XXI-Somos una enfermedad

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Su respiración es intensa, la violencia con la que choca sus labios contra los míos es incitante, percibo como su corazón se acelera y sus besos llegan a mi cuello, me presiona con fuerza y siento estos nervios impulsivos que recorren mi cuerpo. Se aparta, coloca su frente contra la mía mientras sujeta mi cabello, lo miro directamente y la parte negra de sus ojos se ensancha, me abraza. Podría desear cualquier cosa en este momento, pero lo único que quiero es que dure para siempre.

Enlazaron sus manos firmemente y caminaron en medio de los rieles, hasta llegar al final de las vías.
Se observaban, estuvieron tan solo cruzando miradas por un momento, un suspiro de ella le dio a entender lo que pasaría después.

—Jaden...

—Esta bien, lo sé.

El recorrido del tren terminaba allí, junto con los sentimientos pasajeros que se aferraban pero no eran correctos. Se dieron la espalda y se marcharon en diferentes direcciones, a pesar de esa sensación de insatisfacción, a pesar de que su cuerpo se sienta a la mitad.
Una mínima sonrisa se asomó en sus labios, ella siempre le daba esa sensación de que todo iba a mejorar

Pasaron dos días desde entonces.
Mientras que el presente parecía ser otro de esos lentos y agobiantes, el cielo estaba nublado, Alaya planificaba su tarde de té  y un libro trágico ¿Qué más se podría pedir en esta vida? Lluvia, letras y calor.

Un buen novio por ejemplo—otra vez esa voz interior.
Todo tiene su tiempo, ahora estamos en clase.

Alaya y Susi en los últimos días se sentían más unidas, habían empezado a fortalecer la amistad que por años dejaron a medias. Susana era asombrosa, tenía la manía de aplastar sus toneladas de cabello aunque no sirviera de nada, un segundo después volvían a despeinarse. Presumía ser una de las chicas más inteligentes de todo el salón, y la mejor en la clase de la señorita Vans, la profesora de idiomas, La señorita Vanessa, su nombre real, tenía origen estadounidense aunque siempre presumía su amor incondicional por la isla, era muy joven, alta y delgada, tenía el cabello castaño, casi siempre se lo recogía en una coleta baja, se llevaba bien con todos pero no dejaba de ser exigente con sus estudiantes.

Podía observar como se concentraba en  Miss Vans, como le decíamos de cariño, y no apartaba la vista ni por un segundo. A veces me asustaba cuando no pestañaba, al principio creí que era algo extraña, pero así es Susi, se obsesiona con la clase, con los libros, con todo.

Vans era demasiado puntual, por eso todos se extrañaron esa mañana, había pasado una hora,  ella siempre llegaba diez minutos antes, era muy  organizada en ese aspecto.

Su atención se dirigió al grupo de personas que entraron al salón de repente, sus expresiones lo decían todo.
—Lamentamos informarle que la Señorita Peters murió ayer en un cruel atentado.

Susana se tapó la boca con las manos, de inmediato sus ojos se inundaron.
Alaya quedó frenética, escuchaba aquel discurso y aún así parecía irreal, solo un día antes Vans estaba en el lugar de ellos, iluminando cada rincón con su sonrisa.

Escuchó el golpe del escritorio, giró y miró a Demmy de pie, su rostro estaba tan apagado, tan impactado como el de ella.
—¿Pero cómo? Explíquenos qué pasó.—era Demmy Sanruht,  estudiante de intercambio de España, cualquiera que lo observara por primera vez podría pensar que era el típico deportista, musculoso, bravucón, rompecorazones, pero Demmy era un chico sensible y callado, tenía el cabello rapado y el rastro de una pequeña barba.
Alaya siempre supuso que Susi y él se gustaban pero ninguno de los dos se animaba a dar el primer paso, eran muy parecidos en algunas  cosas y siempre se miraban algo extraño.

—La atropellaron y emprendieron la huida, lo peor es que la Señorita Vanessa estaba encinta.—le respondió el director.

Ninguno sabía de su embarazo.
La mirada decaída de todos no superaba sus lamentos y ese sentimiento de injusticia.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora