MARATON 1/3

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LUCAS

Volví a gemir, Karel no paraba de besarme por todo mi pecho, dejando señales como si quiera marcarme para demostrar que era suyo, pero no hacía falta, ya lo era, no sería de nadie más. 

-¿Cómo puedes ser adorable? Me vuelves loco con tu sola presencia. 

-¿Siempre dices eso para acostarte con alguien? 

No dijo nada solo giro y me tumbo en la cama, beso mis labios de manera salvaje, brusca y dolorosa pero no me importo, porque me gustaba. 

-Nunca le he dicho esto a nadie, te lo juro. 

-Te creo bebe, creo en ti. 

Note su mano tirando de mi ropa interior, pero antes me miro, asentí y tiro de ella ahora mismo estaba desnudo delante de él, vi su miraba, deseosa y penetrante. 

-Quiero devorarte, pero no puedo hacerlo deprisa, tengo que ser cuidadoso, no quiero hacerte daño. 

-No te preocupes, confío en ti. 

Beso mi pecho y comenzó a descender poco a poco, llegando a mi ombligo el cual lamio hasta que me provoco innumerable gemidos, continuo descendiendo hasta llegar a mis piernas, las cuales beso, llegando a la zona hinchada de mi entre pierna, de repente se la metió en la boca, lo cual provoco que chillara, puede que me hubieran sentido pero ahora mismo me importaba poco quien me oyera.

-Karel, si sigues así voy acabar ya, me estás matando. 

Pero no me hizo caso me torturo hasta que me corrí de manera brutal en él, casi no podía respirar, pero fue maravilloso, volaba entre nubes de algodón. 

-Adoro que chilles. 

Me levante y lo empuje para tirarlo a la cama, me puse encima de él, quería tocarlo y saborearlo aunque no sabía bien como. 

-Haz lo que quieras. 

-Perdón si no se. 

-Todo lo que hagas estará bien. 

Asentí y comencé una ronda de besos por su cuello, lo cual provocaba gemidos y suspiros, me encanto tenerlo así, le quite la camisa, su pecho lleno de vello era lo más varonil que había visto, nunca pase mi pequeña mano por él, suave y aterciopelado. 

-Adoro tus caricias. 

-Y yo adoro que te gusten. 

Seguí repartiendo besos hasta que llegue a su notable erección, pase mi mano por ella, Karel gimió, baje sus pantalones y su ropa interior, vaya, eso no me iba a caber en la boca y no digamos en cierta parte de atrás. 

-¿Estás bien?

-Sí. 

Pero lo hice, quería oírlo gritar,  y que yo fuera el causante de ello, chupe como pude e hice mi mayor esfuerzo hasta que me cogió y me volvió a tumbar. 

-Ahora tienes que relajarte, ¿Vale? 

Asentí aunque difícil, vi que iba y venía con un bote rojo, se echo algo transparente en los dedos, y vi que los bajaba. 

-Tengo que prepararte o te hare daño. 

Note como algo frío entraba en mi interior, me contraje del dolor y de lo frío que estaba, pero me quede quieto. 

-Tranquilo mi amor, estoy contigo, te prometo que luego me pedirás más. 

Note más presión, y como entraba y salía, después note el tercer dedo, Karel se acerco para besarme, el dolor seguía algo calentó mi estómago y empecé a gemir, dios aquello empezaba a gustarme. 

-Te lo dije, pero ahora me toca a mí. 

Vi como sacaba sus dedos, y se ponía ese liquido transparente en su erección, entonces note como quería entrar en mí, dios, dolía y mis lágrimas rodaron por mis ojos, Karel volvió a besarme. 

-Ya casi está bebe.

Y de una estocada entro, chillé de nuevo pero Karel se quedo quieto para que me acostumbrara, suspire, notando que me llenaba por completo. 

-¿Estás bien? 

-Sí, aunque mañana puede que te mate por no poder caminar. 

Se rio, y note como empezaba a moverse lentamente mientras no dejaba de besarme, y así empezó un vaivén de embestidas que nos hacían gemir a los dos, no sé cuanto tiempo paso pero empecé a notar que me iba a correr, apreté la mano de Karel para avisarlo, y él cogió mi erección y empezó a moverla, hasta que me derretí por completo y en dos embestidas más, él lo hizo dentro de mí, cayó encima de mí, los dos estábamos sin respiración, cansados y exhaustos. 

-Ha sido maravilloso, te amo ratoncillo. 

-Y yo a te amo a ti. 

-Vamos a bañarnos. 

-¿A estás horas?

-Sí, y puede que te vuelva hacer el amor en el ducha. 

Me cogió en brazos y me guio, sin que yo pudiera hacer nada. Me puse una de sus camisas y me metí en la cama,  Karel venía secándose el pelo, se sentó en la cama y me dio la toalla, capté el mensaje y empecé a secarlo. 

-¿Te encuentras bien? 

-Tranquilo, soy fuerte. 

-Lucas. 

-¿Sí? 

-Quiero que sepas que no voy a dejarte ir, sé que debes volver pero no pienses por ni un momento que voy a dejar que te alejes de mí, eres mío. 

-Sé que soy tuyo, siempre voy a serlo. 

-Quiero que hagamos el pacto de sangre. 

Me quede quieto, ¿había oído bien? Vi que se giraba por su miraba vi que no era broma. 

-Karel, ese pacto es serio es como si...

-Si estuviéramos casados, lo sé, pero te amo y no me importa que seas un ser de luz, además si no lo hacemos acabaras muerto. 

-Sé lo que pasa, Karel ¿estás seguro? No nos conocemos bien, ¿Y si luego te arrepientes? 

-No voy hacerlo, te he elegido a ti como mi compañero de vida, no quiero a otro, y sé que nos conocemos desde hace poco, pero sé que te amo y que nos acostumbraremos. 

-¿Sabes lo que dirá mi padre si se entera? 

-Pues lo mismo que el mío, pero no me importa, no te perderé, matare a quien haga falta...

-Mi amor, no tienes que matar a nadie ¿vale? Si estás conmigo, no debes nunca volver hacer cosas malas. 

-Te lo juro -vi que se levantaba e iba a su cómoda, y sacaba algo, era una bolsa negra la acerco y cuando vi lo que sacaba alucine -¿Sabes que es esto? 

-Es la daga de los seres oscuros. 

-Lucas, te amo ¿quieres estar en mi vida para siempre? 

Sonreí, y casi llore, puse mi mano con la suya y asentí. 

-Acepto. 

Karel sonrió y después corto mi palma de la mano y la suya, después las junto, algo recorrió mi cuerpo, para luego desaparecer, Karel me miro. 

-¿Estás bien?

-Sí, he sentido algo raro. 

-Tranquilo, dicen que es como si se creara una conexión entre nosotros, ahora estamos conectados somos como marido y marido. 

-Sí, es verdad, no me lo puedo creer. 

-¿Estás bien? 

-Sí, estoy bien, soy feliz. 

Beso mis labios, sabía que cuando mi padre se enterase estallaría, y me mandaría al infierno pero no me importaba, porque la única verdad que había es que lo amaba, y que iría contra quien fuese con tal de defender mi relación. 


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