Tras pasar varios minutos depués de que Abie le hiciera la pregunta, él contestó.
-Es extraño, no sé enana. Te conozco desde que era una pulga…
-¡Oye! ¿Cómo que pulga?- le interrumpió indignada.
-Es un decir, sigues siendo una puga- rió y la abrazó continuando- déjame que te siga diciendo.- No le volvió a interrumpir y le miraba con atención, con curiosidad por saber que le diría.- A ver siempre te he visto como una hermana o por lo menos eso creía hasta que empezásteis tú y Brook a veniros con nosotros. Os cuidábamos y creo que esa rabia que me viene cuando veo que alguno gilipollas se te acerca y te puede hacer daño o simplemente que te roce no es la misma rabia que le llega a tu hermano, más bien pueden ser celos.
No sabía que decirle, ¿le acaba de confesar su amor? No, eso no es, solo dice lo que le pasa, aunque es eso…
-¿Qué me quieres decir?- sus mejillas se enrrojecían y cada vez aumentaba más su color.
-Que creo que eres la única que ha conseguido que no la quiera para usarla y lo jodido es que eres la hermana de mi mejor amigo y esto no esta bien
Se acercaba cada vez más a ella, la verdad es que la quería sentir cerca, cada vez más pegada a él y sentía como sus mejillas ardían más con el paso de los segundos.
-No creo que hagamos nada malo, sería lo mismo que si Dereck estuviera con Brook.
-Pero sabes cómo soy o bueno, cómo era y la fama que tengo y tu hermano también lo sabe, mucho más que nadie y no le gustaría que su hermana estuviera con un golfo que le haría daño- él se alejó un poco de ella observando sus ojos.
-¿Y si se lo dices y se o explicas? Demuéstrale a él y sobre todo a mí que has cambiado.- Se acercó a él.
-Tú tampoco te fías mucho de mí,¿verdad?
-No es eso…-dudó ante su respuesta y recapacitó- bueno, sí, un poco, pero entiéndeme…
Se acercó y acarició su cara sientiendo el calor de sus mejillas.
-Te lo voy a demostrar, te prometo que lo haré y con tu hermano ya hablaré.-Sonrieron sin dejar de mirarse a los ojos.
Se abrazaron sintiéndose cerca, muy cerca. Después de pasar unos minutos en los brazos uno del otro Christian decidió terminarlo con un beso en la cabeza de Abie, aunque le costaba alejarse de ella.
-¿Quieres que vayamos a por un helado o a casa?
-Primero helado- sonrió.
