4. Ciego

174 34 1
                                    


Apenas se asomó el sol por la ventana y Jimin fue despertado sin piedad por los estruendorosos golpes en la puerta.
En toda la noche apenas pudo cerrar los ojos y cuando al fin lo estaba logrando fue obligado a levantarse de la cómoda cama.

-- ¡Su Majestad la reina quiere verlo en el pabellón de flores de inmediato!

Aquel hombre que gritaba desde el exterior seguramente debe odiarlo para golpear la puerta de esa manera a estas horas de la mañana. Además ese tono de vos entonado y exagerado solo irrita más al oyente.

Inmediatamente se puso de pie y se cubrió el rostro para luego tomar su flauta y salir de la habitacion.

Frente a el estaba un hombre de mediana edad con bigote. La expresión de su cara no es muy buena y sólo empeoró al ver el aspecto del más joven, quien sólo llevaba su túnica interior mal acomodada, su sombrero de bambú con aquellas telas desordenadas y el cabello completamente suelto y desordenado que caía por su espalda.

-- ¿Piensa presentarse así ante su magestad la consorte real?

Su tono altivo despectivo fue sufisiente para que Jimin captara el mensaje y se diera media vuelta en silencio.
Aún con el rostro inexpresivo dio un suspiro, había olvidado que aquí la gente se ofenderia incluso por el aspecto de otra persona.

Tomó un baño rápido y vistió ropas nuevas que encontró apiladas sobre un taburete, eran demasiado blancas para su gusto, muy llamativo y con bordados plateados; peinó su cabello en una media coleta con un cinta blanca; cubrió su rostro con el sombrero de bambú y nuevas telas; finalmente tomó su flauta y salió nuevamente de la habitación.
Está vez, el hombre malhumorado no se atrevió a hablarle y caminó en silencio.
Detrás de ellos los seguía el sirviente que le fue conferido.

Llegaron hasta un pabellón ligeramente alejado. Este estaba muy bien cuidado y rebosante de hermosas flores, grandes , pequeñas y medianas, de todos los colores, en la entrada, en jarrones y jardines.
Definitivamente la persona que vive aquí debe adorarlas.

Al ingresar, el hombre indicó que debían esperar hasta que su majestad la reina llegará.
En su mente, sólo cabía la idea de que a esta emperatriz le encantaba hacer esperar a la gente pues llegó casi dos horas después.

Maquillada y vestida exquisitamente, las joyas abundaban en su cuerpo y cabello.
Ojos grandes y nariz fina, aunque su piel se veía exageradamente blanca, era innegable la belleza y elegancia de esta mujer.

Luego de una exagerada reverencia y muchos alahagos a la emperatriz,  esta finalmente lo miró y una inexplicable sonrisa apareció su rostro.

-- Ahora eres parte de la servidumbre de este palacio, por lo tanto te ordeno que te acerques y me muestres tu rostro sirviente.

Jimin por un momento entró en pánico y casi olvida como respirar. Pero afortunadamente la voz del viejo sirviente que lo seguía intervino a tiempo.

-- Su Majestad, este viejo sirviente quiere recordar, que el gran rey decretó que este joven es su sirviente personal y nadie puede ocuparlo y mucho menos ver su rostro.

La voz del hombre era ronca y firme pero seguía siendo calmada y nada desafiante.
Antes de que Jimin suspirara de alivio la reina alzó aún más la voz.

-- Esa orden no me involucra en absoluto, no me vuelvas a hablar sin mi permiso o serás castigado --volvió su mirada a Jimin con la misma sonrisa victoriosa-- En cuanto a ti, acercate y obedece.

Sin más pensamientos, se acercó y quitó rápidamente el sombrero de bambú mientras mantenía los ojos cerrados y una expresión neutra.

Jimin estaba muy nervioso por dentro, dos personas además de su abuelavieron si rostro, pero sería sólo eso.

OJOS DE JADE <YoonMin> [Historia concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora