Epílogo.

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- Rusia: 5 años de edad. Se presume que antes de este suceso ya había sufrido de más escenas que de igual modo tuvieron que ver en su desarrollo. –

La nieve caía suavemente, los copos se deshacían al tocar el suelo, o al menos eso pensaba el pequeño Rusia. Le encantaba ver esa escena, ver cómo tan diminutos copos podían lograr acumular tanta nieve era increíble. Escuchó los toquidos de la gran puerta a lo lejos, pero no le tomó importancia, eso hasta que escuchó la voz reconocida de su abuelo, entonces corrió a su habitación con grandes deseos de encerrarse y no salir, pero se encontró con su padre a medio camino.

— ¿Rusia? ¿A dónde vas tan rápido?

— Y-Yo... Es que... No quiero ver al abuelo, Padre.

URSS alzó una ceja, confundido por la actitud de su hijo. Se inclinó y lo tomó en brazos para cargarlo y caminar a la sala dónde les esperaba su abuelo.

— Es tu abuelo, no debes ser así con él. Vamos, puedes tomar mi mano o la de tu madre mientras lo saludas.

Rusia asintió, por alguna razón URSS tampoco sentía mucha comodidad estando cerca de I.Ruso, pero no era como que les hubiera hecho algo. O al menos no de su conocimiento.

— ¡Ahí está mi nieto! ¿Cómo estás, pequeño Rusia?

El hijo del soviético escondió ligeramente su rostro en el pecho de su padre, después susurró un "hola" y volvió a esconderse. Los adultos entablaron una conversación y pronto los demás hijos del soviético se hicieron presentes junto a su madre, a quien URSS le regaló un suave beso en la frente en cuanto la vio.

Rusia no quería a su abuelo. Siempre que dormía en su casa le contaba historias horribles para dormir, trataba mal a los sirvientes y solía decirle cosas malas sobre su padre a su propia madre. Su abuelo era desagradable.

Todo empeoró el último día de la estancia de su abuelo. Durante la noche, su madre y su abuelo desaparecieron. Su padre los buscó desesperado pero no tuvo éxito. Ambos llegaron durante la madrugada, Rusia lo supo debido a todo el ruido que hicieron. El pequeño ruso bajó las escaleras cuando escuchó gritos, cosas romperse y más. Asomó su cabecita con cuidado, encontrándose a sus padres y a su abuelo, gritándose ambos hombres mientras su madre solo bajaba la mirada y se agarraba al brazo de su abuelo.

— ¿¡Qué clase de padre eres tú!? ¡Es mi esposa! ¡La madre de mis hijos!

— ¿¡Y tú qué clase de padre eres, URSS!? ¿Has visto a tus hijos? ¡Eres muy blando con ellos! Solo estás educando a un montón de cobardes que se dejarán por todos en un futuro. Ya verás, ese niño al que deberías enseñarle a ser buen líder será una decepción.

Rusia abrió sus ojos sorprendido, sabía que se refería a él.

— ¡Yo decido como educar a mis hijos! Y tú — dijo señalando a su esposa, quien lo miró con una gran tristeza en los ojos. — Creí que eras una buena mujer, veo que me equivoqué.

— URSS... Yo...

— ¡Cállate! — y tan pronto como el soviético gritó, sacó de su cintura un arma. La mujer palideció e I.Ruso abrió sus ojos con sorpresa al ver que les apuntaba.

— URSS... Cariño... B-Baja el arma. Sabes que estás enojado, cuando te pones así tú no... N-No razonas bien.

La mujer intentó acercarse, pero el de piel roja recargó el arma dándole a entender que dispararía.

— No vuelvas a llamarme así. ¿Cómo te atreves a querer razonar conmigo, cuando vienes de haberte acostado con mi propio padre? — el tono de URSS era bajo, pero bastante letal.

No quiero ser tu amigo. [MexPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora