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Los siguientes días para Hyungwon fueron un poco tensos. Si bien su trabajo no le permitía tener mucho descanso, si se levantaba muy temprano a cumplir con su deber, por la tarde ya estaba en su casa totalmente en pijama acompañado sólo de su perro. Pero ese era realmente el problema.

Tener tiempo libre solo le servía para pensar más en aquel chico del hotel que conoció en el after party del evento.

Se sentía un tonto, debía admitirlo.

Querer algo serio o duradero con quien compartió cama un momento era un pensamiento muy inmaduro, pero aún así no pudo evitar sentirse triste de que ese chico no se haya comunicado con él desde ese día. Entonces mientras estaba en casa no podía evitar tener el teléfono cerca por si una llamada llegaba de repente.

Y justo mientras pensaba eso, el celular comenzó a timbrar como si hubiera invocado la llamada, pero desafortunadamente no era Wonho, sino su manager.

— ¿Hyungwon? —preguntó al ver que había descolgado la llamada tan pronto apareció en la pantalla pero debido a su propia decepción no quería hablar— ¡Oye, sé que estás ahí!

El delgado suspiró mientras acariciaba a su perro, tirado en el sofá de su sala de estar.

— He terminado de trabajar, ¿qué ocurre ahora? —susurró sin poder esconder su desánimo.

La mujer chasqueó la lengua.

— Yo también me alegro de oír que estás bien. —soltó con sarcasmo, provocando que el menor sonriera levemente— Sé que ya acabaste con las cosas de tu agenda pero estoy llamándote de forma urgente por el bien de mi paz mental... —el delgado apenas hizo un sonido de "Mm" desinteresado para incitarla a seguir hablando, entonces ella continuó— Verás, he estado ocupada agendando muchas cosas y hay una persona que está interrumpiendome todo el rato. Llama y llama incansablemente durante los últimos tres días, a pesar de que lo he ignorado, me ha enviado mensajes alegando que te conoce, pero ya sabes, a veces los fans son t...

— ¡¿Hoseok?! —preguntó levantándose rápidamente hasta quedar sentado— ¿Es él?

La mujer suspiró.

— Así que esto es obra tuya... —susurró en forma de regaño maternal— Mira pequeño mocoso, tengo un trabajo estresante. Te he dicho mil veces que no uses mis números de contacto para engañar a las personas que quieren ser tus amigos, en serio, podrías dar uno falso.

Hyungwon sonrió.

— ¡¿Qué clase de persona sería entonces?! —preguntó en medio de la risa— Perdóname esta vez, puedes darle mi número de celular para que contacte directamente conmigo... Por favor. Seguramente tuvo algún contratiempo.

Para su manager fue muy extraño ver el drástico cambio de estado de ánimo de Hyungwon. Había estado a su lado desde que era un bebé, a esas alturas podría decir sin miedo que lo conocía más que su propia madre. Pero aún así, fue en cierta forma reconfortante que hubiera algo o alguien que pudiera encender una chispa de alegría en alguien que a su corta edad ya parecía tener el corazón marchito.

Después de un breve sermón y la amenaza de una denuncia por explotación laboral como de costumbre, la mujer cortó. No sin antes asegurarle casi una decena de veces al modelo que lo pondría en contacto con el incansable que no la dejaba trabajar.

Se puso tan ansioso que ni siquiera podía estar sentado. Caminó por toda la casa descalzo, sosteniendo el teléfono en la mano y mordiendo los dedos de su otra mano. Casi parecía un niño en navidad, en espera de sus regalos. Cuando el teléfono por fin comenzó a timbrar con un número desconocido, casi se le cayó de las manos.

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