Capítulo diecisiete

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Capítulo diecisiete

Ángel…

No puedo detenerme, no quiero. Mis labios abandonen los suyos y van a si cuello, chupo, lamo y muerdo dejando marcas en este. Mis manos acarician cada parte de su cuerpo, no hay trozo de piel que no haya sido tocado por estas.

-Ángel- susurra excitada en mi oído y eso no hace que me detenga, todo lo contrario, quiero continuar.

-Jennifer- me acerco a su oído -Me llevarás a la perdición, iré al infierno- nuestras respiraciones están agitadas y esto aun no empieza.

-Tú me harás tocar las estrellas, me llevaras al cielo.

-Ninguna estrella tiene tu cuerpo- ríe y me uno a ella

-Cursi y gracioso- concede acaricia mis mejillas

Vuelvo mis labios a los de ella y estos no pierden el tiempo para hacernos sentir millones de sensaciones.

Con sus pies baja mi pantalón de chándal, lo hace rápido, como si tuviera experiencia. Queda mi boxer con mi gran erección y no dudo en presionar esta sobre su vagina.

Pequeños quejidos escapan de sus labios dándome la posibilidad de introducir mi lengua, saborear cada parte de su boca. Deja de besarme, pero seguimos unidos.

-Los condones, hay que comprar- ríe y sus ojos se cierran.

-¿Entonces?

-A unas calles hay una farmacias, vamos y continuamos- sonríe y preciosa sus labios de manera breve sobre los mios

-¿Me harás salir con una erección?- ríe más y sonrió viéndola, sus mejillas estan levemente sonrojadas, es muy lindo.

-Si vamos, estaré delante de ti cubriendote- ríe

Acepto y nos levantamos colocándonos la ropa, toma las llaves y salimos de la casa.

Como dijo ella se coloca delante de mi mientras yo la abrazo, soy consciente de que mi polla esta siendo pegada al trasero de Jennifer, ella muerde muchos sus labios y sus pensamientos no son sanos y le gusta.

Me gusta lo que piensa, es divertido. Doy un beso breve en su cuello y sonríe. Al llegar a la farmacia es una suerte de que solo hayan dos o tres personas. Hay una pareja de adolescentes a unos metros del mostrador, hablan bajo, están sonrojados y por sus pensamientos estan aquí por lo mismo que yo y Jennifer: condones.

Me acerco al oído de la chica que me cubre y le susurro la situación de los adolescentes. Ella sonríe y nos acercamos al mostrador para comprar.

-Hola- dice la mujer de mediana edad que atiende -¿En que les puedo ayudar?

-Buenas tardes ¿Me puede dar diez tiras de condones?- dice sin vergüenza, de hecho con una gran sonrisa en su rostro.

-Eres valiente chica- sonríe y se acerca más -Esa parejita lleva media hora queriendo comprar condones y no se atreven- susurra y ríe

-Si, nos dimos cuenta, por eso le daré la mitad de los que compre- ríe Jennifer

La señora nos da lo que queremos y le pagamos. Caminamos hacia la pareja que cuando nos miran se enderezan y se ponen serios

-Hola- saluda la chica

-Hola- digo mientas Jennifer les extiende la mitad de los condones que compro

Ellos parecen sorprendidos y avergonzados. Jennifer ríe de manera que no se sientan ofendidos, lo hace de manera amable

-No sientan pena, es normal tener relaciones. Pero siempre protegidos- sonríe -Disfrutenlo.

Última oportunidad Ángel [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora