Tercer narración

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Changkyun tomó su bolso, luego de colocarse su abrigo y su gorro negro. Caminó hasta el ascensor, cuando una persona lo detuvo. Era la secretaria del jefe.

—El jefe quiere hablar contigo – Dijo con una voz chillona que irritaba los tímpanos de Changkyun. Asintió y la siguió hasta la oficina del jefe.

—Hyunwoo, ¿quería hablar conmigo?
—Así es, adelante, por favor.

El rubio entró a la oficina y cerró la puerta. Se sentó en una de las sillas que estaban delante del escritorio, y observó a su jefe, esperando a que éste hablara.

—Changkyun, me han dicho que nunca estás en tu escritorio.
—¿Qué? – Preguntó con sorpresa.
—Te han visto caminando en otros pisos, como si estuvieras buscando algo. Además, el otro día te vieron correr hasta el ascensor, insultarlo, luego sonreír cómo un loco y después corriste hacia las escaleras.

Changkyun formó una línea recta con los labios y asintió. —Sí, he estado haciendo esas locuras esta semana.

—¿Y por qué?¿Ocurre algo? – Quiso saber el jefe, quien se sentó y se entrelazó las manos sobre el regazo.

—Sólo he tenido unos días bastantes malos, pero prometo que se terminará.

El rubio se sintió avergonzado, y miró al suelo. Jamás había sido regañado por su jefe, incluso él era uno de los mejores trabajadores que tenía. Sin embargo, tenía razón, no podía seguir cometiendo estupideces, lo iban a echar si seguía así. Hyunwoo observó la puerta cuando ésta se abrió de repente.

—Oh, Hyunwoo, lo lamento, creí que estaba esperándome.

Changkyun escuchó la dulce voz a sus espaldas, y bajó la cabeza. Estaba humillado, se sentía como un niño pequeño que era regañado por su director. Evitó levantar la cabeza, por vergüenza. Agradeció llevar puesto un gorro y un gran abrigo que prácticamente ocultaban su identidad.

—Así es, Jooheon, sólo espera afuera, enseguida te llamaré.

La puerta volvió a cerrarse, y la mirada de Hyunwoo volvió a recaer en él. —Espero que empieces a trabajar como corresponde, porque eres uno de mis mejores empleados, sería una lástima tener que despedirte.

Changkyun asintió, y se levantó de la silla. Abrió la puerta y abandonó la oficina. Directamente se subió al ascensor, quería irse en ese mismo instante. Insertó su tarjeta en el lector, y salió del edificio. Arregló su bufanda, ya que hacía demasiado frío. Estaba a punto de caminar hacia su auto, cuando notó que el auto rojo aún seguía estacionado. ¿El pelinegro aún estaba en el edificio? Siempre se iba más temprano que él, ¿por qué esa vez no?

El rubio dudó entre quedarse esperando o irse. Sentía las manos entumecidas a causa del frío, por lo que decidió esperar en su auto, con la calefacción encendida. Unos largos y fríos minutos después, la puerta del edificio se abrió. Una persona que estaba igual o más abrigada que él apareció. Changkyun bajó de su auto con rapidez al ver cómo la persona abría la puerta delantera del auto rojo. Corrió hasta el auto, y se apoyó contra la puerta, logrando que se cerrara. El pelinegro pegó un salto, pero no se alejó de él.

Llevaba un gorro gris y una bufanda que tapaba la mitad de su cara. Lo único visible eran sus ojos. Unos ojos que brillaban de una forma incomprensible para Changkyun. Eran tan bonitos que hasta llegaban a hipnotizar a cualquiera que los viera. El rubio verdaderamente se perdió en ellos. Sólo pudo reaccionar cuando escuchó la voz que salió de la boca del dueño de aquellos hermosos ojos.

—¿Puedo subir a mi auto? Aquí hace frío.

Era la misma voz suave que había escuchado hace unos minutos. Era la persona que había entrado en la oficina del jefe. “¿Cómo era su nombre?” Pensó el rubio.

—¿J-Jooheon? – Suspiró frustrado por el pequeño tartamudeo que le salió.
—Changkyun, no quiero hablar.

El rubio jamás pensó que su nombre sonaría tan bien saliendo de los labios de alguien.

—Por favor, sólo unos minutos.

—Debo irme – Dijo el pelinegro. Intentó abrir la puerta pero el cuerpo de Changkyun se lo impidió.

—¿Por qué me sigues evitando? Sé que te he hecho daño, pero necesito que me des una segund...

Me despidieron – Soltó Jooheon.

Changkyun cerró la boca. Pudo ver como sus pupilas brillantes se llenaban de lágrimas.

—Lo siento mucho – Exclamó el rubio. Tomó el brazo de Jooheon y lo atrajo hacia su cuerpo. Lo rodeó con los brazos y no tardó en oír los sollozos del otro.

Minutos después, las lágrimas y los sollozos cesaron. El pelinegro se alejó de él, y lo empujó levemente hacia la izquierda. Insertó la llave en la cerradura y abrió la puerta. —Entra, hace mucho frío.

Changkyun asintió y rodeó el automóvil. Abrió la puerta del copiloto, y entró. Jooheon prendió la calefacción y se quitó el gorro gris que llevaba puesto. Su cabello negro estaba desordenado, por lo que Changkyun estiró su mano izquierda y lo acomodó con suavidad. El pelinegro sólo lo miraba con el ceño un poco fruncido.

—Lamento que así sea la primera vez que hablamos.

La voz de Jooheon aún era un poco entrecortada por el reciente llanto. Changkyun lo observó y negó con la cabeza.

—Me gusta que así sea la primera vez.

Jooheon asintió, y se quitó la bufanda que rodeaba su cuello. El rubio sintió como el aire le faltaba al ver lo precioso que era. Se arrepintió de nunca haberlo visto antes, porque era la persona más hermosa que alguna vez vió.

—Tú te ves... – Se atrevió a decir Changkyun.

—¿Hinchado y sonrojado? – Intentó adivinar el otro.

Simplemente hermoso – Completó.

Una risita tímida salió de Jooheon, y el rubio sonrió. Ambos quedaron en silencio, que era todo lo contrario a la palabra incómodo.

—¿Debes recoger las cosas de tu escritorio?

Changkyun hablaba con suavidad y lentitud, disfrutando cada segundo que tenía al lado del pelinegro. —Sí.

—¿Y por qué no lo has hecho aún?

—Estoy muy cansado – Respondió Jooheon, cerrando los ojos y suspirando profundamente.

El muchacho que estaba en el asiento de copiloto, estiró su mano hasta tocar el asiento del conductor. Con un rápido movimiento, tocó el botón que estaba debajo de asiento, recostandolo hacía atrás. Jooheon lo miró con confusión.

—Puedes dormir aquí si quieres.

—¿Y tú qué harás?

—Puedo ir a buscar tus cosas.

—Changkyun, no hace falta – Contestó Jooheon, negando con la cabeza.

El nombrado aceptó, mientras veía como los ojos del pelinegro se iban cerrando. Era el hombre más lindo y tierno que alguna vez había visto. De alguna manera, Changkyun quería protegerlo de todo el mal.

𝙰 𝚜𝚘𝚗𝚐 𝚏𝚘𝚛 𝚢𝚘𝚞//𝙹𝚘𝚘𝚔𝚢𝚞𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora