Cuarta narración

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Changkyun se observó en el espejo del ascensor. Acomodó su uniforme de conserje, y se arregló el cabello. Seguía pareciendo un desastre. Su rostro estaba demacrado a causa del cansancio. Tenía unas grandes ojeras alrededor de sus ojos, y cada uno de sus músculos le dolía. Estaba hecho mierda, pero cuando volvió a leer la nota de color rosa fluorescente que llevaba en su mano, se sintió peor. Había renunciado a uno de los mejores puestos sólo para que Jooheon pudiera volver y ahora el pelinegro quería renunciar también.

La puerta del ascensor se abrió y pudo observar el piso en dónde anteriormente trabajaba. Salió del ascensor y su mirada se dirigió a su antiguo escritorio. Estaba vacío, las pertenencias de Jooheon ya no estaban allí.  Lo buscó en todo el lugar, hasta que logró encontrarlo. El pelinegro salía de la oficina del jefe, sosteniendo una gran caja con lo que supuso que eran sus pertenencias. La secretaria caminaba con rapidez detrás suyo, exigiéndole explicaciones. Jooheon la ignoraba y miraba el suelo, temiendo tropezar y dejar caer la caja. A medida que se acercaba al ascensor, su mirada se iba elevando, hasta que sus ojos se conectaron con los de Changkyun.

El intenso cruce de miradas se cortó debido a que las puertas del ascensor se abrieron de nuevo. Jooheon entró, y Changkyun lo siguió detrás. Por suerte, sólo ellos se encontraban dentro del ascensor. El pelinegro tocó el botón con un gran número cero. Unos pocos segundos después, el rubio presionó el botón rojo que detenía al ascensor.

—No puedes renunciar – Exclamó Changkyun.

—No puedes ser conserje.

—Te regalé mi puesto, deberías estar aprovechando la oport...

—Lo único que has hecho es regalarme tu puesto porque te sentías mal contigo mismo.

—¿De qué hablas? – Preguntó Changkyun sorprendido.

—Mírame a los ojos y dime que no renunciaste sólo para que yo te perdonara.

El pelinegro elevó su barbilla, con desafío. Changkyun se acercó a tal punto que sólo la caja amarillenta los separaba. Lo observó fijamente a los ojos, y aunque estuviera nervioso, su voz sonó firme al decir:

Lo hice porque no puedo estar sin ti.

La caja se soltó de las manos de Jooheon, y cayó al suelo haciendo un gran estruendo. Sin embargo, ninguno de los dos le prestó atención. Sus ojos estaban en los ojos del otro. El silencio era tanto que ambos podían oír su respiración agitada. Y ahora que la caja ya no estaba en el medio de ellos, sus cuerpos se rozaban. Las palabras no hacían falta, ya que sus miradas demostraban todo: arrepentimiento, dolor, amor.

De alguna forma, la mano de Jooheon se posó suavemente sobre la mejilla del rubio. No podía creer que estuviera tocando la piel de Changkyun, se sentía como si estuviera tocando oro o a un ángel. Una persona como él pocas veces cree que la vida vale la pena, y Jooheon lo estaba creyendo ahora mismo. La vida valía la pena si era junto a Changkyun.

Pegaron un salto al oír como las puertas del ascensor se abrían de golpe. Se separaron y observaron la escena que los esperaba fuera: Son Hyunwoo los miraba con seriedad, con su traje perfectamente alineado y sus brazos cruzados.

—Tengo que hablar con los dos, ahora mismo.

Y ambos tragaron saliva con fuerza, mientras se daban una leve mirada de pánico.

𝙰 𝚜𝚘𝚗𝚐 𝚏𝚘𝚛 𝚢𝚘𝚞//𝙹𝚘𝚘𝚔𝚢𝚞𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora