Capítulo 3

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Bajé las escaleras, recorrí el pasillo y llegué a la cocina.

No era una cocina muy grande, solo para lo necesario. Una mesa, seis sillas, la despensa y armarios con los platos, utensilios y comida. También estaba el frigorífico en un rincón. Y el grifo y el fregadero en la encimera.

Buttercup entró en la cocina y se tumbó al lado de la mesa.

Como eran las seis y todavía faltaba un poco para el amanecer y que se levantaran los Mellark, fui preparando la mesa. No podía comer yo solo primero, ya que Katniss decía que al principio todos en el 12 se morían de hambre, y ahora que estaba en el poder la presidenta Paylor, que abastecía a todos los distritos y tenían comida suficiente, prefería que la disfrutáramos todos juntos en familia.

Aun así, siempre le gustaba ir a cazar al bosque después de desayunar. O por lo menos, a dar un paseo.

Porque también añoraba el pasado, aunque hubiera estado lleno de dolor y sufrimiento.

Terminé de poner los platos, los cubiertos y los vasos para todos y saqué el pan para prepararnos una tostada.

Cuando ya estuvo todo listo, me fui al salón y me senté en el sofá. No puse la televisión, ya que a Katniss y a Peeta no les gustaba ni un pelo.

Entonces, noté unos ruidos en las escaleras.

Cada vez se escuchaba más fuerte, y entendí que eran unos pasos, lo que significaba que alguien se había despertado y había venido a hacerme compañía.

O no.

Me levanté y me dirigí a las escaleras. Y entonces vi quién bajaba.

Era Katniss.

Pero no parecía ella.

Llevaba su camisón de dormir, que le llegaba por las rodillas. Era de un verde desvaído, como si hubiera sido usado muchas veces. Era el que se ponía todas las noches para dormir. Hasta ahí su parecido.

Una mueca asustada estaba plasmada en su cara, que normalmente presentaba tranquilidad. Sus ojos grises se abrían de par en par, como si estuviera presenciando la cosa más horrible del mundo. Su mirada estaba fija en alguna parte, enfrente suya.

Estaba bajando las escaleras. Sonámbula.

-¡Katniss, para! ¡Te vas a caer!

Como si de una orden se tratara, cerró los ojos cuando terminé de decir la frase y se desplomó en los escalones.

-¡KATNISS!

Cayó rodando hasta llegar al vestíbulo, donde ya estaba yo. Rápidamente, fui al perchero y cogí la cazadora que le gustaba ponerse cuando iba al bosque, y lo puse debajo suya justo cuando iba a llegar al suelo. Por lo menos, el abrigo suavizaría el impacto.

Entonces, volvió a abrir los ojos y se puso a gritar.

-¡¡AAAAHH!! -decía- ¡¡PEETA!! ¡¡LOS MUTOS!! ¡¡PRIM!! ¡¡LA NIEBLA ES VENENOSA!! ¡¡RUE!! ¡¡AYUDA!! ¡¡BOGGS!! ¡¡CHARLAJOS!! ¡¡FINNICK!! ¡¡JAULA!! ¡¡FUEGO!! ¡MAGS! -se iba relajando poco a poco- ¡ARDERÁS CON NOSOTROS! ¡WIRESS! ¡Haymitch! ¡Coin! ¡Papá! ¡Effie! ¡Mamá, no te quedes ahí mirándome! ¡Por favor! Snow... Revolución... Chispa... Enemigo...

Acabó con un susurrante《Sinsajo...》, y cerró los ojos.

Me había quedado sin palabras. Nunca antes había ocurrido algo parecido.

Peeta bajó las escaleras lo más rápido que pudo. Cuando llegó adonde estábamos nosotros, cogió a Katniss en brazos y la llevó al salón, donde la tumbó en el sofá. Se sentó y puso la cabeza de ella en su regazo, y empezó a acariciarle el pelo.

Se quedó pensativo durante lo que me pareció una eternidad, y justo cuando iba a subir otra vez para dejarlos solos, empezó a hablar.

-Ha sufrido tanto... Hemos, quiero decir... -estuvo ensimismado unos instantes. No sabía si me estaba hablando a mí o a nadie en particular-. Pero ella más que nadie. Pasó hambre, sobrevivió a dos Juegos del Hambre, fue el sinsajo de la rebelión y sobrevivió a la Guerra del Capitolio... Parece mentira que haya pasado tan poco desde eso. Podríamos haber vivido una vida normal. Haber nacido en otro lugar y vivir felices, ignorantes a lo que pasa en otros lugares del mundo. Ojalá... Pero no se puede cambiar. Lo hecho, hecho está. Y algunas cosas se superan, o se olvidan. Pero de lo que no se recuperará nunca, será la muerte de su hermana. La quería tanto -se le saltaban las lágrimas y casi no podían reprimirlas-. Katniss dio su vida, y su alma, para protegerla. Por eso no le gusta que Prim y Jeff se peleen. Y fue tan trágica su muerte... Es triste que algo que has intentado salvaguardar y proteger con todo tu ser te lo quiten y destrocen, delante de tus narices. Es algo imperdonable.

Katniss abrió un poco los ojos, y miró a Peeta. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

-Peeta...

Él posó su mirada en la de ella y en sus delicadas facciones.

Y, como inevitable que era, se besaron.

Yo, por mi parte, como no quería interrumpir ese momento mágico, dije:

-Bueno... yo... me voy a la cocina... sí, eso... -avanzaba poco a poco hacia la puerta-. Eh... si me necesitáis... pues eso... ya sabéis dónde estoy.

Ellos ni siquiera se despegaron para decirme vale o no. Es más, se estaban besando con más lujuria. Sabía que ese era el momento para salir rápidamente al pasillo. Porque la verdad, no quería ver el resto.

Por mi camino a la cocina, pasé por las escaleras, donde estaban observando Prim y Jeff la escena en el salón.

-Puaj -dijo Jeffrey, metiendose los dedos en la boca simulando que vomitaba-. Creo que me voy con Andrew a la cocina.

-Pues a mí me parece que es algo muy bonito -dijo Primrose, con ojos soñadores-. Ojalá yo ame así a una persona algún día.

-¡Ja! Sigue soñando.

Jeff bajó las escaleras y fue corriendo a la cocina antes de que su hermana procesara lo que le había dicho.

Peeta y Katniss salieron del salón cogidos de la mano justo cuando Prim bajaba el último escalón e iba hacia la cocina a por su hermano.

-Bueno -dijo Peeta-, ya que estamos todos levantados, ¿que tal si desayunamos ya y luego damos un paseo por el bosque?

-A mí me parece bien -dijo Katniss, sonriéndole-. ¿Y vosotros?

-Por mi bien -dije yo.

-Sí, sí, por mí también, pero decidle a Jeff que me deje en paz -dijo Prim, irritada.

-¿Pero de verdad te vas a ofender por un comentario tonto que ha dicho tu hermano? -dijo Peeta, poniendo los ojos en blanco.

-¿Os habéis enterado?

-Pues claro -dijo Katniss- nosotros somos tus padres, sabemos todo sobre vosotros -y abrió mucho los ojos, como si intentara leerle la mente-. Además de que prácticamente lo estaba gritando.

Katniss, Peeta y yo nos reímos, y Prim puso los ojos en blanco. Parece mentira que hace unas horas hubiera tenido una pesadilla.

Los cuatro atravesamos la puerta, donde nos esperaban Jeff y Buttercup.

El Final de las HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora