Capítulo XIX

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Tres años después...

La aldea había crecido, nos acentamos a las afueras de las Galias, donde las tierras son fértiles y tenemos un lago cerca de donde podemos acceder a pescado y agua, queríamos estar en paz y no estar en constante guerra con los galos sobre territorios.

Estos tres años me han servido de mucha ayuda, he reflexionado sobre lo sucedido años atrás y sinceramente estoy evitando por todos los medios que nada se vuelva a repetir.

Pero aunque lo evitara la voluntad de los dioses me lo ponían en mi camino. Grecia ha conquistado la mitad del territorio galo, solo es cuestión de tiempo que nos encuentre.

Cuando por fin había podido olvidarme de él, había hecho un gran progreso, no de fácil la verdad, todas las noches lloraba desconsolada y mi actitud era la de una mujer apagada, había perdido el brillo de mi interior.

Después comprendí que debía darle a mi pueblo una imágen de fortaleza y confianza sino se sentirían desprotegidos. Había decidido comenzar de nuevo, olvidarme de todo, y cuando lo consigo aparece él nuevamente a revolucionar mi mundo.

He escuchado por algunos comerciantes que vienen de los pocos territorios que quedan de las Galias que se ha vuelto más sangriento de lo que era.

Que pelea como un guerrero salvaje que solo le preocupa las tierras, que ha matado mujeres, niños y que los hombres que se rinden los tortura sin compasión y los convierte en esclavos.

Dicen que tiene la fuerza de mil hombres galos, que nadie puede matarlo, saquea los templos de Odín y roba todo el oro que halla para su región.

Cuando escuché todas esas historias contadas por esos hombres asustados, tanto comerciantes y algunas familias que venían a pedir refugio y protección, mi corazón dejaba de latir con esa intensidad como una vez latió por él.

El había cambiado y sin embrago yo...sigo siendo esa inocente e ingenua niña que una vez lo amó deliberadamente.

Abandoné la cabaña de reuniones una vez concluyó, nos estaba llegando notas y mensajes que, cada vez más el ejército griego estaba...cada vez más cerca.

Di la orden de reforzar la seguridad de las torres y que los centinelas estén más alerta de cualquier movimiento a la lejanía, todos podían salir de día pero debían regresar antes de la puesta de Sol, los soldados debían hacer guardia día y noche a las afueras de la aldea, eso frenará mi momentáneamente cualquier ataque.

Los niños jugaban de un lado al otro, los hombres trabajaban la herrería y las mujeres se encargaban de cosechar los cultivos y confeccionar los vestuarios.

Ese era nuestro día a día, me dirigí hacia el estanque quería refrescar un poco mi rostro, un golpe en mis pies me hizo detenerme, agaché mi cabeza centrando mi mirada en aquella cosa que me golpeó.

En mis labios se formó una dulce sonrisa al ver al responsable, me agaché para tomarlo en mis brazos, un hermoso niño de al menos dos años quizás?, no sabría decir, con unos hermosos ojos azules como el cielo.

Mi sonrisa se fue borrando de a poco al venir a mi mente esa persona que se suponía debía estar enterrada en lo más profundo de mi memoria.

Alejandro

Los ojos de este niño me recordaron a los suyos, como podía recordarme está cosita tan adorable a ese hombre sin escrúpulos.

Sus pequeñas manitas se posaron en mis mejillas sacándome de mi trance para prestar toda mi atención en él, su mirada era curiosa mientras que una sonrisa feliz aparecía, contagiándome a mi también.

- Ugron!!

Miré al pequeño niño que se había quedado dormido en mi pecho.

- Con que te llamas Ugron - susurré

Eran los gritos de una madre desesperada buscando a su hijo, me acerqué hacia ella, estiré mi brazo tocando su hombro. Su rostro de miedo se fue suavizando poco a poco al ver que su hijo de encontraba a salvo.

- Creo que este niño travieso es tuyo - sonreí

- Gracias por cuidar de mi hijo mi reina - dijo agradecida

- Es un placer...

Le tendí al dormido niño para que después ella lo acurrucara en su pecho y haciendo una reverencia se marchó.

Me quedé mirando hacia aquella madre con su hijo, se veían muy felices, un sentimiento de nostalgia me invadió al no tener ningún recuerdo de mi madre, ni siquiera me acuerdo de su rostro.

- Mi reina...

Salí de mis pensamientos para girar mi cabeza hacia el lugar del cual habían pronunciado mi cargo.

- Que sucede Enir? - lo miré preocupada

- Un mercader de las Galias desea hablar con usted - me miró - y a juzgar por su rostro no es nada bueno

Sin esperar un segundo más, a paso rápido me dirigí hacia la cabaña de reuniones, no puede ser lo que estoy pensando, tan rápido conquistó toda Galia?

Ingresé de inmediato, ante el trono se hallaba arrodillado un hombre custodiado por los guardias, en cuanto notó mi presencia, su mirada atemorizada se clavó en la mía.

Sus ropas estaban quemadas y ensangrentadas, lo miré con temor, que le habrá pasado a este hombre?

- Mi reina - sollozó - esto es horrible...

Me acerqué a él poniéndome a su altura tomando sus manos, podía sentir la tristeza y la angustia junta en este hombre, al parecer tenía una herida en el costado de su abdomen debido a la sangre que salía de esa zona.

- Que sucede?

- Los griegos...atacaron mi pueblo - hizo una pausa - logré escapar garcias a un milagro de Thor pero mi familia - sollozó - no corrió con la misma suerte...y....

Mis ojos se abrieron asustados con la última noticia que me hizo llegar antes de que desplomara en el suelo dando así el último suspiro.

- Ellos vienen hacia acá.....







Continuará...

"Nunca me Olvides"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora