Novena narración

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El pelinegro le entregó una toalla blanca a un tembloroso Changkyun. El frío les estaba helando los huesos. Se dirigió a su habitación y volvió con prendas secas de ropa, que de seguro le quedarían al rubio. Regresó a su cuarto y también se cambió de ropa. Caminó hacia la sala de estar e, inesperadamente, todo el frío de su cuerpo desapareció:

Changkyun se encontraba sin camiseta. Delante de él. Jooheon podía ver sus abdominales y el pircieng plateado brillante que éste tenía en su pezón izquierdo. Era una imagen demasiado perfecta para sus ojos. Carraspeó con suavidad y volteó su mirada hacia otro lado. Lo que menos quería lograr era hacerlo sentir incomodidad.

—Puedes ver, no me molesta.

La voz grave hizo que su piel se erizara. Sintió sus mejillas sonrojarse pero, igualmente, volvió a mirarlo. Ahora, su pantalón también se encontraba arrugado en el suelo, humedeciéndolo. Estaba en bóxers. Por Dios. Pudo sentir los ojos de Changkyun sobre él, seguramente estudiando su reacción. Jooheon sabía que parecía un desesperado pero no podía quitar los ojos de las piernas del rubio. Parecían ser las piernas más suaves del mundo. Quería acariciarlas. Formando una línea recta con los labios, se permitió subir un poco más su vista. Su bóxer era blanco por lo que se notaba mucho más lo que llevaba ahí dentro. Negó con la cabeza y desvió la mirada.

—Nunca en mi vida me sentí seguro conmigo mismo.

Jooheon miró el rostro de Changkyun y se sorprendió al ver la tristeza en su mirada. ¿En qué momento se había puesto mal? Asintió con la cabeza indicando que siguiera con sus palabras.

—Me aterraba la idea de tener que desnudarme frente a alguien, lo veía como algo tan lejano a mí, como algo que ni siquiera borracho haría. Y aún así, aquí estoy.

—No debes hacerlo si no quieres - Empezó a decir Jooheon pero el rubio lo cortó enseguida.

—Lo sé pero necesito demostrarte cuánto has logrado en mí. Cada palabra y cada maldita letra de tus notas hizo que me sintiera bien conmigo mismo. Al principio, creí que solo eso iban a causar en mí pero supe que estaba en problemas cuando me escribiste diciendo que era la última nota. Inmediatamente, sentí un vacío en el pecho. A partir de ahí supe que las notas no me hacían sólo sentir bien, sino que también se habían vuelto algo esencial en mi vida diaria. En mi casa, leía una y otra vez cada nota. Incluso me ví videos sobre caligrafía para saber como era tu personalidad.

Jooheon soltó una carcajada. Nunca se había puesto a pensar en que hacía Changkyun con las notas fuera de la oficina. Observó como este terminaba de ponerse la ropa y se sentaba en el sofá. Esperó pacientemente a que estuviera listo para volver a hablar.

—Lo mismo con las canciones. Sólo me gustaba el ritmo pero de repente me encontraba tarareandolas durante horas y horas. Me aprendí de memoria cada letra y cada sintonía significa algo para mí. Sé que una vez me burlé de las notas y siempre me arrepentiré de eso porque son lo mejor que me ha pasado. ¿Qué hubiera sido de mí sin ti? Seguiría en esa oficina de mierda, con unos compañeros de trabajo que me odiaban. Con la única persona que me llevaba bien era con Min y después lo perdí por una estúpida pelea. Lo mismo con mi abuela, era con la que mejor me llevaba de mi familia y luego ella sólo...

El pelinegro se sentó a su lado en el sofá y puso su mano sobre la de él. Sabía lo doloroso que la muerte de su abuela había sido, pudo ver como su cuerpo y actitud cambiaron para mal luego de que ocurrió.

—Quizás sea muy repetitivo pero significas mucho para mí. Cuando me alejé de la ciudad, no había ni un día que no pensara en ti y me sintiera como una mierda por estar haciéndole eso a mi ex novia. Nunca pude sacarte de mi mente y creo que jamás podré. Entiendo si después de esto no quieres verme más pero quería que sepas todo lo que eres para mí y todo lo que has hecho por mí. Eres y siempre serás importante en mi vida, estés a mi lado o no.

Un silencio extremo se formó. Lo único que se oía era el fuego chispeante de la chimenea que el pelinegro había encendido apenas llegaron. Jooheon observaba sus dedos mientras jugaba con ellos. Sabía que el rubio esperaba una respuesta pero su cabeza estaba vacía. ¿Eso significaba que debía seguir a su corazón? Porque si así era, saltaría a los brazos de Changkyun sin siquiera pestañear.

—Siento que debo seguir a mi cabeza pero ahora mismo está en blanco.

Changkyun sonrió levemente. A pesar de que quizás esta sería la última vez que lo veía, le causaba ternura como sus ojitos se movían con nerviosismo. Esos ojos tan preciosos que llevaba. Unos ojos que parecían galaxias en donde el rubio estaba dispuesto a navegar durante toda su vida si era posible. 

—Creo que alejarme de ti solo me causará más daño. Estuve bastante tiempo sin ti y lo único que logré era volver a escribirte y quedarme despierto toda la noche esperando tu respuesta.

El corazón de Im se encogió. Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y hacer las cosas bien.

—Siempre estuve acostumbrado a dar amor y nunca recibir algo a cambio. Supongo que también es una forma de masoquismo. Nunca esperé que me prestaras atención o que intentaras conocerme. Creí que ibas a leer de reojo las notas e ignorarme como básicamente fuí ignorado por todas las personas que amé alguna vez. Escribirte esas tontas notas se volvió algo fundamental para mí. Tanto que no me importaba perder mi dignidad o mi trabajo al hacerlo.

Ambos rieron recordando las idas y vueltas que ambos dieron en su anterior trabajo. Su jefe los odiaba, de seguro.

—Todo cambió cuando comenzaste a ser increíblemente considerado conmigo. Renunciaste a tu trabajo ideal para que yo no estuviera desempleado e incluso te volviste conserje, solo un loco haría eso.

—Recuerdo que me dijiste que lo había hecho para sentirme mejor conmigo por haberte lastimado pero lo único en lo que podía pensar es en que ya no te vería cada mañana.

—Ese día toqué tu mejilla por primera vez. Fue lo único bueno que ocurrió.

Sonrió con amplitud y Changkyun quedó fascinado al ver esa imagen. Era adictivamente hermoso. El silencio predominó a su alrededor. Los dos pares de ojos no dejaban de observarse entre sí. Ya sabían que era lo que venía y esta vez, la cabeza y el corazón de Jooheon coincidieron. El pelinegro inclinó la cabeza hacia la derecha y, casi como un acto reflejo, el rubio la ladeó hacia la izquierda. Desde esos ángulos parecían dos idiotas, pero se gustaban. Y muchísimo. Así que a ninguno le importó verse como un idiota con tal de volver a tener un beso tan mágico que los dejaba sin respiración y el corazón latiendo a mil por hora.

Changkyun fue el primero en romper la distancia y, en castos segundos, sus labios tocaron los del otro. Se besaron con lentitud, como si los relojes se detuvieran cada vez que lo hacían. No necesitaban nada más. Los suaves dedos de Jooheon acariciaban el sedoso cabello rubio mientras que la mano del otro se posaba en su mejilla derecha. Se separaron y sus ojos coincidieron casi al mismo instante. Estaba más que confirmado, ninguno de los dos podría alejarse otra vez.

𝙰 𝚜𝚘𝚗𝚐 𝚏𝚘𝚛 𝚢𝚘𝚞//𝙹𝚘𝚘𝚔𝚢𝚞𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora