Capítulo XVIII

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Nos habíamos detenido para descansar y darle agua a los caballos, no sé cuántas horas llevábamos cabalgando, solo se que estaba agotada, física como mentalmente.

Había matado a mi hermana por defender al hombre que amo y a la vez lo había perdido a él también...todo en un solo día.

La zona era silvestre con un lago cerca, perfecto para volver a empezar.

Me acerqué al lago con pasos torpes, débiles, me sentía agotada, devastada, la cúpula me calcomìa por dentro. Me arrodillé ante el lago.

Tenía un aspecto horrible, unas enormes bolsas debajo de mis ojos, estaba pálida y tenía un dolor de cabeza intenso.

No he podido dormir, cada vez que cierro mis ojos el cuerpo inerte lleno de sangre de mi hermana aparece, mirándome fijamente, llamándome, esperando por mí.

Es horrible, pongo mis manos en forma de canasta y dirijo un poco de agua a mi rostro, mojándolo para después beber un poco de esta.

Una mano en mi hombro llamó mi atención, dejé de beber agua para prestarle atención.

- Todos esperamos alguna órden suya mi reina - dijo sereno.

- Que?

Lo miré perpleja, no puede ser lo que estoy pensando, rotundamente no. Me levanté con dificultad siendo ayudada por Enir, su mano se posó en mi espalda mientras me ayudaba a caminar hacia una roca en particular con forma de asiento, donde me senté.

Todos me miraban con atención esperando algunas palabras de mi parte, y era lógico, mi padre había muerto y había matado a mi hermana, quedando así yo en el trono.

No podía mostrar debilidad ante mi pueblo, debía darle la seguridad y apoyo que ellos se merecen.

Llevé mi mano a mi cien mientras la masajeaba, la cabeza me daba latigazos, sentía una angustia y un vacío enorme en mi pecho.

Mis lágrimas amenazaron con salir, pero enseguida me recompuse, tenía que seguir adelante, no podía cambiar el destino ni lo que hice pero tal vez pueda darle a mi pueblo una futuro mejor.

- Cuanto tiempo llevamos cabalgando? - lo miré

- Tres días, para ser exactos.

Tres días, estábamos muy lejos de Grecia, si quería comenzar un nuevo amanecer tenía que olvidarme de todo, de mi estupidez, de mi amor, de él.

Alejandro...

- Este parece un buen lugar para situar la aldea - me levanté - este será nuestro nuevo reino...un nuevo comienzo.

Alejandro

Aún no podía creer lo que había pasado, como esos malditos bárbaros pidieron burlar a mis guardias y escapar así como si nada, y con ella, Kaysa, se llevaron a mi Kaysa.

Después de su exitoso escape me dirigí hacia palacio, debía idear un plan para traerla de vuelta, esto no se iba a quedar así.

Le di la orden a los guardias que recogieran el cuerpo de esa mujer que intento matarme, si no fuera por ella ahora mismo no estaría respirando, di la orden de quemarla, por lo menos le voy a dar un entierro digno.

Me encontraba sumergido en la terna, el agua me cubría hasta la cintura mientras que una copa de vino descansaba en mi mano.

Cada vez que pensaba y pensaba me parecía más confuso, como violaron la seguridad de las celdas?

Unas manos deslizándose por mi torso me hizo girar la cabeza para toparme con la responsable de dicho toque.

- Que deseas? - dije indiferente - si no quieres nada.... lárgate de aquí y déjame solo.

Estaba enojado, no, eso es poco, estaba colérico, tenía de descubrir esa actitud rara y diferente que tenía Kaysa antes del ataque.

Intentó matarme pero... porqué?

Llevé la copa a mis labios mientras daba un sorbo de su contenido.

- Se que estás enojado Alejandro pero no puedes culparme, yo te dije desde el principio que esa mujer iba a ser tu perdición, además, es una salvaje está en su naturaleza ser traicionera...

- Si no quieres ser castigada severamente deja de decir estupideces y lárgate, no va a importarme que seas mi hermana. - gruñí

Retiré con asco sus manos de mi torso a la vez que salía de la terna y cubría mi desnudez con una pequeña toalla.

- Por que me tratas así Alejandro? - se paró delante de mí - cual es el motivo?

- No Quero hablar contigo así que vete...

Le di la espalda a la vez que me dirigía hacia el balcón, sus manos envolviendo mi cintura me hizo detenerme, traté de mantener la calma, no podía descargar mi ira contra mi hermana, ella no tenía culpa de nada.

- Te amo Alejandro - sollozó - siempre lo he hecho - de puso delante de mí - soy yo..tu hermana - tocó mi rostro - la que curaba tus heridas cada vez que venías de alguna batalla..era yo! - gritó - y se recibo a cambió..desprecio, rechazo.

- Yo también te amo hermana, pero mi amor es eso...de hermanos - la miré fijamente - no confundas los sentimientos...

Me alejé de ella, tenía que pensar y ella no ayudaba mucho.

- Sabes qué - dijo molesta - ya no voy a callar más.

- De que hablas? - la miré cansado de su berrinche

- Tu querida Kaysa quería matarte para ella poder escapar con su pueblo.

- Eso ya lo sé - hice un desdén con mi mano - no se...

- Pero sabes que es lo peor! - me miró molesta - que lo llevaba planeando desde hace tiempo...tu querida Kaysa es una traidora!

Me acerqué violentamente tomándola del cuello, dificultando su respiración, ahora sí me sacó de mis casillas.

- No te permito que levantes calumnias contra Kaysa - gruñí - no tienes pruebas de eso...

- Si derrocaban al rey podían hacerlo todo más fácil, tenían vía libre para destruir Grecia - escupió con odio - vas a llevar a Grecia a su desgracia por tu amor infantil con una salvaje - se sacudió saliendo de mi agarre - y dices que no tengo pruebas? - río - ve a su aposento, detrás de la cabecera de la cama...allí sabrás si miento o no...




Continuará...

"Nunca me Olvides"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora