Capítulo 11.

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Para el mexicano ya se había hecho una costumbre salir temprano de su hogar para ir a la escuela, agradecía la apuesta de Argentina que por cierto, aún no se cobraba.

—Me voy, jefecita. Nos vemos al rato.

—Ve con cuidado, mijo. —Respondió Azteca desde la cocina.

México sonrío y cerró la puerta, encaminándose a la escuela. Iba realmente tranquilo, después de todo no había prisa por llegar. Cómo era una costumbre en él, fue pateando las piedras que se atravesaban en su camino, las calles estaban completamente desiertas, pero no le incomodaba.

Al menos no hasta que sintió que le seguían. Algo le hacía querer girarse y enfrentar a quien estuviera haciéndose el gracioso, pero no escuchaba pasos que confirmaran su teoría de ser seguido. Sin embargo, se sentía en peligro y tenía la necesidad de correr, más no lo hizo.

Justamente cuando iba a dar vuelta en una esquina, una fuerte mano se colocó en su hombro, dándole un apretón. México se giró bruscamente hacia quien le había tomado, alzando el puño listo para defenderse.

— ¡Órale ca...! ¿Ucrania?

— ¡Buenos días, México! —dijo el ucraniano bastante alegre.

— ¿Qué onda, wey? Me pusiste de nervios, pensé que era algún ratero o algo.

Ucrania soltó una risita, dejando libre el hombro del tricolor.

—Solo era yo, ¿nos vamos?

Ambos reanudaron la caminata, iban platicando de varias cosas hasta que la mente del mexicano hizo un "click". Pensó que era algo extraño que Ucrania haya aparecido detrás de él, siendo que ni siquiera vivía por esos rumbos.

—Oye, Ucrania. ¿Qué hacías por mi casa? — preguntó el tricolor, mirando con cierta desconfianza hacia el bicolor.

— ¿Que hacía? Ah pues, pensé que sería lindo visitarte e irnos juntos, ya sabes, cómo cuando éramos niños y jugábamos jaja.

— ¿Ah sí? Qué curioso.

México no podía dejar de sentir repentina desconfianza, no era tonto. Ucrania pasó saliva al sentirse observado por el mexicano, pero por suerte casi llegaban a su destino.

Ucrania se detuvo frente a un solitario y malgastado callejón.

— ¿Que te traes? —Preguntó el mexicano, ya sin una pisca de comodidad junto al bicolor.

Ucrania curvo sus labios, se sentía asquerosamente traidor.

—Lo siento, México.

México estaba a punto de asaltarlo a preguntas hasta que sintió encajarse en su costado una especie de arma afilada. El dolor fue agudo, poco a poco miró hacia la nueva y repentina herida, notando una mano de piel roja que sostenía firme el cuchillo contra él. Su atacante sacó el arma de su piel, proyectando un chorro de sangre en el mexicano.

— ¿Qué...? —Susurró el adolorido tricolor.

Dio vuelta para encarar al atacante cuando un fuerte golpe en su cara se estampó. El golpe había sido tan fuerte, que su nariz sangró y él retrocedió.

—Gracias, hermanito. ¿Qué haría sin ti? — dijo Rusia, mirando a su hermano Ucrania con una sonrisa.

México cómo pudo miró hacia Ucrania, el bicolor se sintió aún más culpable.

—México yo...

Rusia le interrumpió, pateando con fuerza al tricolor, quien se quejó de dolor y quedó de costado en el suelo. Rusia comenzó a dar una serie de patadas por todos lados al cuerpo mexicano, quien se hizo un ovillo y cubrió su cara entre sus manos, en un intento de que no pudiera golpear zonas de alto peligro.

Ucrania vio con terror como su hermano se detuvo para tomar al mexicano por las ropas y encaminarlo dentro del callejón. La tortura apenas comenzaba.

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Perú miraba alternativamente su reloj y el camino por el que siempre llegaba México. Quizá se habría quedado dormido, pero ya estaba siendo bastante tarde. Faltaba menos de 1 hora para las clases y comenzaba a ponerse nervioso.

Decidió sacar su celular y llamar a Argentina. El celular timbró tres veces hasta que el argentino contestó.

— ¡Perú!

—Hola Arge, ¿sabes si México ya está en la escuela?

— ¿México? No, yo apenas voy saliendo... ¡Brasil! No me cargues...!!!

Perú rodó los ojos, esos dos solían ser un poco melosos aunque estuviera más gente enfrente. Era Brasil el que más muestras de cariño daba.

—Boludo, estoy hablando por teléfono. Ahora sí, Perú, te digo que no se si México ya llegaría, ¿porque?

Perú volvió a mirar hacia el camino, ni rastros del mexicano.

—Uh... No, por nada. Voy a esperarlo un poco más.

—Che, la verdad que si todavía no llega, yo creo que se quedó dormido o algo. Él solía ser el último en llegar, quizá ya de nuevo comenzará a tardarse.

El peruano pensó esa probabilidad. Quizá era así.

—Gracias, causa. Nos vemos ahí, pe.

Ambos se despidieron y Perú decidió comenzar a caminar, con la esperanza de verlo en el salón. Era cierto que solía ser el último en llegar pero, la verdad, era que algo le hacía pensar que no era eso. Tenía un muy mal presentimiento.

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Ucrania escuchaba todo. México se quejaba bastante de dolor, además de que los golpes y el sonido de lo que parecía ser algo metálico hacía eco en el callejón. Él no se atrevía a mirar, era muy claro que México estaba luchando por no dejarse hacer más daño por el ruso. De pronto se escuchaba a Rusia quejarse, se alegraba por esos breves momentos en que era su hermano quien estaba siendo golpeado.

Su terror aumentó cuando, de pronto, el silencio gobernó todo. Las calles seguían desiertas, nadie miraría. Se llenó de valor y trató de asomarse para saber que había pasado, pero entonces su hermano salió del callejón.

—Rusia...

El aspecto de su hermano le sorprendió. Su camisa estaba hecha jirones, su cara tenía algunos golpes marcados e incluso había una mordida en su mano, quizá le había mordido México intentando soltarse.

Pero lo que más le inquietó, fue que sus manos estaban llenas de sangre así como su ropa, sangre que obviamente no era suya. Rusia respiraba agitado, definitivamente el mexicano había puesto resistencia.

—Dame la ropa que traje extra, voy a cambiarme.

—Rusia... ¿Q-Que pasó con México?

Rusia tomó la ropa que Ucrania, con manos temblorosas, le daba. Rusia sonrío, desabrochando su camisa para ponerse la nueva.

—Ya no creo que se meta en mi camino.

Ucrania se quedó completamente impactado. Rusia caminó tranquilamente, quejándose de los golpes que había recibido mientras terminaba de cambiarse.

Ucrania comenzó a llorar, quería entrar a ese callejón y verlo, pero, ¿qué sentido tenía?

Con todo el dolor marcado en su corazón y su rostro, comenzó a caminar detrás de Rusia en camino a la escuela.

Su hermano era un asesino.

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||° Creo que dejaré los fines de semana para actualizar aquí. Estoy pensando si viernes, sábado y domingo o solo sábado y domingo. Más que nada porque ya le agarre mucho cariño a la historia y no quiero que se me acabe xd pero bueno. ¡Gracias por leer! Cuídense uvu  dejen sus votitos si les gusto. ¡Nos vemos!  

No quiero ser tu amigo. [MexPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora