14. Destinados a entenderse- Mewgulf - Terminada

Once

Como no tenía nada y su compañero de apartamento no tenía ni la más mínima intención de dejarselo, Mew decidió salir e ir a la gasolinera que habían visto de camino al edificio.

Sabía que un pijama no encontraría pero al menos sí haría por adquirir un cepillo de dientes, así como la pasta para para ellos, algunas cosas más para su higiene y algunos alimentos.

Minutos después, ya de regreso este venía lamentandose el no haber llevado su coche pues tonto de él, había pensado que tan solo iba a acompañar a su padre, aunque hubiese preferido no haberlo hecho.

Lo cierto era que aunque se moría por Gulf, la actitud y sus continúas malas palabras, lo hacían querer tenerlo a distancia por momentos.

Tras llegar al apartamento, este vio que el moreno seguía tirado en el sofá sin siquiera preocuparse si había algo en la nevera para cenar o para desayunar en la mañana siguiente.

Se encogió de hombros y tras pasar por delante suyo, entró en su habitación, donde caminó hasta su cómoda y dejó el cepillo de dientes, la pasta, el champú, un cepillo del cabello y unas toallitas que había conseguido.

Luego abrió la otra bolsa que traía y sacó unos sándwiches, algo de fruta y unas bolsitas de frituras y las guardó en un cajón.

El lugar estaba completamente amueblado, disponía de dos amplias habitaciones, una salita, un baño y una cocina, lo cierto es que era muy acogedor y para dos personas era suficiente.

El llevarse bien seguramente era esencial pero para dos personas que estaban molestos, el lugar realmente se hacía pequeño, aunque no tenía intención de pararse allí mucho tiempo pues entre el trabajo y las clases, poco iba a disfrutarlo.

El mayor miró en los armarios y entonces cogió un par de toallas y las sábanas para hacerse la cama, a continuación salió de su habitación y se metió en el baño, dónde se dio una relajante ducha.

Tras unos diez minutos, escuchó varios golpes en la puerta y luego los gritos del moreno, diciéndole que se saliera, que iba a gastarse todo el agua y que él también quería ducharse, así que se secó rápidamente y como no tenía pijama, salió con la toalla en la cintura.

Al abrir la puerta, el moreno se le quedó mirando con el ceño fruncido  y este se encogió de hombros.

…—¿A-Acaso no sa-sabes lo que es la ropa? ¿no pe-pensarás andarte así por la casa v-verdad?—balbuceó el menor.

—Te recuerdo que no tengo pijama ni otro ropa y acabo de ducharme, así que me voy a dormir así y si te gusta muy bien y sino no mires, no es mi problema— dijo el mayor molesto también.

Tras chasquear la lengua, el moreno entró en el baño, entonces Mew caminó hasta su habitación, donde cerró la puerta y luego de coger si cena, se tumbó en la cama y se puso a degustarla.

Lo cierto lo cierto es que su padre le había jugado una mala pasada y lo había cogido completamente desprevenido pero eso había ocurrido excepcionalmente pero su intención era de que tan pronto se levantase el día siguiente, iría cogería un taxi a la mansión.

Tenía que recoger todas sus cosas y también su amado y preciado coche, además de que le pediría dinero a su padre para al menos llenar la nevera.

Mientras en el baño, el moreno se sacó la ropa y se metió bajo la ducha, era reconfortante sentir las gotas de agua sobre su caramelizada, lo cierto es que no le hacía ninguna gracia el vivir con Mew pero no le quedaba más remedio, ya que era eso o vivir en la calle.

Estaba muy molesto con su madre por permitir que tú futuro esposo le hiciese esa jugarreta pero no podía hacer nada más que aguantarse y aunque no se lo había esperado, la verdad era que al fin podría vivir su vida cómo mas placiese.

De repente, este cayó la cuenta de que no había nada en la nevera y tampoco había ido a comprar, por lo que se moría de hambre, ya que sus tripas empezaban a sonar, entonces miró el reloj y vio que ya pasaba de la medianoche y seguramente todo estaría cerrado.

—Maldita sea, me moriré de hambre en este sitio, joder.

Tras salir de la ducha y secarse, Gulf se puso el pijama que se había cogido en una de sus maletas, las cuales aún no había deshecho pues había pasado el tiempo tirado en el cómodo sofá de la sala, presumiendo de apartamento a sus amigos.

Tras salir del baño, este volvió a tumbarse en el sofá pero sus tripas seguían sonando, así que decidió irse a la habitación para acostarse y dormir hasta el día siguiente para apaciguar su hambre y esperar a desayunar en la cafetería de la universidad.

Al pasar por delante de la habitación del mayor, este escuchó el ruido de la bolsa de frituras que el mayor se estaba comiendo y entonces recordó cuando este había salido y había traído unas bolsas.

Gulf lo había mirado por el rabillo del ojo disimulando no prestar atención pero sí que lo había hecho.

—Joder, maldito egoísta, seguramente has comprado algo de comer y ni siquiera se ha dignado a decirme si yo tengo hambre—habló furioso.

Finalmente, este se fue a su habitación y a pesar de que dio vueltas y más vueltas en su cama, no fue capaz de pegar ojo.

Ya eran las tres de la mañana, cuando decidió levantarse e ir a beber agua pero al pasar de nuevo por la habitación del mayor, se asomó a escuchar pero al parecer Mew ya estaba dormido.

Este entonces tuvo la genial idea de robarle algo de comer, así que abrió la puerta despacio y de puntillas se acercó hasta la cama pero no vio nada, entonces se puso a abrir los cajones y entonces halló el botín del mayor.

Riendo como un niño travieso, este sacó una bolsa de las frituras que aún quedaban en el cajón y lo volvió a cerrar muy despacio, entonces se puso a caminar de puntillas de nuevo hacia la puerta pero justo cuando iba a salir, sintió una mano toca su hombro y la luz se encendió.

Este se sobresaltó, tropezando y cayendo hacia atrás, aunque el mayor rápidamente lo sujetó fuertemente entre sus brazos, quedando sus caras frente a frente y a escasos centímetros.

—Te atrapé, escurridizo ladronzuelo.

.......

Muchas gracias por vuestra paciencia