Capítulo 21.

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¿Cómo se atrevía? No, no era real.

¿Acaso iba a besar a Su Perú?

Maldito... Ese tercermundista...

Rusia avanzó hacia ellos, sacando su navaja del bolsillo. Estaba a tan solo unos pasos, no permitiría que el mexicano le quitara a su amado Perú, eso jamás. Apuntó la afilada hoja, listo para acercarse más y terminar de una vez, pero fue tomado por detrás en cuanto puso un pie fuera de ese pasillo que le estaba sirviendo para cubrirse.

Forcejeó en busca de separarse, pero el agarre ajeno era bastante fuerte. Fue guiado hacia los baños de caballeros, una vez dentro dio un codazo hacia atrás, logrando impactar con quién le había interrumpido en su ataque. Escuchó un quejido y supo que había dado bien, así que se dio vuelta para encontrarse con el estadounidense, tomando su nariz que dejaba salir sangre por el golpe.

—Me lo esperaba. Siempre supe que ibas a hacer algo para meterte en mis planes. —dijo el ruso, con un suspiro.

USA lo miró con clara molestia, reincorporándose y usando su dorso de la mano para limpiar el rastro de sangre. Rusia sonrío, mostrando su navaja en señal de peligro.

—Te dije que no te metieras.

El de habla inglesa miró la navaja, luego subió la mirada al ruso, quien rápidamente se acercó a él y comenzó a intentar herirlo, pero el americano era rápido evadiendo. Su suerte cambió cuando Rusia logró hacer una fina cortada en su mejilla derecha. USA se alteró un poco por eso, le estaba dando bastante terreno y sin darse cuenta había estado retrocediendo, casi llegaba a la pared.

En un intento de poder librarse del ruso dio una patada, logrando impactar está en el estómago de su atacante para hacerlo retroceder. USA sabía que debía de ponerle fin pero no así, los riesgos eran muchos y Rusia no se iba a detener hasta lograr sacarlo de su camino definitivamente. El estadounidense corrió hacia la puerta, se le ocurrió que podía atrancarla por fuera y luego llamar a la policía, pero cuando su mano casi tocaba la manija del cuarto, sintió que la afilada navaja fue incrustada en su hombro izquierdo.

— ¡Gagh! — se quejó el americano, el ruso hizo más presión en el arma para incrustarla aún más.

Lo más rápido que pudo, el adolorido joven se dio un giro veloz y volvió a alejar al eslavo con una patada bien dada en el costado derecho. Le preocupó que su traje se manchara tan rápido de sangre, eso significaba que podía desangrarse o quedar débil ante el ruso. Este último se reincorporó, mirando ferozmente al de habla inglesa.

—Estás loco, Rusia. Demasiado. No puedes ni siquiera razonar si está bien o no lo que haces.

— ¿Y eso qué? No te afectaría si no te hubieras metido.

USA retrocedió un paso al ver que el eslavo avanzaba hacia él, pero se armó de valor y alzó más la voz.

— ¡Piensa, maldición! ¿Sabes porque Perú jamás volvió a dirigirse a ti? — el ruso se detuvo un momento, mirando ingenuamente al americano. — ¡Te tiene miedo! Eres tan peligroso, que lo único que siente hacia ti es miedo. ¿¡No has visto su mirada!? No puede ni siquiera pararse al lado tuyo sin sentir que te desharás de todos sus conocidos solo por hablarle.

El ruso frunció el entrecejo mientras lo escuchaba, su mandíbula se apretaba conforme él seguía hablando.

— ¿Crees que eso está bien? Si tanto lo amaras de verdad, no le harías daño. Tu presencia le hace daño, porque se siente amenazado. Y México fue quien pudo sacarlo de eso, fue el primero en ir junto a él cuando tu actitud lo hizo dejarte. ¿Porque crees que se alejó? ¿No lo pensaste nunca?

No quiero ser tu amigo. [MexPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora