VII

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Después de que las camionetas se perdieran de vista habían continuado su camino, esta vez adentrándose a callejones donde había menos gente.

Thomas los dirigía, aunque no sabía dónde estaban parecía que pensaba que era buena idea seguir a los manifestantes, sin saber a dónde los llevaban.

Newt se estaba desesperando, no podían estar exponiéndose de esa manera. Aún si estaban fuera de los muros, él no dudaba que CRUEL tuviera una manera de localizarlos.

Seguía tomando la mano de la chica, aunque ella parecía no notarlo, pues estaba igual de concentrada que Thomas en seguir a la gente.

Se adentaron en un gran tubo, donde muchas personas se metían. Tal vez si los estaban llevando por el lugar correcto, pensó Newt.

Cuando todos salieron del túnel quedaron atónitos, pues frente a ellos estaba un gran muro, tan alto que causaba vértigo de solo verlo. La entrada del Laberinto.

Newt no supo exactamente qué sentimiento le causaba estar ahí, frente a la puerta de un lugar que consumió su vida durante tres años. Que le quitó vida, felicidad, esperanza y, sobre todo, recuerdos.

Por el contrario, Thomas parecía eufórico, feliz de encontrar lo que tanto buscaba.

—Es aquí —dijo mirándolos —, hay que entrar por ahí.

Todos miraron la gran puerta a la que el pelinegro señalaba. Definitivamente esa era la entrada, pero había muchísima gente lanzando piedras y botellas, causando ruido y haciendo que guardias desde lo más alto de las paredes los apuntaran con armas, dispuestos a disparar si se los pedían.

—¡Thomas, esto no es lo que buscas!—intervino Jorge, sabiendo que era hora de hacer que el chico se diera cuenta de los riesgos —. Todas estas personas quieren entrar ¿Crees que tú lo lograrás?

Pero todos sabían que esas simples palabras no lo detendrían.

—Ya llegué hasta aquí, no hoy a regresar.

Sin esperar respuesta, Thomas dio media vuelta y comenzó a adentrarse entre la gente, dispuesto a llegar al muro. No les quedó nada más que seguirlo, intentando no llamar la atención.

—¿En qué nos metimos? —preguntó Sartén, sabiendo que lo habían escuchado pero sin esperar alguna respuesta.

Newt vio a Thomas llegar al frente de toda la manifestación, Jorge y Brenda a su lado, todos los demás un poco más atrás, intentando abrirse camino entre la gente, cosa que era algo difícil sin soltar la mano de la chica.

—Thomas, esto no me gusta.

Escuchó a Jorge decir, justo lo que él estaba pensando.

Se adentró con prisa a la sala de vigilancia, intentando mostrarse tranquilo, cuando por dentro solo quería gritar que mataran a esos chiquillos.

—Tenía razón, señor —le dijo el guardia que lo había mandado llamar, una vez que estuvo ahí —. El dron los localizó afuera de los muros.

Se sintió eufórico al ver las dos imágenes que se mostraban en la computadora frente a él, las caras de Pey y Thomas y su ubicación exacta en ese momento. Si bien él estaba seguro que después de su fallido intento con el tren, esos chicos irían directo a ellos, no creyó que serían tan rápidos, y mucho menos, tan descuidados.

—Tengan las armas listas —ordenó.

𝗇𝗈 𝗍𝖾 𝗈𝗅𝗏𝗂𝖽𝖺𝗋𝖾́ [𝚗 𝚎 𝚠 𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora