No sabía que estaba sucediendo, que está pasando, el rey Alejandro quiere mi presencia en palacio?
Mire hacia la celda que se encontraba mi hermana, su mirada reflejaba desconcierto y preocupación al igual que la mía, solo que con un inmenso temor recorriendo mi cuerpo.
- Vamos...
Me tomó del antebrazo mientras tiraba de mí para caminar, nunca perdí de vista a mi hermana hasta que no pude dar de nuevo con su mirada.
Un caballo nos esperaba a la entrada de la ciudad, al las afueras de la gran muralla, mi corazón estaba agitado, bombeaba más sangre de la necesaria a mis venas, llenando de temor todo mi ser.
Que me iba a suceder ahora?
El soldado de dirigió hacia el caballo de dónde sacó una soga de un pequeño bolso que se hallaba a los costados del caballo.
Lo miré temerosa, empecé a jugar con mis manos mirando todos sus movimientos, estaba nerviosa, asustada, nunca me he encontrado en una situación como esta.
- Ven aquí - dijo serio
Mis lágrimas comenzaron a salir de mis ojos mientras avanzaba hacia él, cada paso que daba hacia que mi miedo aumentara, las piernas me flanqueaban, me temblaban.
Una vez estuve cerca de él, tomó agresivamente mis manos juntando mis muñecas mientras realizaba un nudo. Cada vuelta que le daba a la soga, apretaba más el agarre, si seguía así me iba a cortar la circulación.
Amarró el otro extremo de la soga en la montura del caballo a la vez que me daba una mirada de asco antes de subirse en éste.
Golpeó con sus pies al caballo haciendo que este se pusiera en marcha, tirando de la soga y haciéndome caminar con dificultad, mi vista se nublaba con cada paso que daba, me sentía débil, no he comido desde que nos capturaron, mi cuerpo se siente cansado.
Atravesamos las grandes puertas mientras nos adentramos una vez más a la ciudad, a aquella desolada zona de ella.
No sentía mis piernas, no podía caminar, mis pasos eran torpes y la marcha constante que llevaba el caballo no ayudaba en nada.
Una pequeña roca me hizo perder el equilibrio haciendo que cayera contra el duro suelo, la arena me entraba por mis ojos y boca, a él no le importó que cayese aún así continuó con su marcha sin mirar atrás, arrastrando mi cuerpo.
Soy débil lo sé, no soy una mujer valiente como mi hermana ni feróz como mi padre, soy patética, soy tratada peor que una esclava y no puedo hacer nada para impedirlo.
Las lágrimas continuaban saliendo de mis ojos, mi cuerpo ardía por la fricción con el suelo, me dolía todo.
- De-deten-te - susurré débil
.....
Abrí con dolor y dificultad mis rojos ojos, no sentía mi cuerpo, donde estoy?
Un enorme y brillante palacio se alzaba ante mi...esto es la Acrópolis...el palacio real.
Sentía como si forzaran a mis piernas a caminar cuando no podía ni moverme, giré mi vista con dificultad hacia un lado, donde se hallaba aquel cruel soldado ayudándome a caminar.
Tenía mi brazo por detrás de su cuello sirviendo de apoyo mientras que él caminaba.
- Más te vale comportarte salvaje - dijo - al rey no le gusta el alboroto - dijo serio mientras me miraba con el rabillo del ojo - que asco..
Unas hermosas puertas se abrieron ante nuestra presencia, no sabía en qué momento habíamos llegado al gran salón del trono, muchos soldados se encontraban parados al fondo de la sala, velando por la seguridad del rey.
En su trono se hallaba sentado Alejandro, ni siquiera me fijé en la decoración de la sala, ni en lo que tenía puesto, estaba muy débil para eso, mis ojos se cerraban solos.
- Aquí está mi rey - dijo mientras me soltaba ante él
Mis piernas débiles no pudieron sostener mi peso haciendo que cayera, todos en la sala me miraban serios incluido Alejandro, cuando su mirada se cruzó con la mía, pude ver enojo en sus ojos.
- Que le ha pasado?, porque está golpeada y sucia? - dijo enojado
El silencio se adueñó del lugar, el soldado no respondió, aumentando la cólera y enojo de Alejandro.
- Acércate! - dijo serio
El soldado pasó por mi lado esquivando mi cuerpo como si tuviera la peste o alguna enfermedad contagiosa, mi débil vista se dirigió a Alejandro quién sostenía en sus manos una enorme espada.
El soldado en cuanto llegó a él se arrodilló ante él sin mostrar ningún sentimiento o reacción que demostrara que se encontraba nervioso o asustado.
- No lo preguntaré de nuevo - dijo enojado - que ha pasado?
Una vez más hubo silencio que no duró por mucho tiempo.
Un gritó de dolor llenó el silencio de la sala, mi débil vista no pudo soportar lo que veía, así que sin más y con un nudo en mi garganta aparte la mirada nerviosa y asustada.
El gritó provenía del soldado, lágrimas de dolor salían sin cesar de sus ojos. En su mano derecha se hallaba encajada la espada de Alejandro, quien lo miraba con indiferencia.
- Vas a seguir callado?....
Continuará.....
.....🌹
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"Nunca me Olvides"
AléatoireLa antigua Grecia, lugar cumbre donde dió inicio la cultura universal, en sus rincones más recónditos oculta su antigua sabiduría. En sus bibliotecas, en cada uno de sus pergaminos están plasmados cada uno de sus logros a lo largo de la historia, pe...