Capítulo veinte

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Capítulo veinte

Jennifer Lemonis

Llegamos a la comisaria local, no esta muy lejos de la casa, por suerte Erea vino porque la llame y tenía que venir a recoger el auto. Y bueno, me ayudo a pagar la multa por supuestamente conducir mal y tener mi carnet de conducir sin renovar.

-Buenas tardes señorita Lemonis- habla el oficial luego de entrar por pa puerta del pequeño despacho en donde me encuentro.

-Buenas tardes señor oficial- digo acomodandomd en la silla

-Veo que ya pago las multas, pero si quieres seguir conduciendo creo que sera mejor que renové su carnet.

Asiento a lo que dice y afirmo que mañana iré a las clases de conducir. Me despide diciendo que afuera me espera mi hermana y mi chico. Ángel, mi chico, es raro decirlo o mejor dicho pensarlo, si el primer día me hubieran dicho esto, creo que me reirá, es algo tonto. En ese momento no quería una relación con nadie y como dicen: del roce se hace el cariño.

No es que nos hayamos rozado literal, o si, pero es eso de vivir juntos, verlo todos los días, que te motive a hacer algo que te gusta. Y cuando sonríes con solo mirarlo y no te das cuenta que lo haces, has caído rendida antes sus pies.

Y se que esto sonará cliché, pero tiene mucha razón en los cuentos al decir que cuando conoces a alguien, que moverá tierra y mares por ti, sentirás cosas en tu interior. Pues yo sentí a los gusanos en mi interior ¿Qué? Aún no se convierten en mariposas.

Con Ángel olvido todo y nunca mejor dicho, olvidé muchas cosas estos últimos días, como hacer la cena de navidad, tuvimos que ordenar pizza.

Me acerco los pocos pasos que me queda para llegar a ellos, la primera en venir y llevarme a sus brazos es Erea. Y como si fuera mi madre, que hablando de ella, aquí no esta, me da mi regaño.

Igualmente le sonrió por su preocupación, miro hacia Ángel que sonríe muy complacido. Se acerca a mí y me toma de la mano atrayéndome hacia su cuerpo.

-Me están llamando, aprovechen los minutos sin mi- ríe -Los espero en el auto- y se aleja mientas habla por teléfono.

No lo escuche sonar, puede ser que Erea quería dejarme los minutos a solas o estaba en vibrador. Ángel se acerca a mi oído y me hace un poco de cosquillas su respiración en mi odio, razón por la que suelto una pequeña risa.

-Escuche lo que pensaste- susurra en mi oído antes de presionar sus labios sobre el

-¿Así?

-Si- ríe -Es algo raro que digas que lo que tienes son lombrices y no mariposas, una manera muy creativa para decir que estas enamorada de mi Jennifer

-No he dicho ni pensado que estoy enamorada- sonrió -Eso aun no sé

-¿Tengo que esperar a que las lombrices se hagan mariposas?

-Tal vez- precioso mis labios sobre los de él de manera corta -¿Ves que si puedo salir de mis problemas sin tu ayuda?

-No se porque pierdo el tiempo advirtiendote- ríe y sus labios se unen a los mios en un beso.

Esta vez es más largo, nuestros labios se mueven al compás, estamos en una pequeña lucha para saber quien toma el control, no es fácil la pelea. Sus manos son puestas en mis caderas y no tardo en llevar las mías a la parte baja de su nuca.

Siento una húmedas en mis labios y lo veo como una petición para que habrá mis labios y dejar entrar su lengua por estos. ¿Por qué no? Así que lo hago. Su lengua explora mi boca, como sino la conociera, casi ruedo los ojos.

Última oportunidad Ángel [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora