XI: ¡Reunámonos! Las alas de la Salamandra.

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—¡No dejéis que escapen!

Los disparos resonaban en cada rincón del DigiQuartz. Las Generaciones se enfrentaban a las Amalgamas al mismo tiempo que no perdían de vista a su objetivo. Los Xros Loaders servían como GPS, localizando en todo momento a Ailish y a David. Debían capturarlos, no podían darse el lujo de perderlos. De que Takuya y Yamato murieran.

—¡Que nadie los pierda de vista! —ordenó Taiki—. ¡Los necesitamos, vivos o muertos!

Aquellas palabras sonaron extrañas en la boca del General Rojo, pero en ese momento nadie se atrevió a juzgarlo. Todos los elegidos pensaban lo mismo, les importaba bien poco su imagen de Héroes del Digital World. En sus mentes resonaba a la vez un mismo pensamiento: salvar a sus compañeros y a los Digimon capturados para poner final a aquella estúpida guerra.

Se habían separado por grupos, cuidando no dejar a ningún líder o a Izumi sin la suficiente protección. Lo que menos necesitaban en ese momento era tener aún más bajas de las que ya tenían. Fue por eso que el lobo solitario de Kouji se acercó a Taichi, quien no apartaba la vista de su Digivice. El Héroe del Valor estaba sumido en mil pensamientos, intentando averiguar cómo habían capturado a su mejor amigo sin que él se diera cuenta.

—Yagami —le llamó el Cuarto C.A.

El castaño se volvió al oír que lo llamaban, cruzando sus ojos marrones con los azules de Kouji. El genetista llevaba las manos en los bolsillos de la bata y mantenía una postura calmada a pesar de que era más que obvia la ira que sentía.

—Te protegeré como si fueras mi propio líder —le dijo.

—Gracias —asintió el embajador—. Recuperaremos a nuestros amigos... sea como sea.

Su aura naranja se vio opacada por grandes manchas negras y Kouji frunció el ceño, sin estar demasiado seguro sobre qué significaban. Al estar en el mismo grupo que Taiki y Kiriha, ninguno era capaz de saber lo que estaba pasando con el único impar presente.

No os corrompáis —advirtió Masaru con cierto tono de molestia—. Si realmente nuestro cachorrito superestrella sólo ha despertado una vez su emblema y encima corrompido, una reacción en cadena es lo último que necesitamos.

—Ya, ya —se quejó Taichi—. Sólo estoy frustrado. Aún le doy vueltas a la cabeza y sigo sin saber cómo esa perra ha conseguido llevarse a Yamato. Si le ha puesto un dedo encima... juro que se lo haré pagar y nadie me lo va a impedir. Eso va por ti, Taiki.

—Si ella ha lastimado a nuestros amigos o a la hija y esposa de mi compañero, que se de por muerta —escupió el General.

Miró al Primer Líder. Sus ojos grises tenían matices rojizos y el brillo que se alzaba de él también era opaco, lo cual sólo significaba que la Luz de Vida también clamaría venganza.

Se movieron en silencio. Los Xros Loaders monitorizaban a todos, aunque Taiki realmente no lo necesitaba. Oía las melodías de los Frontier y por los lazos era capaz de sentir dónde estaban los líderes más cercanos a él. Era consciente de que debía mantener la calma para no estresar a Takuya más de lo que la Salamandra ya estaba. Taichi daba resoplidos cerca del General Rojo, sin quitar la vista del mapa que tenían ante ambos. Compartieron una mirada y sin que ambos C.A se dieran cuenta, se separaron de ellos con un sprint.

—La señal del D-Scan de Takuya se hace más cercana en esta dirección —comentó Taichi—. Y sin embargo los lazos nos mandan hacia un lado opuesto.

—Obviamente es una trampa —irrumpió Daisuke acercándose, a la par que sacudía su cabello pelirrojo—. Visto lo visto no sería de extrañar que nos quisieran capturar a los siete.

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2021 ⏰

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