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Pasarelas, luces, asistentes, ropa costosa, maquillaje y peinados que hacían resaltar cada hebra de su rubio cabello ya eran algo cotidiano para él. Definitivamente cada persona que trabajara con él tendría siempre la misma opinión; él no les dificultaba el trabajo en absoluto. Chae Hyungwon parecía haber nacido para ser venerado.

Con los rasgos de un príncipe y el carisma de una flor en primavera, era fácil caer rendido ante sus encantos y cualquier persona que lograra tener algún tipo de relación económica con él, sabía que no había pérdidas. Era una apuesta segura.

La primera vez que Hoseok lo vio en persona fue en ese momento donde justamente puso su pie encima de la pasarela. Con las manos metidas en los bolsillos de la costosa ropa, caminando con tal naturalidad que parecía haber nacido en una pasarela.

Como fotógrafo sabía que su trabajo era capturar los mejores ángulos para que aquellas prendas se vieran más increíbles de lo que eran, pero por un momento olvidó que estaba trabajando. Su mirada se clavó instantaneamente en aquella mirada indiferente y tan pesada como una roca de dos toneladas, pero definitivamente atractiva.

Volviendo en sí despues de un par de segundos que parecieron eternos, se dio cuenta de que no importaba qué angulo capturara, el resultado era natural. Perfecto.

Su paso no era apresurado o tambaleante como el resto de las personas que habían pasado antes que él. El tipo que se hacía llamar Heng Yuan en el mundo del espectáculo tenía la seguridad rígida como un riel. Cada paso era más firme que el anterior y podría jurar que notó en esas comisuras una leve sonrisa arrogante baatante bien escondida.

Siendo la atracción principal de la noche, se mofó como un pavo real frente al grupo de personas formales que lo apreciaban detenidamente como a una joya costosa y pese a su fría aura, acababa cautivando a todos. Así, el evento culminó. El diseñador siendo entrevistado, halagando abiertamente al modelo Heng Yuan por su participación y el grupo de personas reuniéndose en el after party para hacer comentarios sin restricciones acerca del evento. Unos buenos, otros malos, otros envidiosos. Había de todo, había mucho ruido.

Sin embargo, en un sitio había silencio. En ese sitio que nadie podía ver, más específicamente en un camerino, estaba um chico sentado frente al espejo mirándose fijamente, como si esperara una respuesta de sí mismo que no quería otorgarse.

Era normal sentiste halagado en un sitio lleno de gente que no parecía querer dejar de mirarlo, pero estando solo y quitandose la máscara de Heng Yuan solo quedaba Hyungwon. Una persona infeliz que vivía en un lujoso edificio, tenía un perro, insomnio y mal humor la mayor parte del tiempo.

Suspiró y tomó su celular, enviando una llamada al casi único número que había ahí, con el rostro empapado de lágrimas que no sabía cuando habían empezado a brotar.

— He acabado. —mencionó tras que su llamada fue contestada— envía el auto, quiero irme a casa.

Había ruido al otro lado de la línea.

— ¿Cómo? ¿A casa? —preguntó la mujer un poco desconcertada— ¿De qué hablas? El after party acaba de empezar, Hyungwon no puedes irte así, el diseñador me dijo que quería agradecer tu buena participación personalmente y...

— Quiero irme. —la interrumpió— dile que ya me diste las gracias de su parte, invéntate un largo discurso y dile que esa fue mi respuesta. Envía el auto, quiero irme a casa.

La mujer suspiró en el otro lado de la línea.

— ¿Qué ocurre contigo? —cuestionó airadamente— ¿Soy la única que se toma en serio el trabajo? Ya no eres un niño Hyungwon. No tengo obligación de salvarte el trasero cada vez que se te antoje.

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