, los esperaban dos limusinas.

Una de ellas llevó a Eleni y su familia hasta la residencia de invitados, un edificio en medio de un campo de olivos, a cinco minutos de la casa principal.

La limusina en la que viajaban Louis, Aiden y él, se detuvo frente a un edificio de tres plantas construido sobre un promontorio. La casa, rodeada de palmeras, cipreses y pinos, era de piedra blanca y, al atardecer, adquiría el mismo tono dorado que la arena de la playa a unos metros de la entrada. Estaban frente al mar de Creta, de un azul intenso, la brisa moviendo las ramas de los árboles…

Enamorado de Mi Enemigo » [M-PREG] Larry AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora