IX

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Cambiaban a la par entre pasillos de un viejo lugar en ruinas, sin embargo,  a pesar del deterioro del lugar, ahí había muchísimas personas. Varios miraban curiosos a ese grupo de chicos, preguntándose porqué iban con hombres de los suyos y además, porqué razón dos de estos los amenazaban con armas.

Pey intentaba concentrarse en su alrededor, intentando captar algo o al menos enfocar su vista en algo en particular, pero era en vano, porque si bien su vista estaba en su alrededor, su mente sólo estaba en el chico frente a ella. Miró hacia arriba viendo un techo destrozado, había pedazos de concreto que seguían ahí y muchos que ya no, permitiendo el paso de luz y la vista del cielo azul. Soltó un suspiro cansado. Había muchas cosas en su mente, tantas preguntas de las cuales no estaba segura querer saber la respuesta.

—Puedes preguntar si quieres.

Pey bajó su mirada del techo y miró confundida a Gally.

—Vamos, sé que quieres saber cómo te reconozco, Isabella. Y la verdad es que yo también quiero saber qué pasó contigo después de que dejáramos de verte.

Pey sintió como su corazón martillaba en su pecho, no sabía bien si era porque al fin alguien la reconocía, por saber que alguien más tenía recuerdos o por el simple hecho de que alguien la llamara “Isabella” de nuevo.

Se apartó de Newt y camino hasta estar a la par de Gally.

—¿Cómo es posible que me recuerdes? —pregunto sin rodeos.

Sintió a Newt y Thomas acercarse más a su espalda, intentando escuchar más de la conversación. Al parecer Gally también lo notó, pues miró sobre su hombro, con una sonrisa burlona, pero aún así contestó.

—Cuándo me trajeron aquí no sólo me curaron, también me quitaron un chip que CRUEL había instalado en mi cabeza. Hay muchos hombres aquí afuera que antes estaban dentro de esas paredes, en esa cuidad —explicó —. El hombre con el que los llevaré, Laurence, era un científico ahí dentro. Cuando llegue supo que era parte del experimento y me quitó esa maldita cosa, después me hizo algunas cosas más y con el tiempo los recuerdos regresaron. Gracias a él pude saber de mi vida antes de ese maldito laberinto. —Pey escuchaba en silencio, mirándolo todo el rato, aunque Gally seguía con su vista al frente —. Así te recordé. Sigues teniendo las mismas mejillas, siempre coloridas —dijo mirándola de reojo, con una pequeña sonrisa.

Pey soltó una risita. No podía explicar el sentimiento que la embargo en ese momento. Por fin alguien sabía con exactitud sobre ella. Por fin la recordaban. No era que le molestara que sus amigos no supieran su pasado juntos, no era su culpa, pero a veces se sentía perdida y fuera de lugar, porque ninguna de las personas a las que amaba recordaban si quiera su verdadero nombre ni tenían un recuerdo que no fuera de los últimos siete meses, eso le dolía de vez en cuando y no podía evitar sentirse triste, eran muchos recuerdos para una sola persona.

—Ahora, dime tú, qué fue lo que pasó contigo después de separarnos —preguntó Gally, dirigiendole una rápida mirada.

—Intenté sacarlos de ahí, por supuesto —declaró, sintiéndose orgullosa.

Está vez fue el chico quien rió.

—No sé porqué no me sorprende —admitió divertido —. Supongo que no salió bien.

Pey bajo la mirada, sintiéndose decepcionada con ella misma.

—De verdad lo intenté, pero después de que el ministro muriera las cosas fueron difíciles para mí —explicó, sabiendo que Gally seguiría el rumbo de la historia y sabría a quién se refería —. Intenté muchas formas para sacarlos, pero no podía. Me obligaban a verlos cada día, monitotear su progreso, con el objetivo de hacerme sentir culpable.

—Sabes que no fue tu culpa —interrumpió el chico.

Pey lo miró con una sonrisa triste.

—Pude haber hecho más, lo sabes.

—Siempre nos protegiamos, Pey, a nuestra manera lo hacíamos. Si no pudiste sacarnos de ahí no fue tu culpa, estoy seguro que Ava y Janson te lo hicieron difícil.

Pey lo miró un poco anonada. Se sentía increíble que por fin alguien que le importara supiera su pasado. Era algo nuevo, completamente increíble y se sentía bien, a pesar de la situación.

—No te imaginas cuánto —habló después de unos segundos, volviendo su mirada al frente —Después de muchos intentos me rendí —declaró con honestidad.

—¿Enserio? —Parecía de verdad no creerle y Pey lo miró interrogante —. Perdón, es sólo que... —Soltó un suspiro, como intentando buscar las palabras —. No creo que tú te hayas rendido sabiendo que Newt estaba ahí dentro.

Escuchó al mencionado comenzar a toser detrás de ella, claramente estaba escuchando, pero se resistió a voltear.

—Supongo que también Janson pensaba así —dijo en un tono agrio—. Me siguieron utilizando hasta que vi algo que me destrozó y volví a intentar, esta vez con ayuda.

Gally asintió, entendiendo la situación.

—¿Y después? ¿Cómo salió todo? —La curiosidad se reflejaba en su voz.

Pey rió un poco ante su urgencia por respuestas.

—Logre darles la base de datos a personas que sabía que ayudarían, pero nos metieron al Laberinto por eso.

—¿Nos? ¿A ti y  a quién?

—Thomas y yo, claro. Las cosas que hacía sola nunca salían bien.

—Debí suponerlo, los dos rebeldes sin causa —bromeó Gally mirando rápidamente al pelinegro —. Entonces así es como llegamos hasta aquí.

Pey asintió aunque Gally no la estaba viendo.

—Me alegro mucho de que estés bien, de verdad, creí que jamás volvería a verte —confesó Pey, con una pequeña sonrisa.

De repente se detuvieron frente a una escalera hacía abajo, que terminaba en una puerta un tanto oxidada, tal vez la entrada para un lugar subterráneo.

Gally la miró, sus ojos también tenían el mismo brillo que los de ella. Estaban mirándose a los ojos, sintiéndose raramente familiarizados.

—Yo también creí que estaría aquí para siempre, solo, pero ya encontré de nuevo a mis amigos. —Cuándo dijo eso miro rápidamente hacia atrás, y cuando regresó su mirada a ella sintió calidez en su pecho al ver los ojos de Pey, llenos de cariño —. Estoy muy feliz por haberlos encontrado otra vez.

Subió su mano y le acarició la cabeza, un gesto puramente fraternal, que se sintió extrañamente bien.

De repente, rompiendo el gesto, una espalda ancha y una melena rubia se interpuso entre ella y Gally.

—No quiero romper el momento, pero quiero saber si es verdad que puedes ayudar o solo hemos estado caminando cinco minutos perdiendo el tiempo. —A pesar de que su voz intentaba sonar tranquila, había un pequeño tono extraño, sutilmente escondido.

—Tranquilo, Romeo —contestó Gally, bajando su brazo y agarrando nuevamente su arma con ambas manos —. Bueno, antes de entrar, quiero pedirles dos cosas —indicó mirando a los chicos que venían detrás de él —. Dejen que yo hable. —Miró directamente a Thomas, diciéndole indirectamente que eso era para él. —Y no miren tanto a Laurence a la cara.

—¿Qué? —preguntó Newt confundido.

—No le gusta. —Fue la única explicación que dio Gally, para después bajar las escaleras y abrir la puerta, indicándoles con la mano que lo siguieran.

𝗇𝗈 𝗍𝖾 𝗈𝗅𝗏𝗂𝖽𝖺𝗋𝖾́ [𝚗 𝚎 𝚠 𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora