-¿Que...? ¿Qué? ¿Qué pasa?
Me despejé del todo cuando Jeffrey empezó a zarandearme violentamente.
-¡Andrew! ¿Estás bien?
Su cabellera rubia y rizada oscilaba cada vez que movía la cabeza.
-Sí, sí, estoy bien.
-¿Seguro?
-Sí, de verdad.
Sentí algo frío y duro debajo de mí, y me di cuenta de que estaba tendido sobre el suelo. Seguramente me había caído mientras tenía otra de mis pesadillas.
Entonces Primrose apareció por la puerta y vino corriendo hacia mí.
-¡Andrew! ¿Te encuentras bien?
Sus ojos azules me miraban con preocupación.
-Que sí que sí, de verdad.
-Deja que te ayude a levantarte -dijo ella, extendiendo la mano para que la agarrara.
Me levanté sin problemas.
-Has gritado un montón esta vez, casi me has dejado sordo -dijo Jeffrey, hurgándose la oreja.- Has sonado incluso más que cuando mamá tiene pesadillas.
-Mamá a tenido muchos problemas a lo largo de su vida -dijo Prim, lanzándole una mirada amenazante a su hermano.- Por cierto, podrías ir a avisarla de que todo va bien y que no ha pasado nada.
-¿Y por qué no vas tú? -dijo Jeffrey, resoplando.- Además, este no es tu cuarto, es el de Andrew y el mío, así que no se que haces aquí.
-¿Qué pasa aquí? ¿Ya estáis discutiendo otra vez?
La inminente aparición de Peeta hizo que los tres nos sobresaltáramos. Éste se acercó a nosotros, haciendo que su pierna de metal chirriara cada vez que apoyaba el peso de su cuerpo en ella.
Por fin alguien que puede poner orden.
-¿Qué ha pasado?
-Andrew se ha caído porque ha tenido una pesadilla -dijo Jeffrey, poniendo sus ojos grises en blanco-, ¿es que no lo has escuchado gritar?
-Por supuesto que lo he escuchado, si no no habría preguntado- dijo, con peligrosa tranquilidad, como si le estuviera diciendo a su hijo que no le hablara así a su padre.
Normalmente, Peeta no es así, solo cuando está muy enfadado o muy cansado y no quiere que le molesten.
La tensión en el ambiente era palpable.
Su expresión se fue relajando poco a poco, hasta recuperar su amabilidad de siempre.
-Venga, todos a la cama.
Prim salió de la habitación y volvió a su cuarto. Jeffrey, lentamente, se dirigió a su cama y se acostó, pasándose las sábanas por encima y yo lo imité. Me arropé y me puse de lado, mirando a la pared y dándole la espalda a Peeta y a la puerta.
En cuanto se escuchó el chasquido de la puerta, Jeffrey se dio la vuelta para mirarme, pero al ver que estaba vuelto de espaldas, dijo:
-¿Por qué tienes tantas pesadillas?
Parece que la discusión que acababa de tener con su padre se había olvidado y había dado paso a una curiosidad propia de sus 12 años.
-No lo sé, porque no me acuerdo.
Y era verdad, porque lo único que recordaba cuando salí de la Caja era mi nombre.
-Aunque puede que sea porque yo también he pasado por mucho -continué.
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El Final de las Historias
Science FictionLlegué a su mundo mediante un ascensor en el suelo que hacía años que no funcionaba. Vagué sin rumbo durante mucho, mucho tiempo, pero mi vida cambió cuando me adoptaron los Mellark. Pero luego... se oscureció todo. ---------------------- En esta hi...