Roces

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Capítulo 2

No pude ignorar el hecho de que una mujer me había hecho babear por mis labios internos, y decidí experimentar y autoconocerme, comencé a besarme con muchas mujeres, prácticamente con cualquiera que se me presentará fácil y todas causaban atraxion sexual en mi, pero no se comparaban con la intencidad de ese día.

Paso un año de lo sucedió y nos encontramos en vacaciones de paso de curso y me encuentro revisando mis redes sociales y veo su perfil, sin pensarlo la agrego en mis redes sociales, en seguida me acepto (Grito de alegría). Durante el tiempo de vacaciones solo hubo el fleeling de coqueto por redes, hablábamos de vez en cuando pero nada que emocione.

El primer día de clases solo podía concentrarme en sí la veía o no. Joder! Tenía tantas ganas de ver su maldito rostro frente a mi, ese día no fue, al siguiente tampoco, pasa una semana y no iba aún, perdí la esperanza de que fuera, solo pensé que se había cambiado de colegio y seguí con mis clases normales, cuando... Esta ahí, parada en la puerta de entrada, yo solo la miraba con mi cara de estúpida, sin poder moverme y sin poder decir ni una maldita palabra, estaba petrificada por su imagen, se veia aún más  hermosa de como la recordaba.

Sin pensarlo comenzó a caminar hacia la puerta, pero mi cobardía me ganó y decidí pasar de largo junto a ella, pero en ese momento, justo en ese momento Amara Jonson toca mi hombro, era ella, petrificada sin poder moverme sin creer lo que estaba pasando, solo volte mi mirada al suelo con mucha pena en mí, sudando frío y pálida como la nieve.

Amanda: - Hola-...

Yo: - Ah, Hola. No había notado que estabas ahí -.

No podía ser más mentira, si tenía horas observándola, pero debía dicimular no quería ser tan obvia y más que ya mi mejillas se sonrrojaron.

Mis corazón parecía caballo desbocado y mi clictoris palpitaba al mismo raz, mis labios bajos comenzaron a humedeserce, tenía ganas de besarla y de tirarla contra la pared mientras la penetraba con mis dedos. Pero no, me controle y solo la veía mientras se iba y se alejaba de mi.

Pasaron varios días que lo único que hacía era verla en los pasillos, nuestros roces de mirada cada vez eran más interesantes he intensos, siempre con mucha picardia, me pasaba horas al día  imaginando como sería estar una noche con ella, que le haría, como se lo haría, mis deseos sexuales cada vez crecían más y más, cada vez que me masturbaba solo lo hacia pensando en ella, maldición no aguantaba más quería tener su cuerpo, pero no sabía cómo decírselo sin sonar tan abusadora aunque era claro que el deseo era mutuo.

Tan mía, tan de nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora