Capítulo XIV

62 4 0
                                    

Miraba una y otra vez las hierbas en mis manos, una extraña planta mortal para cualquier persona o animal, solo crece en nuestra región no sé cómo mi hermana pudo conseguirla.

Todos cuentan conmigo, dentro de siete lunas se llevará a cabo su plan de escape y para ese entonces Alejandro debe ser un cuerpo pálido sin vida.

No sé si seré capaz de cometer tal atrocidad, no me cero capaz. Desde que llegué aquí él siempre me a respetado, nunca me ha ofendido o criticado por ser como soy y tengo miedo de confundir mis sentimientos.

Estoy agradecida por el buen trato que he recibido de su parte, pero aún mi corazón late desenfrenado cuando lo veo o solo escucho su nombre, sus ojos azules como el cielo cada vez que me miran hacen que me sonroje y me ponga nerviosa...y tengo miedo...miedo al haberme enamorado de él.

No puede ser...

Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro de solo pensarlo y mi rostro empezó a enrojecer..soy una boba.

Pero al darme cuenta en la situación en que me encontraba mi sonrisa se fue borrando de a poco dando paso a la confusión y tristeza de mi triste realidad. Debo cumplir mi objetivo, liberar a mi pueblo de los griegos y comenzar un nuevo comienzo.

Me levanté de la cama para ocultar las hojas detrás de la cabecera de la cama, lugar donde nadie las pueda ver o encontrar.

Que estará haciendo?

Quería verlo...anciana verlo con todo mi ser...no podía engañar a mi corazón...me había enamorado de la persona menos indicada...el que destruyó mi reino, asesino de mi padre y mi peor enemigo...

Alejandro...

Me dirigí a la puerta mientras agarraba para salir de este cuarto, este encierro me estaba marcando lentamente.

Los corredores estaban desolados, no había nadie a quien preguntar hacia donde me dirigía.

Me dejé guiar por mis instintos y tomé el corredor que me quedaba a mano derecha. Estatuas de hombres y mujeres desnudas lo adornaban mientras que las columnas estaban talladas en dibujos en oro.

Me detuve delante de una en particular que llamó mi atención, un hombre fornido que cargaba en sus manos un escudo y una espada mientras que su cuerpo estaba completamente desnudo.

Mi rostro se sonrojó a más no poder cuando mi vista viajó por su abdomen marcado hasta esa zona prohibida característica en todos los hombres.

Rápidamente desvíe la mirada hacia los ojos de la estatua, nunca en mi vida había visto una y aún no estaba preparada, primero mi hermana tendría que casarse para después yo poder ser cortejada por algún hombre de nuestra aldea.

Continúe mi andar buscando a cierta persona dueño de mis pensamientos.

El sonido de jadeos y el contacto agresivo de unas espadas chocando entre sí llamó mi atención. Caminé hacia un enorme umbral que por lo visto da salida hacia el patio.

Enormes hombres en a lo que mi parecer eran paños menores luchaban enérgicamente contra un hombre. Me oculte detrás de una columna para no ser descubierta mientras admiraba atentamente el combate.

Esos hombres parecían bestias, lobos salvajes atacando a su presa.... Alejandro

Este esquivaba los ataques y golpes con audacia, como si estuviera adaptado a esta clase de tensión en el campo de batalla y en los entrenamientos.

Su cuerpo agitado agitado por los extraños movimientos que realizaba para esquivar los ataques, su piel brillaba con los rayos del Sol por el sudor...lo hacía ver...guapo?

Mi cuerpo comenzó a sudar, mi respiración se agitó y mi corazón una vez más comenzó a bombear más sangre de la necesaria...mis mejillas comenzaron a enrojecer.

Uno de los grandulones fue derribado por la empuñadura de su espada que impacto en su rostro. Lo siguiente que vi me dejó horrorizada.

Alejandro soltó su espada muy altanero mientras que sonreía arrogante, como si disfrutara infligir daño y dolor.

Estaba asustada, sin una espada con que se iba a defender?

Con elegancia y profesionalidad esquivaba los golpes que arremetían contra él. En un descuido de uno de los esclavos en un hábil movimiento Alejandro llegó a su lado mientras dirigía agresivamente su mano a la garganta del esclavo.

Llevé mis manos a mi boca, mis ojos se abrieron desmesuradamente por la sorpresa y el horror que sucedía aquí.

El esclavo tosía y se retorcía de dolor ante la mano de Alejandro en su garganta que feróz y violentamente rompió el tejido y extrajo su tráquea y lengua por su cuello.

Su mano y rostro salpicados de sangre mientras que en la arena se desplomaba el cuerpo sin vida del que fue un esclavo. Su rostro y mirada me asustó, era de satisfacción total...el disfrutaba matar.

El único esclavo que quedaba lo miraba con miedo, se notaba a distancia su horror, de mis labios salió un jadeo cuando vi al esclavo alzar la espada y herir a Alejandro en la pierna...era un corte profundo.

De su garganta salió un gemido ronco que hizo que le tuviera más miedo y mi temor aumentara...ese no era él...parecía otro..como si estuviera poseído.

Con una agilidad y rapidez inhumana se acercó colérico al esclavo, sus dedos se undieron en los ojos del esclavo cegándolo.
Por el dolor dejó caer la espada en el suelo mientras llevaba sus manos a sus ojos.

Sus gritos me calaban los huesos, tenía que detener está atrocidad o lo iba a matar.

Lo más rápido que mis piernas dieron abandoné mi escondite saliendo hacia el gran patio. Alejandro se había posicionado a sus espaldas mientras hacía presión con sus manos a la cabeza del esclavo.

- Basta!!! - grité

Sus orbes azulados se clavaron en los míos,sus pupilas que antes estaban dilatados y oscurecidos en cuanto hicieron contacto con las mías obtuvieron su tonalidad habitual como por arte de magia.

Su agarre fue aflojando dejando al esclavo libre de sus garras cayendo este sobre la caliente arena temblando del miedo.

La herida en su pierna seguía sangrando, si continuaba así le daría una hemorragia. Traté de acercarme a él para socorrerlo pero ya era tarde.

Cuando vi su cuerpo desplomarse ante mis ojos....




Continuará...

"Nunca me Olvides"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora