Capítulo 22.

2K 189 100
                                    

*Recuerden leer las partes de hasta abajo, dejaré detalles del epílogo.

Final.

La ambulancia llegó, todo fue bastante rápido. Canadá subió a la ambulancia junto a su hermano. Sus demás hermanos se fueron en el auto de Canadá, México tomó las llaves del auto de USA y subió a el, acompañado de Perú, Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán. Ellos habían ido a la graduación junto a sus demás hermanos y Rusia en otro auto, pero el mexicano ni de broma iba a dejarlos solos a ellos tres con Rusia. Eran muy propensos a ser dañados por el loco eslavo, pensó México.

—México, se que lo haces por protegernos, pero no podemos dejar a Rusia solo. Está asustado, pude verlo. — decía el ucraniano, con una notable preocupación mientras miraba hacia atrás y el auto arrancaba.

—No me voy a arriesgar, Ucrania. Es peligroso, especialmente para Bielorrusia y para ti. — decía el tricolor mientras conducía, a una velocidad alta. Perú, quien iba sentado en el asiento de copiloto, se colocó el cinturón.

—No lo entiendes, él sabe que estuvo mal lo que hizo. Sé que no nos hará nada, por favor déjame volver.

— ¡Acaba de apuñalar a mi mejor amigo, Ucrania! — gritó el tricolor, para sorpresa de todos los que iban en el auto. Perú pudo mirar que México contenía su llanto, mordía su labio en un intento de centrarse. — ¡No voy a dejar que haga más daño! Una cosa fue atacarme a mí, pero USA no tenía nada que ver. Tienes que aceptarlo, Rusia no está bien. Y en cuanto USA se recupere, ese cabrón va a escucharme, juro que lo hará.

Ucrania se sentó correctamente en su asiento, el mexicano tenía razón. Su hermano no estaba bien, necesitaba ayuda, pero no quería dejarlo. Si bien les había hecho daño, aún seguía siendo su hermano y por ende, jamás podría dejar de quererlo. Bielorrusia tomó firmemente la mano del bicolor, tratando de darle ánimos, Kazajistán hizo lo mismo con la otra mano, y así los tres hermanos se mantuvieron callados, deseando que todo acabara pronto.

México, mientras tanto, evadía los autos que podía. Hacía rato que había arrebasado a la ambulancia, pero él quería llegar antes que ellos para poder ayudar, avisando a los médicos para prepararle cama y atenderlo lo más rápido posible. La velocidad aumentaba, Perú y los demás se aferraron a sus asientos, pero parecía que el mexicano iba en shock. Solo pensaba que si su amigo estadounidense moría, jamás iba a poder perdonar al ruso. Jamás.

México podía escuchar la voz de su novio hablándole, pero estaba tan inmerso en sus pensamientos y su aferro por llegar a tiempo, que apenas podía diferenciar palabras.

— ¡México, cuidado! — gritó Perú, sacándolo de sus pensamientos abruptamente, justo a tiempo para frenar al verse tan cercano de chocar en un cruce de vehículos. El semáforo estaba en rojo. — ¡México! Escúchame, necesito que me mires.

El mexicano temblaba, su respiración era agitada y sus manos se aferraban al volante. Perú tomó suavemente sus manos, acunándolas entre las suyas. El tricolor miró a su pareja, las lágrimas se le acumulaban en los ojos.

—Se que estás asustado. Todos aquí lo estamos, pero USA te necesita vivo. Ir a esta velocidad y casi matándonos de nada le servirá, necesita que estés bien. Sé cómo te sientes, yo he estado en tu posición ¿lo recuerdas?

México solo podía mirarlo, sin poder evitarlo soltó las primeras lágrimas. Perú estrechó las manos del mexicano entre las suyas, dándoles pequeñas caricias.

—Todo va a salir bien, pero necesito que tú estés bien. USA es fuerte, yo tengo fe en que se va a salvar. Respira, todo está bien. — las manos del peruano soltaron las del mexicano para dirigirse a sus mejillas, acariciándolas. México no resistió más y soltó las lágrimas que tanto retenía, llevando sus manos a acariciar las del peruano que al mismo tiempo le sostenían el rostro. — Está bien, solo déjalo salir.

No quiero ser tu amigo. [MexPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora