Feliz Aniversario

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Juliana pov.

Sólo había una cosa peor que despertarse a las cinco en punto cada lunes por la mañana. Era  despertarse sabiendo que el resto de mi semana la  iba a pasar trabajando en Carvajal Industries.

¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!

El sonido de mi alarma me saca de mis pensamientos, y ruedo sobre mi cama, tirando de mi reloj desde la pared. Suspirando, quito las sábanas de mi cuerpo y me dirijo al baño, tomando una ducha rápida y caliente. 

En el momento en que salí, me cubrí el rostro con una ligera capa de maquillaje y me puse mí vestido azul marino favorito con unos tacones. Debatí si debería usar algo más festivo para celebrar la ocasión de hoy, pero esta mierda no valía la pena celebrarla.

Nunca.

Cogí mi teléfono y noté una gran cantidad de mensajes nuevos de mis compañeros de trabajo más cercanos.

¡Felicitaciones, Juliana!

¡Felicidades por los dos años con la Loba, Juliana!

¡Así es, Juliana! ¡Dos años!

¿Cómo carajo duraste tanto?

¿Estamos celebrando esto o no?

Otro año en mi trabajo debería haber garantizado una noche de champaña, una  noche de celebración con amigos o incluso la felicidad legítima.

Pero trabajar para Valentina Carvajal — sólo significaba otra "x" estampada en mi calendario de "días hasta que logre irme".
Una de las mujeres más exasperantes con las que había trabajado, Carvajal era un enigma seductor que comía ofertas para el desayuno, almuerzo y cena.
Era el tipo de mujer que poseía un traje de diseñador diferente y un reloj de mil dólares para cada día del año. También era, desafortunadamente, el tipo de mujer que todavía lograba hacerme mojar a pesar de su mierda semanal.
Especialmente cuando estaba a segundos de querer darle una bofetada.
En los últimos dos años, había pasado más tiempo con ella de lo que había pasado con alguien más en mi vida. Era la primera persona que veía por las mañanas, la última persona con la que hablaba por la noche, y ya que ambas éramos adictas al trabajo, era la única persona que veía cada fin de semana.  
Estuve a su lado mientras dirigía despiadadamente su corporación multimillonaria, mientras canalizaba sus lecciones de vida por ver tanto El Padrino. Me senté en reuniones con su gabinete más cercano de ejecutivos, tomando notas sobre su lenguaje corporal y observando a cualquier persona sospechosa de serle desleal. Y la acompañé en todos sus viajes de negocios —en el extranjero y dentro del país, y la mantuve al corriente del funcionamiento interno de su  corporación.
Nuestros dos años de relación laboral refleja un matrimonio moderno, sin sexo. Los únicos beneficios que obtuve al trabajar con ella fueron materiales: acceso ilimitado a automóviles, una oficina en la esquina que daba a Manhattan, acceso a su cuenta de crédito cada vez que quería ir de compras y un salario que era más de cinco veces lo que la mayoría de los jefes le pagaban a sus asistentes ejecutivos.

Por otra parte, era un salario que nunca pude disfrutar realmente porque siempre estaba trabajando.

Mi vida era su vida

Al desplazarme por mi lista de contactos, le envié un mensaje de texto al conductor de mi auto.

YO: Estaré lista en veinte minutos.

CONDUCTOR: Estaré allí en quince.

Le puse algo de comida y agua a mi gatita, Luna. Luego llamé a la recepcionista principal de Carvajal Industries.

Con Limite de TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora