Capitulo Cuatro (2/2)

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Maratón 4/6

Harry frunció el ceño. Todas las mujeres y hombres parecían pensar lo mismo. Y, aunque Harry no era celoso, no le gustaría terminar con un hombre al que deseaban todas las mujeres y algunos hombres , un hombre que nunca sería suyo.

Se encontró imaginando cómo reaccionaría Louis ante su amigo de la infancia. Zyan, el rebelde que se había enfrentado con su anticuada familia para convertirse en modelo y diseñador de moda, era un dios. A Louis, como a todos los hombres, se le caería la baba ante su presencia, su gracia, su masculinidad, su melena castaña y esos ojos azulados.

–¿Cuánto tiempo piensas hacerle sufrir? Yo diría que al menos un

día por cada mes. Y tal vez una semana más por su última trasgresión...

–Zaynie, no voy a hacerlo sufrir, sudar o salivar. Le he dicho que no.

Zyan sacudió la cabeza.

–Es comprensible, pero no es la reacción adecuada.

–¿Cómo que no?

–Ya sé que nunca has querido casarte después del fiasco con Steve, por mucho que tu familia insistiera. Creo que ellos han contribuido a tu eterna independencia con esa larga lista de aburridos pretendientes. Pero tienes casi treinta años y no te estás reservando para ningún hombre, porque quien te gusta es Louis Tomlinson… tanto que has tenido un hijo con él, por el amor de Dios. Y como te ha ofrecido matrimonio, ¿qué mejor pretendiente que él?

–O el peor –dijo Harry–. Ese hombre es enemigo de mi familia. Mi enemigo.

–Eso es en los negocios.

–Y personalmente no le importo nada –insistió Harry–. Ni Aiden tampoco. No sé por qué dice querer casarse conmigo, pero no tiene nada que ver con el afecto o con el amor. Una de las objeciones de mi padre hacia él era cómo trataba a su familia. Tiene seis hermanos a los que paga en lugar de dar afecto. Su hermano menor murió en un accidente y él no se quedó para consolar a su familia ni una sola noche.

–Pero tal vez contigo sería diferente –objetó Zyan.

–No, mejor que Aiden no conozca a su padre que tener un padre que no lo quiera.

–No sabía que fuese tan malo. Pero, oye, también debe tener cosas buenas.

–¿Por ejemplo?

–Un hombre que ha levantado un imperio por sí solo, desde abajo,

sin estudios superiores, que empezó con un barco de pesca a los catorce años, tiene que ser alguien especial. Tal vez tenga virtudes que compensen su falta de afecto.

La insistencia de Zyan por hacer que viese la parte buena de Louis sólo consiguió que Harry lo viese todo negro.

–Según sus hermanos, no lo tiene. Además, está el problema que hay entre mi familia y él. Louis dice que intentará que nos llevemos bien, pero en cuanto vea las nuevas condiciones del contrato seguramente me mandará al infierno.

–¿Y por qué no cambias las condiciones?

–Porque no puedo hacerlo. Además, mis hermanos están que trinan desde que me quedé en estado. Si descubren que Aiden es hijo de Louis lo matarán o intentarán obligarnos a contraer matrimonio.

–Pero si nadie tiene que forzarlo a casarse, ha sido él quien lo ha propuesto.

–Sí, ya. Y cuando le dije que no, debió respirar tranquilo.

–Por lo menos piénsalo, ¿de acuerdo? Hazlo por mí –le pidió Zyan–. Me encantaría diseñar tu traje de novio.

Harry abrazó a su amigo, que intentaba evitar lo que para el era un error. Pero el mayor error sería dejar que un hombre frío como Louis Tomlinson entrase en su vida.

Harry despertó después de una noche luchando contra unos tentáculos que parecían querer llevarlo a un abismo sin fondo.

Y la peor parte era que el había querido sucumbir. Suspirando, se dirigió a la habitación de su hijo. Siempre tenía que ver a Aiden antes de hacer nada por las mañanas, pero aquel día el deseo era una necesidad.

Mientras iba hacia su habitación sonó el timbre y Harry se detuvo

en el pasillo. Eleni solía llegar a las ocho de la mañana, pero era sábado y la niñera tenía libres los fines de semana porque quería estar sola con su hijo para compensar las horas que pasaba fuera durante la semana.

¿Quién podría ser? Harry corrió a la puerta, asustado y cuando abrió…

Louis estaba al otro lado, vestido por primera vez de manera informal con un pantalón vaquero. Sus ojos parecían de hielo bajo la lámpara que iluminaba el lujoso corredor que llevaba a su apartamento.

Nada había cambiado, nada cambiaría nunca. Y, sin embargo, lo único que deseaba era echarse en sus brazos, besarlo y decirle que aceptaba su oferta.

Todo lo que había intentado olvidar durante esos meses parecía envolverlo en aquel momento; el anhelo que había suprimido, la tristeza durante el embarazo y varios meses después del parto, la resignación de ser padre, empresario, hermano, amigo, pero nunca un hombre feliz, nunca como lo había sido con él.

Y supo entonces que tenía que hacerlo. Debía aceptar la oferta para terminar con esa angustia, para experimentar de nuevo esa intimidad, esa sensación de estar vivo que sólo él podía darle.

–Si has venido para ver si he cambiado de opinión…

–He venido a decirte que yo he cambiado de opinión –lo interrumpió él–. Quiero que olvides todo lo que dije ayer.

Enamorado de Mi Enemigo » [M-PREG] Larry AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora