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Era difícil poder describir el nivel de intimidad que había en la atmósfera después de aquel momento. Y no se trataba simplemente del momento caluroso que compartieron. Ahí sentado en el suelo comiendo un waffle que Wonho pidió por el servicio a la habitación del hotel, mientras el mayor secaba su cabello que se humedeció gracias al suave baño que le ayudó a darse, incluso ahí, la intimidad se sentía cálida y tan normal que asustaba.

Al pensar en la situación, le dio risa.

Ese tipo fue solo un extraño que conoció en la barra de un bar el día anterior, pero ni siquiera habían pasado 24 horas y ya le había vomitado encima, había dormido junto a él, tuvieron relaciones, lo dejó que lo ayudara a darse un baño e incluso hasta le dejó secar su cabello mientras desayunaba.

¿Cómo podría sentirse eso tan hogareño?

— ¿Por qué cierras los ojos y sonríes mientras comes un waffle? —preguntó el divertido Wonho, notando aquella expresión de felicidad rebosante que le parecía más que hermosa— ¿Tan ricos están?

Hyungwon sonrió y suspiró.

— Sólo estaba pensando. —respondió en un susurro, dándole las últimas mordidas a su waffle— ¿Has terminado?

El mayor peinó con sus dedos los sedosos mechones dorados del cabello del modelo y después de un rato de silencio, asintió.

— Creo que ya está. —sonrió— Quizá debería cambiar mi profesión de fotógrafo a estilista a partir de ahora.

Hyungwon se rió y se puso de pie.

— Ni lo sueñes. Te morirás de hambre si haces eso. —se burló buscando sus cosas por la habitación.

Wonho lo miró desde la cama donde permanecía sentado, semidesnudo, únicamente usando la prenda de ropa interior, y siguendo con la mirada al delgado a través de toda la habitación de hotel.

— ¿Ya llamaste? —cuestionó levantando su celular en alto.

Hyungwon asintió sin mirarlo.

— Sí, vendran por mí pronto. —revisó su cabello en el espejo y notó que estaba bastante bien arreglado, pero luego recordó algo y suspiró— ¿En serio estás bien con que me lleve tu ropa?

Wonho soltó una risita desde la cama.

— No te preocupes, tengo alguna mas por ahí. Además... —hizo una pausa para poner una fingida expresión de disgusto— No creo que quisieras ponerte la tuya en ese estado, antes de ser enviada a la tintorería.

El delgado se avergonzó por sus acciones de cuando estuvo ebrio, pero no había nada más que hacer respecto al pasado, por lo que en vez de seguirse avergonzando a sí mismo con los recuerdos humillantes, decidió que usaría esa situación a su favor.

— No tengo dinero aquí para poder pagarte esta ropa... —susurró ganándose un ceño fruncido de parte de su acompañante— Así que... Si me das algún número para poder contactar sería genial. Así podría devolver tu ropa o pagarte para que compres una nueva.

El coqueteo era más que descarado, pero viniendo de una persona tan tierna, sólo podía sentirse una proposición inocente, por lo que el mayor sonrió ampliamente y extendió su propio celular hacia el delgado.

— Tu celular ha muerto y no tengo papel a mano, pero si escribes tu número de celular o el de tu asistente, prometo llamar. —explicó.

Por un momento el delgado sintió un relámpago de tristeza. Si lo hacía de esa forma, había una gran probabilidad de que no volviera a saber de esa persona nunca más.

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