Capitulo cuarenta y ocho
¿Qué más iba a pasarle ahora? ¿Se lo iba a imaginar sentado al lado de ella en el auto? ¿Qué iba a pasar después? ¿Iba a soñar que él entraba a su cuarto y le hacía el amor?
¡¿QUE OTRAS COSAS IBAN A PASARLE A ELLA?!
¿Acaso no había bastado con todo lo que vio en los últimos tiempos como para agregar un dolor de estas características a su vida?
Es que no podía ser cierto. Su cabeza no dejaba de pensar en él. Nunca iba a poder olvidar aquellos ojos azules. Sus dulces besos, sus suaves caricias. Llegó a su casa y se bajó sin ánimos del auto. Su cara totalmente empapada de lágrimas, sus ojos rojos, sus labios temblorosos.
Sin querer miró la casa del frente. El gigantesco cartel de ‘En venta’ le hizo saber verdaderamente que él ya no estaba. Sin quitar la mirada de aquella casa, entró a la suya. Rápidamente subió las escaleras hacia su habitación. Entró y se tiró pesadamente en su cama. Tomó aquel pequeño osito que él le había regalado hacia varios meses atrás. Lo abrazó con fuerza contra su pecho, y volvió a llorar.
Sintió como la puerta de su habitación se abría y unos segundos después alguien se acostaba a su lado en la cama. Lentamente se giró a verlo y Ronald levantó la mano para secar su rostro.
_______ giró completamente en la cama y se abrazó a su hermano para esconder su rostro en su protector pecho. Ahora sabía para que servían los hermanos mayores, para proteger, para consolar, para cuidar de una.
- Creo que le había dejado bien en claro que si te hacía sufrir sería un ñoño muerto – habló él.
_______ no pudo evitar reír al escucharlo. Su voz sonó profunda desde su pecho – Vamos _______, no puedes llorar por ese ñoño – acarició su espalda en forma de consuelo.
Lo destrozaba verla de esa manera, sufrir de esa forma. Ella era una chica tan especial, que no se merecía por nada del mundo derramar lágrimas.
- Es que no lo entiendes Ronald… lo amo – dijo ella con un hilo de voz – Lo amo y lo perdí, sin haberlo tenido… ya no esta.
- Esto es así enana, y te comprendo…
- No, no creo que me comprendas – dijo ella.
- Si, si te comprendo. Porque el primer amor, siempre duele – dijo él y la abrazó un poco más fuerte.Dos semanas se pasaron lentas e interminables para ella. Simplemente cada cosa que hacía le recordaba a él. Era como un interminable martirio que no quería dejarla.
En esas dos semanas había recibido llamadas y llamadas de Justin, pero se había negado rotundamente a contestarlas. Ya que si lo hacia, su dolor nunca iba a terminar.
¿Cómo podía hacer ella para contestarle y hablarle, sabiendo que él estaba a kilómetros, separados por un enorme y profundo océano? Simplemente ella no era tan fuerte como para tolerar aquello.
Las clases habían terminado, y con ello una etapa importante de su vida. Ya había terminado su secundaría, y por un lado estaba tan feliz. Sabía que su madre estaba muy orgullosa en donde quisiera que estuviera. Ahora tenía que poner toda su atención en sus estudios Universitarios. Pero por ahora no iba a pensar en aquello, ya que tenía tres merecidos meses de vacaciones.
Salió de su casa y se acercó a su viejo auto. Deteniendo su paso miró a la casa del frente. Sintió un nudo en su pecho al ver que el cartel de ‘En venta’ ya había sido sacado.
La casa ya había sido vendida. Tendría nuevos vecinos. Eso la llenó de más amargura aun.
Estaba sola hoy, ya que Ronald trabajaba y Ash y Zayn estaban demasiados ocupados haciendo cosas para la bebe. Se acercó al auto y abrió el capot.
- Lindo, hoy es día de arreglo – le dijo mientras ataba su cabello y se acomodaba un poco el short y la remera que tenía puesta.
Tocó el bolsillo trasero de su short y encontró que allí había puesto la caja de sus cigarrillos. Si, como lo ven ella había vuelto a su vicio. Al vicio que él le había hecho dejar…
Sacudió la cabeza y lo apoyó a un costado del auto, mientras se agachaba para revisar el líquido para frenos.
- ¿Sabes mamá? Últimamente he notado un poco extraño a Ronald, no creo que sea por Marilyn, por lo que se están bastante bien – le habló al aire.
Últimamente lo hacía todo el tiempo. Ella sentía que su madre la escuchaba y estaba cerca mirándola y cuidándola. Levantó la cabeza y buscó los cigarrillos. Quería fumar. Frunció el ceño al no ver la caja en donde ella la había dejado.
- Pero, ¿Qué demonios? ¿Dónde esta la caja? – preguntó el voz alta mientras miraba al suelo, se agachó para mirar debajo del auto. Se puso de pie y metió de nuevo la cabeza dentro del capot, quizás se le había caído allí.
- Creo que una vez habíamos hecho un trato… tú dejabas de fumar y yo abandonaba la loca idea de querer ser un rebelde con tatuaje – dijo él.
Ella se paralizó al escuchar aquella voz.____________-
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