Abrí los ojos lentamente, por un momento me quede pensado donde estaba pero cuando me moví y vi que me dolía la parte de atrás, recordé donde estaba, ese Sebastián, era insaciable, no iba a poder sentarme en una semana por su culpa.
Con esfuerzo me levante y me metí en la ducha, la verdad me sentó genial cuando salí me sentí un hombre nuevo, registre el cuarto hasta dar con ropa interior y con ropa de él aunque me estaba algo grande pero tenía su olor, y eso me encanto.
-Te queda mejor a ti que a mí.
Me gire para verlo entrar al dormitorio, me reí mientras él se acercaba a mí para besarme, sus manos me cogieron de la cintura.
-Me queda enorme.
-Te queda muy sexy, tanto que me estás poniendo a cien bebe.
-Quieto, no puedes hacer nada, aun estoy dolorido por tu culpa.
-¿La mía? Te recuerdo que me diste una orden.
-¿No eres el jefe? Pensé que no acatabas órdenes de nadie.
-De ti, pídeme lo que quieras, y lo hare pero mantengamos esto entre nosotros.
Volví a reírme, él solo sonrió pero era una sonrisa tan bonita, ojala sonriera más porque realmente era precioso cuando lo hacía.
-Te traído algo para desayunar.
-¿Tú has desayunado?
-Sí, tuve que salir a una reunión y desayune pero me tomare un café para acompañarte.
-Me parece bien, vamos me muero de hambre.
Salimos al salón, vi el desayuno en la mesa, Sebastián se sentó cuando me iba a sentar yo al lado suyo tiro de mi mano y me sentó encima de él, me reí.
-¿Qué haces?
-Quiero tenerte así, ¿puedo?
-No tengo elección.
Me dio una de las tostadas la cogí y le di un buen mordisco.
-Mateo.
-Dime.
-Quiero que te quedes aquí conmigo, mientras estés en esta casa.
-Pero sabrán que tenemos algo.
-No me importa, quiero que duermas conmigo, y no me refiero acostarnos juntos, me refiero a poder verte dormir, ¿sabes lo satisfactorio que es verte dormir?
-¿En serio?
Asintió mientras rozaba mi mejilla, adoraba sus caricias, me hacían sentir seguro, una seguridad que no sentía desde hacía tanto tiempo.
-Si eso hace que duermas más tranquilo, lo haré.
-Eres maravilloso, debes tener algún defecto.
-Muchos, pero no te los diré.
-¿Porqué? Quiero conocerte.
-Bueno, ahora mismo quiero seguir desayunando mientras me idolatras con tu mirada, pero te prometo hablar sobre mis defectos contigo.
Beso mis labios, en el momento que la puerta se abría, era Karel nos miro a los dos y luego soltó una risa sarcástica.
-Vaya hermanito, debe chuparla bien para que hayas caído en sus redes.
-Karel.
-No, déjalo, no merece la pena.
-Tenemos que hablar, ahora.