Capítulo XLVII-Devoraré tu alma.

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Alguna vez escuché de un thriller irrelevante ''No deberéis hablar del mañana si el día no ha terminado'',  creemos que, hacer planes, impulsar metas... que somos lo suficiente para alcanzarlas, creemos que la vida es lo convenientemente buena para permitírnoslo. Somos un segundo, somos un simple pétalo en las corrientes de una tempestad, ''pasajeros'', tenemos el tiempo en contra, tenemos la existencia misma cortándose, nos queda resignarnos a ocupar un espacio sin voluntad, sin aspiraciones, sin deseos, esperar que se cumpla un ciclo en el que no tenemos ningún tipo de poder y la regla es la misma... ''respirar, no vivir'.'

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La chica curvó la comisura de sus labios, concediéndole ese gesto mezquino posado en aquella ligera sonrisa, se sacó el basto abrigo de pieles y estampado animal print de leopardo, lo arrojó sin mucha modestia a un asiento de un lado, se sentó en la cabina de enfrente y dejó su bolso sobre la pequeña mesa que no dejaba demasiada distancia entre ambos, tomó el labial del mismo, retocó el rojo sangre en cierta extravagancia ante un suscitado alarde de sensualidad y provocación.

—¿Me vas a decir qué es lo que buscas?—Jaden intervino cortantemente bajo ninguna expresión certera, inclinado a la mirada vil de su ex-prometida.

—¿No es obvio? Vine abrirte los ojos, Amin.—admitió ella, sacándose los guantes de cuero negro y tirándolo con lo demás.

—Lamento decirte que viniste en vano.—señaló tras un breve silencio.—comprendo las cosas mejor que nunca, Gabriela, y sé perfectamente en qué lado te encuentras, y no es del mío... ¿Quién te envió?—preguntó con el tono áspero y un porte más intimidante.

—Vine por cuenta propia.—se apresuró a decir aparentemente ofendida.—escucha, te equivocas, estoy de tú lado, a pesar de cómo iniciaron las cosas, yo sí siento algo por ti, de verdad te quiero.—deslizó la mano sobre la mesa con la intensión de unirla propiamente con la de él.

—¿Me quieres?—ironizó escrutando en sus ojos y para sorpresa de ella, se adecuó y tomó su mano.

—¡Sí! En serio.—afirmó acentuando su seguridad.

—Ahora que no poseo ni un céntimo, mi padre me ha arrebatado mi fortuna ¿Me quieres, Gabriela?—susurró ante una calma tétrica, sabiendo de antemano cual sería su respuesta.

Sintió como los nervios de ella se tensaron, y toda su mano se estremeció, su mirada era otro indicio, su voz estuvo ausente por unos minutos mientras que sus ojos no llegaron pestañear en la impresión.

Él echó la cabeza hacia atrás, reposándola sobre el espaldar del asiento, tamboreó los dedos sobre la mesa y comprendió que estaba en lo correcto, ella jamás amaría a un mísero desfavorecido.

—Él no te ha despojado de nada, es tu padre,—tomó aire y lo constó con rapidez.—solo es necesario que te redimas para obtener su perdón, podrás tener todo lo que te corresponde otra vez, tus deseos a la merced, tus excentricidades, solo... mírate, tú no naciste para servir, no eres un criado más, nosotros nacimos para que nos sirvan, este lugar es un asco—reforzó su puño e indicó la vista a su alrededor, el restaurant estaba sucio y desordenado, por ende su voz se volvió segura y persuasiva.—¡tu vida es un asco!  Pero puedes mejorarla, si me sigues...

—¿Y si no acepto? Si no me redimo.—la desafió y con ello, esbozó una sonrisa totalmente despiadada. 

—Es una locura, sería la mayor estupidez que puedes cometer.—justificó sin creer lo que descaradamente insinuaba, rechazar su posición, su herencia... solo un corto de juicio se atrevería a incurrir a tal delirio.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora