Capítulo 4. ¿Empatía?

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Narrador

Shigaraki se había unido a las torturas, quería sacarle la información, pero por más que intentara el pecoso no ayudaba, intento de todo durante una semana entera junto a sus aliados, utilizo su voz de alfa, pero a este no le afectaba en lo absoluto solo se mordía la lengua o el labio para no hablar, intentaron la manera mortal de tortura especial de Kurogiri, pero no funciono simplemente el pecoso se aguantaba y se limitaba a gritar por las torturas

Por más torturas que probaran ninguna funcionaba, Izuku perdió el brillo en sus ojos, se limitaba a que lo torturaran, simplemente se veía que se había rendido, ante todo.

Era un día lunes las torturas comenzaron, el pecoso simplemente se sentó voluntariamente en la silla y dejo que lo torturaban esta vez, el no gritaba solo hacia muecas cada vez que era golpeado incluso las quemaduras de Dabi no le hacían efecto, Shigaraki y sus aliados se cansaron, no solo porque el pecoso no ayudaba si no que las torturas habían perdido el sentido, si el no gritaba... Kurogiri lo llevo a su habitación, para evitar que lo siguieran torturando.

- Oye Shigaraki, que haras, las torturas ya no tienen sentido, son aburridas en este punto incluso por más que lo queme no funciona – Dabi se veía molesto, sin duda era algo frustrante no poder hacer nada

- El mocoso no hablara de eso estoy más que seguro, pero si no habla y toda esta mierda perdió el sentido entonces, no solo destruiré su cuerpo si no también su mente, lo llevare a su propio colapso y de paso me divertiré mucho.

Sus aliados se vieron confundidos sin entender muy bien a lo que se refería, pero sabía que tenía una forma un poco efectiva o eso esperaban.

Narra Izuku.

Kurogiri me llevo a mi habitación, me extraño que las torturas terminaran rápido, aunque a la vez me alegraba, mi cuerpo había perdido peso había ganado cicatrices, me sentía devastado mi cuerpo estaba en pésimo estado, solo quería morir, ya no quería esto, me quite la ropa llena de sangre y con unas toallas húmedas que me dio Kurogiri me comencé a limpiar

No todos los días tenía la oportunidad de bañarme, pero eso serviría por hoy, me puse uno bóxer y una camisa de ese hombre con cabellos celeste grisáceos, aunque ese hombre lo odiaba con toda mi alma, admitía que me encantaba su olor me sentía protegido con un poco de él.

Me recosté en la cama y mi cuerpo me exigía a gritos que durmiera para recuperarme, me dormí hasta que desperté por un ruido bastante grande, no le puse interés ya que tal vez era otra disputa en el bar, pero lo que no me esperaba que en la puerta de mi habitación había alguien observándome desde saber qué horas, me senté con cuidado mi cuerpo dolía demasiado, al visualizar bien me di cuenta que era Shigaraki, me levante de la cama y me fui a un rincón de la habitación alejándome de él, suena estúpido ya que no tenía a donde ir de todas maneras.

Aquel hombre con esos ojos rojos se acercó desprendiendo sus feromonas, que al instante me paralice al olerlas me estaba sometiendo, por más que me resistí, no lo logre, lagrimas comenzaron a salir, no quería eso, quería que me mataran o que me torturaran, pero no eso, solo quería salir de ese lugar, solo... solo quería desaparecer para siempre.

- Vamos por que lloras maldito mocoso, te hare sentir bien, acaso no lo quieres... yo sé que esa parte omega no me negara, así que vamos y complace a tu alfa.

Después de decir eso me levanto y me tiro a la cama, se comenzó a quitar la camisa y desabrochar el pantalón, se acomodó en medio de mis piernas donde comenzó a morder mi cuello y a quitarme la camisa y el bóxer que llevaba puesto.

Lo intente empujar, pero mi cuerpo no respondía, me sentía impotente por las feromonas, sin previo aviso separo más mis piernas y de una sola estocada me penetro, solté un grito, dolía como un maldito demonio, mis lagrimas comenzaron a correr por mi rostro, él no se movió hasta que el ardor y dolor que sentía se convirtió en necesidad, sin duda odiaba a mi omega, que entendía a la perfección que tenía que complacer a su alfa, así yo no quisiera.

Síndrome de Estocolmo "shigadeku"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora