[Y ella odia el sol.
Pero ella no lo odia.
Y él es como el sol.
¿Cómo no podía odiarlo sino odiar el sol si fueran lo mismo?]
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Este fanfic contiene una gran cantidad de temas oscuros, por lo que todo está ba...
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-Deberíamos ir a España
-Tokio
-Podemos ir a Tokio y España - respondió rodando los ojos tranquilamente.
Ya habían pasado cinco días desde que regresaron a Hogwarts y esa fue la primera noche que fueron a La Sala de los Menesteres para continuar reparando El Armario Evanescente.
-¿Me acabas de poner los ojos en blanco?-Preguntó con una ceja levantada dejando su manzana a un lado.
-Tal vez- respondió ella volviéndolos a rodar.
Pasaron un par de segundos en los que Draco se dedicó a mirar cómo sacaba su varita para recitar el hechizo reparador.
-¿que?-Dijo al ver cómo no dejaba de mirarla.
-Me pusiste los ojos en blanco - respondió-Dos veces
-¿Entonces?-Dijo divertida antes de que él la inmovilizara contra el armario en un segundo.
-Eres una pequeña mocosa
-Me gusta cuando te enojas - murmuró ella tirando de su corbata y rosando sus narices mientras miraban al otro a los ojos.
Draco rodeó su cuello con su mano uniendo sus labios en un beso posesivo, Sus lenguas brincaron suavemente alrededor de la presencia del otro.
Ella empujó su saco negro por sus hombros y él terminó sacándolo dejándolo en el suelo mientras ella le sacaba la corbata, Sus besos húmedos descendieron a través de su mandíbula y cuello dejando moretones morados en su piel, Dejó escapar un suave gemido de sus labios.
El rubio tomó su chaqueta negra de traje tirándola al suelo junto a la suya, Ella apoyó la parte trasera de su cabeza en el armario mientras él la besaba en el cuello chupando su piel y desabrochó los pantalones negros de su traje para luego deslizarlos por sus piernas mientras la besaba.
Sus manos acariciaron sus gruesos muslos subiendo por su cintura sobre la tela de su corsé blanco hasta que su mano derecha se metió en su ropa interior, ella soltó un gemido de placer.
Leevanna se mordió el labio inferior sintiendo sus largos dedos frotar su clítoris en un movimiento circular , Sus brazos rodearon su cuello atrayendo su cuerpo al de ella.
Ella necesitaba más.
Sus dedos ya húmedos aceleraron sus movimientos, comenzando a ir de arriba a abajo en ese botón pulsante en su coño mojado.
Sin previo aviso, hundió un dedo en ella, haciéndola gemir alto, Introdujo otro dedo dentro de ella.
Un torrente de gemidos delirantes salió de su boca rosada mientras cerraba los ojos inevitablemente mordiéndose el labio inferior.
