V- ¡Comienzan los ataques!

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—¡TAGIRU!

El grito de Takuya rasgó el silencio en la DigiGate. Sus jadeos y el alocado latido de su corazón era lo único que se podía oír en aquel lugar.

Pasó un mano por su rostro, lleno de sudor, viendo que estaba tendido en el suelo. Se incorporó, con algo de pesadez. Con aquella horrenda escena grabada en su retina. Podía ver a la Súper Estrella morir ante sus ojos una y otra vez. Enfrentando a aquella criatura asquerosa con valentía. Sin titubear. Convirtiéndola en papilla de datos a costa de su propia vida.

¿Había sido un mal sueño? ¿Qué estaba haciendo en el Paso Fronterizo? Recordaba haber recibido una señal en su D-Scan, la cual convocaba urgentemente una reunión. Estaba con Kouji, en su laboratorio de genética. Ambos habían estudiado genética en la universidad, para poder averiguar la causa de que el líder no fuera totalmente humano. El portador de los Spirits de la Luz se había convertido en genetista, teniendo una investigación sobre Takuya abierta.

La Salamandra en cambio... había optado por usar su conexión con el fuego para luchar contra sus peligros. Se había convertido en bombero. Estaba en una unidad especial en la que no se usaba agua. Todo el mundo en su dimensión conocía a los Digimon. Era en una de las pocas en la que ambos mundos convivían felizmente. Cuando había recibido la señal, estaba en un descanso. No tenía que ir a trabajar en ese momento. Por eso no había dudado en acudir.

Recordaba la conversación con Tagiru. La declaración de guerra. El ataque de las Amalgamas a la DigiGate de la dimensión de Generales y Hunters. La captura y ejecución de Taiki...

Se puso en pie. Oyó algo caer al suelo, viendo que eran sus googles. Se los colgó al cuello, poniéndose su gorra. Se acercó a la mesa, para teclear en las pantallas. La puerta que lo llevaría a la Quinta dimensión se abrió.

—Extraño...

Debería estar cerrada. Esa fue la norma que pusieron entre ellos, para evitar que Digimon de una dimensión fueran a otra. Para abrir la puerta en condiciones normales, se necesitaba a alguien en el lugar del destino. Ese dato sólo le preocupó más. Tomó aire.Estaba preparado. Recordó la petición del general de no intervenir. Con un suspiro y murmurando una disculpa, cruzó la puerta.

El panorama que le recibió le sorprendió: todo estaba en perfecto orden. El agujero en la pared no estaba, como tampoco la mancha de sangre o el cuerpo del Hunter Escarlata. Salió al DigiQuartz, nada fuera de lo común. Dio algunos pasos, con inquietud. Era demasiado raro.

Sacó sus alas, estirándolas con una sonrisa. Con un par de aleteos, alzó el vuelo, buscando al grupo de Hunters, al cual encontró a los minutos. Aterrizó algo alejado de ellos, para no asustarlos. Sus pasos hicieron que los Hunters se volvieran sobresaltados.

—¿Quién eres? —Ryouma se colocó ante Tagiru, en amago protector. Su voz sonaba firme, llevando una mano a su arma.

Takuya lanzó una carcajada. ¿Tanto había cambiado? Kouji se lo había comentado alguna vez. Sobre todo el hecho de que era demasiado irresistible.

—¿Ya os habéis olvidado de mí? Vaya, eso me ofende —sacó su D-Scan.

El aprendiz se sorprendió al ver el Digivice. Pero no fue eso lo que le reveló la identidad del hombre ante él. Si no el pequeño colgante de madera que llevaba grabado un símbolo en particular. El símbolo del Fuego.

—¡¿Takuya?!

—El único e inigualable. Ha pasado mucho tiempo...

No quiso revelar el verdadero motivo de su visita. No quiso que se notara el temblor de sus manos al ver al Hunter. Porque ante sus ojos, veía la mancha de sangre creciendo.

Digimon Future: Xros WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora