Joaquin trabaja en una de las empresas más grandes de país. A sus 24 años ha conseguido ser el jefe de su departamento, pero el aspira a más, quiere lograr la vicepresidencia de la compañía. Aun así, todos sus sueños se truncan cuando su jefe, el pr...
Serían las 8:00 de la mañana cuando un rayo de luz entro por la ventana de la habitación, haciendo que me despertara. Al abrir los ojos me di cuenta que mi cabeza estaba apoyada en el pecho de Adam, quien me estaba haciendo caricias en la espalda con el brazo que pasaba por debajo de mi cuerpo mientras él estaba leyendo algo en el móvil. La verdad es que estaba muy a gusto como para querer moverme.
- ¿Quién me diría a mí cuando me dijeron que ibas a ser mi jefe, que algún día nos íbamos a encontrar durmiendo en la misma cama, en Italia, para fingir que somos una pareja?
- Sí, la verdad es que así dicho suena bastante surrealista - se rio - Por cierto, buenos días.
- Buenos días- dije intentando levantarme.
- Eh, no tengas prisa, que aún es muy pronto - contestó mientras me agarraba para que no me moviera.
- Vale, pero que conste que lo has dicho tú, así que si me vuelvo a quedar dormido encima tuyo es tu problema - le avisé mientras me volvía a poner cómodo.
- Creo que podré soportarlo - se rio. - ¿Qué quieres hacer hoy?
- Mmm... No sé, ¿que hay en el plan? - le respondí con voz soñolienta.
- Podrías ir a la playa si quieres. Hace un día muy bueno.
- No recuerdo la última vez que pisé una playa, me apetece mucho.
- Pues decidido.
* * *
Dieron las 11:00 y justo llegamos a la playa, había mucha gente, pero aun así estaba bien. Colocamos nuestras toallas y nos acomodamos. Debía hacer unos 30 grados, pero era de esperar en Italia.
- Me encanta la playa - dijo Emilio - es una pena que por trabajo no se pueda ir más a menudo. Oye, ¿me hechas crema?
- Claro - contesté y Emilio instantes después se quitó la camiseta, dejando al descubierto su cuerpo perfectamente esculpido.
- Se te ha quedado cara de bobito al verme sin camiseta - dijo sin cortase ni un pelo.
- N-no es verdad - conteste nervioso mientras notaba como mis mejillas enrojecían.
- Lo que tú digas, pero recuerda que me has dicho que ibas a darme crema - sonrió de manera provocativa mientras se acercaba a mí.
Entonces eché un poco de crema solar en mi mano y me dispuse a echársela encima. Mis manos temblaban, estaba muy nervioso, su cuerpo era demasiado perfecto. Al final Emilio tuvo que ayudarme a colocar mi mano en su pecho, para empezar a extenderla. Cada abdominal, cada bíceps, cada musculo de su torso fue palpado por mis manos cuando mientras le echaba crema, mis mejillas ardían, pero parecía que Emilio se lo pasaba bien con mi sufrimiento.
-Lo estás haciendo muy bien, cariño.- dijo haciendo que se me erizaran los pelos del brazo.
- T-tonto...
Una vez acabe solté el boté crema y me quité yo la camiseta para echarme a mí mismo la crema.
- Ahora me toca a mí- dijo Emilio, mientras apretaba el bote de crema en su mano.
- ¿Que? NO. Yo me hecho a mí mismo.
- Vamos, no seas así, si no te voy a comer... aún -murmuró eso último. - Además, quedara muy bien para la prensa
- Vale... Pero hazlo rápido - dije quitando mis brazos de mi pecho para que Emilio se dispusiera a echarme crema. Las manos de Emilio rozando mi piel me estaba poniendo muy nervioso, y me costaba intentar poner una cara de tranquilidad. Lo estaba haciendo despacito, y con mucha delicadeza, haciéndome notar cada movimiento.
- Tienes la piel muy suave, ¿lo sabias?
-G-gracias- dije intentado parecer tranquilo, pero sin lograrlo.
Entonces Emilio pellizco uno de mis pezones con la fría crema, haciendo que saliera un pequeño gemido, que intenté disimular, pero cuando llegó al otro pezón hizo lo mismo, haciendo que saliera otro gritito de mi boca. El rizado puso una sonrisa juguetona cuando pensaba que yo no se miraba.
- Te he visto, no sonrías, pervertido.
- ¿Pervertido yo? ¿Por qué? - dijo con voz de inocente, pero volviendo a pasar por mis pezones, volviendo a lograr otra reacción de mí.
- P-para de hacer eso, joder.
- Él que, ¿esto? - volvió a pellízcame uno de ellos.
- P-para... que los tengo... muy sensibles -murmuro mientras agachaba la cabeza.
- ¿Que los tienes muy qué? - volvió a tocarlos, logrando que volviera a gemir levemente.
- ¡Sensibles!
- Ya he visto ya, me ha gustado verte gemir sin poder evitarlo - entonces se acercó a mi oído para susurrarme- no me quiero imaginar entonces que pasaría si te hiciera otro tipo de cosas en tu cuerpo.
Mis mejillas estaban a punto de explotar, y algo se movió dentro de mi bañador.
- Se acabó de darme crema por la parte delantera, ahora dame en la espalda - le ordene tumbándome boca abajo en la toalla, para esconder mi erección.
- Como quieras - dijo sonriente. Entonces paso una de sus piernas por encima de mi cuerpo y se puso encima mío, apoyando su masculinidad en mi trasero - mmm... así estaré más cómodo.
- Se lo que estás haciendo, y te la voy a dejar pasar - le contesté porque no podía moverme sin que se diera cuenta que tenía una erección.
- No sé de qué me estás hablando -dijo y después noté una pequeña embestida de su paquete contra mi trasero, que no ayudaba a que se me bajara la hincharon.
Sus manos empezaron a darme crema por toda la espalda suavemente, empezando por los hombros y bajando lentamente, hasta que llego a mi cintura. Una vez allí noté como no dejaba de rozar la goma de mi bañador, una y otra vez, una y otra vez, hasta que la penetro, y note como bajaba lentamente la mano por la parte superior de mis glúteos. Se tomó su tiempo en esa zona.2
- No creo que esa mano deba de estar ahí, Emi - le reproché porque cada vez estaba más y más abajo - esa parte no va a ver la luz del Sol.
- Ahora soy Emi, pues vamos mejorando y uno nunca se sabe, yo por si acaso, no me arriesgaría. Menos mal que me tienes a mí aquí, para cuidarte.
- Me gusta llamarte Emi y bueno, pues si no quieres cuidarte esa mano cuando la envíe al hospital, la sacaras de ahí, cariño- de respondí sonriente.
- Tu me puedes llamar como quieres bonito, pero como se te quemé, yo te estaré esperando con en bote de Aftersun - dijo mientras se quitaba de encima mío. - Venga, vamos al agua
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