veintinueve.

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tomás.

lola ingresa a nuestra casa y no duda en abrazar a emmanuel, hace tiempo no se veían.

y fue una acción fea de mi parte no permitir que se vean, lo admito.

—¡mami! no sabes como te extrañé ¡ya estoy cansado de que papá pida delivery siempre!

—bue, tonto, yo cocino también.— me defendí, subí la mirada y mis ojos conectaron con los de la madre de mi hijo. —hola.

sonrió a boca cerrada. —hola, gracias por dejarme que viniera.

—si, no es nada, pasá.— agarré su mochila y la dejé sobre el sillón.

—¿sabes qué, emma?

—¿qué, ma?— preguntó este, mientras su mamá le hacia upa.

porque él tendría dieciocho años, pero seria nuestro bebé.

—una amiga tiene en adopción una camada de cachorros ¿qué te parece si adoptamos uno?

—¡sí!— exclamó. —¿y le podemos poner de nombre tumbando el club remix?

lo miré mal. —¿podrías superar esa canción ya?

él me sacó la lengua. —no.

—ese es nombre muy largo, podríamos pensar en otro.

—mmm... c.r.o o ¡ya sé! breve o ¡no, mejor, money!

—¿podría ser no referido a tu padre? digo, nada más, ya demasiado que lo tenés todos los días.— opinó ella riendo, mientras se desplomaban en el sillón.

—sí, encima, aumentas mi ego.— dije, sentándome a su lado.

—entonces... póngamosle lotoel. porque es lo de lola, to de tomás y el de emmanuel.

—¿lotoel? es un nombre raro...— solté, su rostro de felicidad cambió a casi triste. —aunque, si, hijo, está bien, es raro, pero hermoso.

él se rió. —sos un chanta.— le dijo lola antes de comenzar a hacerle cosquillas.

[...]

—¿todavía tenés ese tatuaje? pensé que te lo habías borrado, o algo así.— le comenté a lola, mientras que señalaba su ante brazo.

ahí estaba escrito crackero con letras desprolijas, ya que se lo había hecho yo, aunque a decir verdad; quedó bastante original.

—sí... todavía lo tengo. igual, no hay razón para taparlo.— se encogió de hombros. —marca mi vida y una persona muy importante para mí.

asentí. —yo también tengo el tuyo todavía.

—sí, lo sé, conozco tu cuerpo.

sonreí tímido. —tenés razón.

suspiró. —bueno ¿levantamos?

—sí, sí.— nos habíamos quedado haciendo la sobremesa mientras que emmanuel se había ido a jugar a la play.
—¿cómo estuviste estos días?— pregunté, intentando romper el silencio.

—bien... anduve por neuquén.— contestó.

—¿en serio?

asintió. —fui dos días, quería rehabilitarme de la necesidad de volver.

neuquén, una palabra, que significaba demasiado para mí; familia, amigos y... lola.

[flashback]

caminaba por el pasillo de la escuela, mientras todas las miradas estaban puestas en mí.

era de llamar la atención casi siempre, estaba en mi personalidad.

—dale, turrita hermosa...— escuché a lo lejos, pero lo ignoré. —¿cómo que no querés? si me estabas re calentando recién.

ahí si, me volteé, encontrando a facundo hostigando a una chica de pelo negro.

este mismo intentaba besarla mientras que ella se quejaba de eso, pero a él poco le importaba.

—facundo.— dije, intentando llamar su atención, pero fue en vano, estaba ido de sus sentidos. cuando se le abalanzó encima fue, que de un acto reflejo, lo agarré del buzo impulsándolo hacia atrás, logrando que caiga al piso. —¿no escuchaste lo que te dijo, gordo pajero?

—bue, cracker, calmate.— soltó riendo.

—¿qué te pensás que estoy jodiendo?— pregunté.

—dejá de hacerte el defensor de pobres vos.— y eso fue suficiente para comenzar a golpearlo sin piedad. él intentaba defenderse, pero mis golpes eran más precisos, dejándolo que se retuerza del dolor. —¡ya fue, eh, crackero!

sentí un agarre en mi brazo y cuando decidí dejar de pegarle, miré hacia atrás, se trataba de aquella chica.

—basta, por favor, no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

—na, no va a ser tu culpa.— dije, recuperando el aliento y escupiéndole la cara a facundo. —crackero.— le extendí mi mano ensangrentada a la chica.

—lo... lola.— tartamudeó.

[fin del flashback]

—extraño esos tiempos...

y verdaderamente lo hacia, en esos momentos, lola y yo éramos inseparables.

y ahora estábamos cada vez más separados.

𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘵𝘦 » 𝘤.𝘳.𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora