ocho.

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tomás.

—¿vos... sos tomi?— habló sorprendida.

—tomás campos, c.r.o.— respondí. —para vos dejé de ser tomi hace tiempo. quiero cerveza, por favor.

—tomás, no nos vemos hace años ¿asi me vas a tratar?

—si, servime o me voy a otro lugar.— contesté tajante.

ella guardó silencio y llenó mi vaso de cerveza.

nicole entró por la puerta con una sonrisa, se acercó hasta a mi y dejó un beso sobre mis labios.

—que lindo estás.— alagó.

—gracias.— respondí. —no te pedí nada para vos porque no sabia que querías.

—si, cerveza también.

—lo... ¡moza!— exclamé, lola me miró. —otra cerveza.

[...]

estuvimos hablando toda la noche sobre nuestras cosas, aunque me sentía bastante desconcentrado teniendo a la madre de mi hijo que hace años no veía tan cerca de mi.

—yo me tengo que ir, tomi.— informó nicole. —me encantó verte y hablar, aunque la noche no terminó como esperaba.

y eso yo lo sabia.

si no fuera porque mi ex me cagó la noche, me la hubiese llevado a la cama.

—si, perdón.— contesté. —la próxima será.

—¿va a ver próxima?— se rió. —el uber me espera.

—¿segura, no querés que te lleve?— me ofrecí.

—no, tranquilo. aparte, te va a quedar muy lejos.— dejó un último beso sobre mi boca. —chau, cenfe.

yo también estaba por irme, así que dejé la plata sobre la mesa y me levanté, aunque cuando estaba a punto de cruzar la puerta me vi detenido por alguien que me agarró del brazo.

al darme vuelta estaba lola ahí.

—¿que te pasa?— pregunté a la defensiva.

—¿y emmanuel, está con vos?

—¿ahora te preocupa, tarada?— pregunté de mala manera, aunque realmente no quería enojarme ahí.

—siempre me preocupó. desde que me fui, no dejé de pensar en él...

me reí. —sos nefasta, lola, te lo juro.

—¿él sabe que lo abandoné?

—no.— contesté. —porque no se merece saber que su mamá lo despreció.

—no lo desprecié.

—pero, lo dejaste. nos dejaste.— dije.
—ahora no te hagas la preocupada, no nos busques; a ninguno. emmanuel y yo tenemos la vida hecha, no nos falta nada.

—el amor de madre no se compra, tomás.

—y tampoco se tiene que arrebatar.— suspiré. —emmanuel va a tener una mamá en algún momento, pero quedatee tranquila que vos no vas a a ser, ya que eso querías, vivir tu vida  vicios.

salí de ahí sin agregar nada más.

me sentía tan vulnerable.

a pesar de todo seguía viendo en su rostro reflejados los wachines que se enamoraron.

flashback.

—¡rubia!— grité, lola se dió la vuelta.
—aunque me gustaba decirte morocha, en realidad.

—me gusta el rubio.— respondió.

—¿a dónde te vas?

—al hogar ¿dónde más?

—¿ahí?— arrugué la nariz.

—¿y a dónde querés que vaya?— se cruzó de brazos.

—conmigo.

—¿a dónde?

—a las estrellas.

soltó una carcajada para después entrelazar nuestras manos, y comenzar a correr.

fin del flashback.

siempre fui terrible con ella a decir verdad, pero eso no excusaba que nos haya dejado solos cuando más la necesité.

cuando más teníamos que estar unidos.

siempre fui yo el que traía quilombos a casa y al final fue ella quien nos abandonó.

en mi corazón sentía que el vacío que me dejó, no podría perdonárselo jamás.




𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘵𝘦 » 𝘤.𝘳.𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora